OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
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EL DEBATE POL�TICO EN INGLATERRA*
Se est� librando hoy en Inglaterra una gran batalla parlamentaria, que precede, seguramente, a una gran batalla electoral. El partido conservador, �empujado por los extremistas que han conseguido obligar a Baldwin a adoptar sus puntos de vista m�s reaccionarios�, ha iniciado una ofensiva de vastas proyecciones contra el laborismo. Esta ofensiva, ven�a siendo propugnada con impaciencia creciente por la extrema derecha inglesa casi desde que el partido conservador gan� las �ltimas elecciones. En Europa, arreciaba entonces la tempestad reaccionaria que parece haber galvanizado todas las energ�as del capitalismo, tan relajadas y ag�nicas despu�s del per�odo b�lico. La extrema derecha inglesa quiso uniformarse al estilo fascista, predicando destempladamente una campa�a contra la organizaci�n obrera de la cual extrae su fuerza pol�tica el Labour Party. Pero al principio prevaleci� en el partido un criterio m�s o menos moderado. Baldwin, aparentemente, no se mostraba dispuesto a ceder a la presi�n extremista. Los conservadores hab�an ganado las elecciones con plataformas a las que era extra�o el plan de limitar el poder y la acci�n de los sindicatos. El gabinete necesitaba empezar su labor dentro de una atm�sfera de confianza p�blica.
La posici�n pol�tica de los conservadores fa�voreci� la corriente y la tesis reaccionarias. El Gobierno conservador, despu�s de la huelga de mayo, no hab�a conseguido solucionar la cues�ti�n de las minas. La rendici�n final de los obreros no hab�a tenido m�s alcance que el de la aceptaci�n de una tregua forzosa. Lloyd George, con su fino oportunismo y su sagaz perspicacia, hab�a aprovechado la ocasi�n para asestar un golpe a la hegemon�a conservadora, y rehabili�tar en algunos sectores de la opini�n la esperan�za de ensayar una vez m�s en el gobierno la doc�trina liberal. Era l�gico que a los conservadores no les quedase m�s camino que el de una pol�tica netamente reaccionaria. Baldwin no ha tenido m�s remedio que de�cidirse por tal camino. Hoy est� empe�ado a fondo. en esta pol�tica. �Por qu�? Por la sencilla raz�n de que el partido conservador no puede hacer otra cosa. Frente a Rusia, frente a China, frente al Labour Party, su actitud no puede ser distinta. El env�o de una nota agresiva al gobierno de los Soviets, el despacho de barcos y soldados a los puertos chinos y la presentaci�n en el parlamento de un bill anti-laboristas, son tres actos congruentes, tres maniobras afines de una misma pol�tica. El capitalismo brit�nico conducido por el mesurado Baldwin toma la ofensiva en todos los frentes. Emplea por ahora la manera fuerte. Sin perjuicio, naturalmente, de su libertad de reemplazarla, seg�n sus resultados, por el m�todo del compromiso, llamando de nuevo al servicio a Mr. Lloyd George que aguarda su momento con una sonrisa. Los conservadores necesitan acentuar en la opini�n burguesa y peque�o-burguesa la conciencia de los peligros revolucionarios, para desviarla de las proposiciones de Lloyd George que trabaja por atraer a los laboristas a una pol�tica de colaboraci�n con el liberalismo. En las pr�ximas elecciones les tocar� colocar frente a frente el capitalismo y el socialismo, en t�rminos de irreductible oposici�n. De sus actuales operaciones depende la suerte de la pol�tica conservadora en la batalla electoral inevitable. Esta pol�tica se propone minar las bases electorales del Labour Party, aboliendo la cuota pol�tica de los obreros a la caja del laborismo. Tal abolici�n tiene por objeto dejar al Labour Party en una situaci�n desventajosa en las elecciones. Hasta hoy su fondo pol�tico le ha permitido afrontar en las elecciones elevados gastos de propaganda. Bernard Shaw, en el interesant�simo discurso que pronunci� en el banquete de su jubileo, denunciaba e ilustraba el alcance pol�tico del monopolio por y para la burgues�a, de la comunicaci�n radiogr�fica. El radio pon�a a los defensores del capitalismo en condiciones de una gran superioridad respecto de los propagandistas del socialismo. C�modamente instalados en sus poltronas, los candidatos burgueses pueden dirigirse a la vez a millones de votantes, para acusar a los laboristas de abrigar los mas terribles prop�sitos contra la civilizaci�n, la patria, la familia, etc. El bill anti-laborista del partido conservador, que declara la ilegalidad de la huelga general y ataca el fondo pol�tico del Labour Party, demuestra que los conservadores van mucho m�s lejos de lo que Bernard Shaw supon�a, en su plan de desarmar al proletariado en su lucha con el capitalismo.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 7 de Mayo de 1927.
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