OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL I

   

  

EL PARTIDO BOLCHEVIQUE Y TROTSKY*

 

Nunca la ca�da de un ministro ha tenido en el mundo una resonancia tan extensa y tan intensa como la ca�da de Trotsky. El parlamentarismo ha habituado al mundo a las crisis ministeriales. Pero la ca�da de Trotsky no es una crisis de ministerio sino una crisis de partido. Trotsky representa una fracci�n o una tendencia derrotadas dentro del bolchevismo. Y varias otras circunstancias concurren, en este caso, a la sonoridad excepcional de la ca�da. En primer lugar, la calidad del leader en desgracia. Trotsky es uno de los personajes m�s interesantes de la historia contempor�nea: condottiere de la revoluci�n rusa, organizador y animador del ej�rcito rojo, pensador y cr�tico brillante del comunismo. Los revolucionarios de todos los pa�ses han seguido atentamente la pol�mica entre Trotsky y el estado mayor bolchevique. Y los reaccionarios no han disimulado su magra esperanza de que la disidencia de Trotsky marque el comienzo de la disoluci�n de la rep�blica sovietista.

Examinemos el proceso del conflicto.

El debate que ha causado la separaci�n de Trotsky del gobierno de los soviets ha sido el m�s apasionado y ardoroso de todos los que han agitado al bolchevismo desde 1917. Ha durado m�s de un a�o. Fue abierto por una memoria de Trotsky al comit� central del partido comunista. En este documento, en octubre de 1923, Trotsky plante� a sus camaradas dos cuestiones urgentes: la necesidad de un "plan de orientaci�n" en la pol�tica econ�mica y la necesidad de un r�gimen de "democracia obrera" en el partido. Sosten�a Trotsky que la revoluci�n rusa entraba en una nueva etapa. La pol�tica econ�mica deb�a dirigir sus esfuerzos hacia una mejor organizaci�n de la producci�n industrial que restableciese el equilibrio entre los precios agr�colas y los precios industriales. Y deb�a hacerse efectiva en la vida del partido una verdadera "democracia obrera". 

Esta cuesti�n de la "democracia obrera" que dominaba el conjunto de las opiniones, necesita ser esclarecida y precisada. La defensa de la revoluci�n forz� al partido bolchevique a aceptar una disciplina militar. El partido era gobernado por una jerarqu�a de funcionarios escogidos entre los elementos m�s probados y m�s adoctrinados. Lenin y su estado mayor fueron investidos por las masas de plenos poderes. No era posible defender de otro modo la obra de la revoluci�n contra los asaltos y las acechanzas de sus adversarios. La admisi�n en el partido tuvo que ser severamente controlada para impedir que se filtrase en sus rangos gente arribista y equ�voca. La "vieja guardia" bolchevique, como se denominaba a los bolcheviques de la primera hora, dirig�a todas las funciones y todas las actividades del partido. Los comunistas conven�an un�nimemente en que la situaci�n no permit�a otra cosa. Pero, llegada la revoluci�n a su s�timo aniversario, empez� a bosquejarse en el partido bolchevique un movimiento a favor de un r�gimen de "democracia obrera". Los elementos nuevos reclamaban que se les reconociese el derecho a una participaci�n activa en la elecci�n de los rumbos y los m�todos del bolchevismo. Siete a�os de experimento revolucionario hab�an preparado una nueva generaci�n. Y en algunos n�cleos de la juventud comunista no tard� en fermentar la impaciencia.

Trotsky, apoyando las reivindicaciones de los j�venes, dijo que la vieja guardia constitu�a casi una burocracia. Criticaba su tendencia a considerar la cuesti�n de la educaci�n ideol�gica y revolucionaria de la juventud desde un punto de vista pedag�gico m�s que desde un punto de vista pol�tico. "La inmensa autoridad del grupo de veteranos del partido �dec�a� es universalmente reconocida. Pero s�lo por una colaboraci�n constante con la nueva generaci�n, en el cuadro de la democracia, conservar� la vieja guardia su car�cter de factor revolucionario. Si no, puede convertirse insensiblemente en la expresi�n m�s acabada del burocratismo. La historia nos ofrece m�s de un caso de este g�nero. Citemos el ejemplo m�s reciente e impresionante: el de los jefes de los partidos de la Segunda Internacional. Kautsky, Bernstein, Guesde, eran disc�pulos directos de Marx y de Engels. Sin embargo, en la atm�sfera del parlamentarismo y bajo la influencia del desenvolvimiento autom�tico del organismo del partido y de los sindicatos, estos leaders, total o parcialmente, cayeron en el oportunismo. En la v�spera de la guerra, el formidable mecanismo de la social- democracia, amparado por la autoridad de la antigua generaci�n, se hab�a vuelto el freno m�s potente del avance revolucionario. Y nosotros, los "viejos" debemos decirnos que nuestra generaci�n, que juega naturalmente el rol dirigente en el partido, no estar�a absolutamente premunida contra el debilitamiento del esp�ritu revolucionario y proletario en su seno, si el partido tolerase el desarrollo de m�todos burocr�ticos".

El estado mayor del bolchevismo no desconoc�a la necesidad de la democratizaci�n del partido; pero rechaz� las razones en que Trotsky apoyaba su tesis. Y protest� vivamente contra el lenguaje de Trotsky. La pol�mica se torn� acre. Zinoviev confront� los antecedentes de los hombres de la vieja guardia con los antecedentes de Trotsky. Los hombres de la vieja guardia �Zinoviev, Kamenev, Stalin, Rykov, etc.� eran los que, al flanco de Lenin, hab�an preparado, a trav�s de un trabajo tenaz y coherente de muchos a�os, la revoluci�n comunista. Trotsky, en cambio, hab�a sido menchevique.

Alrededor de Trotsky se agruparon varios comunistas destacados: Piatakov, Preobrajensky, Sapronov, etc. Karl Radek se declar� propugnador de una conciliaci�n entre los puntos de vista del comit� central y los puntos de vista de Trotsky. La "Pravda" dedic� muchas columnas a la pol�mica. Entre los estudiantes de Mosc� las tesis de Trotsky encontraron un entusiasta proselitismo.

Mas el XIII congreso del partido comunista, reunido a principios del a�o pasado, dio la raz�n a la vieja guardia que se declar�, en sus conclusiones, favorable a la f�rmula de la democratizaci�n, anulando consiguientemente la bandera de Trotsky. S�lo tres delegados votaron en contra de las conclusiones del comit� central. Luego, el congreso de la Tercera Internacional ratific� este voto. Radek perdi� su cargo en el comit� de la Internacional. La posici�n del estado mayor leninista se fortaleci�, adem�s, a consecuencia del reconocimiento de Rusia por las grandes potencias europeas y del mejoramiento de la situaci�n econ�mica rusa. Trotsky, sin embargo, conserv� sus cargos en el comit� central del partido comunista y en el consejo de comisarios del pueblo. El comit� central expres� su voluntad de seguir colaborando con �l.

Zinoviev dijo en un discurso que a despecho de la tensi�n existente, Trotsky ser�a mantenido en sus puestos influyentes.

Un hecho nuevo vino a exasperar la situa�ci�n. Trotsky public� un libro 1917 sobre el pro�ceso de la revoluci�n de octubre. No conozco a�n este libro que hasta ahora no ha sido tra�ducido del ruso. Los �ltimos documentos pol�micos de Trotsky que tengo a la vista son los reunidos en su libro Curso Nuevo. Pero parece que 1917 es una requisitoria de Trotsky contra la conducta de los principales leaders de la vie�ja guardia en las jornadas de la insurrecci�n. Un grupo de conspicuos leninistas �Zinoviev, Kamenev, Rykov, Miliutin y otros �discrep� en�tonces del parecer de Lenin. Y la disensi�n pu�so en peligro la unidad del partido bolchevique. Lenin propuso la conquista del poder. Contra es�ta tesis, aceptada por la mayor�a del partido bolchevique, se pronunci� dicho grupo. Trotsky, en tanto, sostuvo la tesis de Lenin y colabor� en su actuaci�n. El nuevo libro de Trotzky, en suma, presenta a los actuales leaders de la vie�ja guardia, en las jornadas de octubre, bajo una luz adversa. Trotsky ha querido, sin duda, de�mostrar que quienes se equivocaron en 1917, en un instante decisivo para el bolchevismo, carecen de derecho para pretenderse depositarios y herederos �nicos de la mentalidad y del esp�ri�tu leninistas.

Y esta cr�tica, que ha encendido nuevamente la pol�mica, ha motivado la ruptura. El esta�do mayor bolchevique debe haber respondido con una despiadada y agresiva revisi�n del pa�sado de Trotsky. Trotsky, como casi nadie igno�ra, no ha sido nunca un bolchevique ortodoxo. Perteneci� al menchevismo hasta la guerra mun�dial. Unicamente a partir de entonces se aveci�n� al programa y a la t�ctica leninistas. Y s�lo en julio de 1917 se enrol� en el bolchevismo. Lenin vot� en contra de su admisi�n en la redaci�n de "Pravda". El acercamiento de Lenin y Trotsky no qued� ratificado sino por las jor�nadas de octubre. Y la opini�n de Lenin diver�gi� de la opini�n de Trotsky respecto a los pro�blemas m�s graves de la revoluci�n. Trotsky no quiso aceptar la paz de Brest-Litovsk. Lenin comprendi� r�pidamente que, contra la voluntad manifiesta de los campesinos, Rusia no pod�a prolongar el estado de guerra. Frente a las rei�vindicaciones de la insurrecci�n de Cronstandt, Trotsky volvi� a discrepar de Lenin, que perci�bi� la realidad de la situaci�n con su clarividen�cia genial. Lenin se dio cuenta de la urgencia de satisfacer las reinvindicaciones de los cam�pesinos. Y dict� las medidas que inauguraron la nueva pol�tica econ�mica de los soviets. Los leninist�s tachan a Trotsky de no haber conse�guido asimilarse al bolchevismo. Es evidente, al menos, que Trotsky no ha podido fusionarse ni identificarse con la vieja guardia bolchevique. Mientras la figura de Lenin domin� todo el esce�nario ruso, la inteligencia y la colaboraci�n entre la vieja guardia y Trotsky estaban aseguradas por una com�n adhesi�n a la t�ctica leninista. Muerto Lenin, ese v�nculo se quebraba. Zinoviev acusa a Trotsky de haber intentado con sus fau�tores el asalto del comando. Atribuye esta intenci�n a toda la campa�a de Trotsky por la democratizaci�n del partido bolchevique. Afirma que Trotsky ha maniobrado demag�gicamente por oponer la nueva a la vieja generaci�n. Trotsky, en todo caso, ha perdido su m�s gran�de batalla. Su partido lo ha ex-confesado y le ha retirado su confianza.

Pero los resultados de la pol�mica no engendrar�n un cisma. Los leaders de la vieja guar�dia bolchevique, como Lenin en el episodio de Cronstandt, despu�s de reprimir la insurrecci�n, realizar�n sus reivindicaciones. Ya han dado expl�citamente su adhesi�n a la tesis de la ne�cesidad de democratizar el partido.

No es la primera vez que el destino de una revoluci�n quiere que �sta cumpla su trayecto�ria sin o contra sus caudillos. Lo que prueba, tal vez, que en la historia los grandes hombres juegan un papel m�s modesto que las grandes ideas.

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Variedades, Lima, 31 de Enero de 1925. V�ase "Trotsky", en La Escena Contempor�nea, Vol. 1, p�gs. 92-96, y los art�culos "Trotsky y la oposici�n comunista" y "El exilio de Trotsky", reunidos en el segundo y en el tercer tomos de Figuras y Aspectos de la Vida Mundial, Vols. 18 y 19 de esta serie popular de Obras Completas. (N. de los E.)