OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ARTISTA Y LA EPOCA

 

  

�EXISTE UNA INQUIETUD PROPIA, DE NUESTRA EPOCA?1

 

La inquietud contempor�nea es un fen�meno del que forman parte las m�s opuestas actitudes. El t�rmino se presta necesariamente, por tanto, a la especulaci�n y -al equ�voco. Se agitan dentro de la "inquietud contempor�nea" los que profesan una fe como los que andan en su b�squeda. El catolicismo de Max Jacob figura entre los signos de esta inquietud, al mismo t�tulo que el marxismo, de Andr� Bret�n y sus compa�eros de La R�volution Surr�aliste.2 El fascismo pretende representar un "esp�ritu nuevo", exactamente como el bolchevismo.

Existe una inquietud propia de nuestra �poca, en el sentido de que esta �poca tiene, como todas las �pocas de transici�n y de crisis, problemas que la individualizan. Pero esta inquietud en unos es desesperaci�n, en los dem�s vac�o.

No se puede hablar de una "inquietud contempor�nea" como de la uniforme y misteriosa preparaci�n espiritual de un mundo nuevo.

Del mismo modo que en el arte de vanguardia, se confunde los elementos de revoluci�n con los elementos de decadencia, en la "inquietud contempor�nea" se confunde la fe ficticia, intelectual, pragm�tica de los que encuentran su equilibrio en los dogmas y el orden antiguo, con la fe apasionada, riesgosa, heroica de los que combaten peligrosamente por la victoria de un orden nuevo.

La historia cl�nica de la "inquietud contempor�nea" anotar�, con meticulosa objetividad, todos los s�ntomas de la crisis del mundo moderno; pero nos servir� muy poco como medio de resolverla. La encuesta de los Cahiers de l'Etoile3 no invita a otra cosa que a un examen de conciencia, del que no puede salir, como resultado o indicaci�n de conjunto, sino una pluralidad desorientadora de proposiciones.

Lo que se designa con el nombre de "inquietud" no es, en �ltimo an�lisis, sino la expresi�n intelectual y sentimental. Los artistas y los pensadores de esta �poca reh�san, por orgullo o por temor, ver en su desequilibrio y en su angustia el reflejo de la crisis del capitalismo.

Quieren sentirse ajenos o superiores a esta crisis. No se dan cuenta de que la muerte de los principios y dogmas que constitu�an el Absoluto burgu�s ha sido decretada en un plano distinto del de su especulaci�n, personal.

La burgues�a ha perdido el poder moral que antes le consent�a retener en sus rangos, sin conflicto interno, a la mayor�a de los intelectuales. Las fuerzas centr�fugas, secionistas, act�an sobre �stos con una intensidad y multiplicidad antes desconocidas. De aqu�, las defecciones como las conversiones. La inquietud aparece como una gran crisis de conciencia.

La inquietud contempor�nea, por consiguiente, est� hecha de factores negativos y positivos. La inquietud de los esp�ritus que no tienden sino a la seguridad y al reposo carece de todo valor creativo. Por este sendero no se descubrir� sino los refugios, las ciudadelas del pasado. En el hombre moderno, la abdicaci�n m�s cobarde es del que busca asilo en ellos.

Nuestra primera declaratoria de guerra debe ser a la que mi compatriota Iberico llama "filosof�as de retorno". �El florecimiento de estas filosof�as, en un clima m�rbido de decadencia, entra en gran escala en Occidente en la "inquietud contempor�nea"? Esta es la cuesti�n principal que hay que esclarecer para no tomar sutiles �libis de la Inteligencia y teor�as derrotistas sobre la modernidad como elaboraciones de un esp�ritu nuevo. 

 


NOTAS:

 

1 Publicado en Mundial: Lima, 29 de Marzo de 1930. Uno de los �ltimos art�culos de Jos� Carlos Mari�tegui, publicado 18 d�as antes de su muerte, respondiendo a un cuestionario de la revista francesa Cahiers de l'Etoile. Se han suprimido los primeros p�rrafos, por su car�cter circunstancial, que dec�an as�: �La redacci�n de Cahiers de l'Etoile de Par�s me ha incluido entre los escritores consultados en su gran encuesta internacional sobre la "inquietud contempor�nea". Estoy en deuda con esta revista desde hace algunos meses: y creer�a llegar con excesivo retardo a su cita, si no encontrase en los �ltimos n�meros de algunas revistas de Am�rica las primeras respuestas del mundo hisp�nico, entre ellas, la de Juan Marinello que tan deferente y elogiosamente me menciona. La demora de otros justifica o aten�a la m�a.

Estimo �til la transcripci�n del cuestionario sometido al an�lisis y a la cr�tica de los escritores consultados:

A) �Existe una inquietud propia de nuestra �poca?

B) �La constata usted en su mundo?

1.-�Qu� formas toma?

2.-�C�mo se expresa esta inquietud dentro y frente a la vida social?  (�La interdependencia de los pa�ses, la condensaci�n de la poblaci�n en los grandes centros, el maquinismo colectivo, el automatismo individual, tienden a aniquilar la personalidad humana?)

3.-�Y dentro de la vida sexual?

4.-�Y dentro de la fe?

5.-�Cu�l es su efecto sobre la actividad creadora?

C) �La inquietud, no es el sufrimiento de una humanidad que espera encontrar su unidad libert�ndose de sus prisiones (tiempo, espacio y soledad individual)?

En este caso, �una �poca de gran inquietud no se�ala el despertar de una nueva conciencia? �Y si estamos en tal �poca, podemos ya despejar esta nueva conciencia y sus caracter�sticas?

2 La Revoluci�n Suprarrealista, revista que desde 1924, dirig�a en Par�s Andr� Breton. Ver los ensayos que sobre este t�pico escribi� Jos� Carlos Mari�tegui, en este volumen.

3 "Cuadernos de la Estrella". (Trad. lit.).