OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II

  

ITALIA Y YUGOESLAVIA*

 

La actual tensi�n de las relaciones �talo-yugoeslavas se�ala uno de los muchos puntos vulnerables de la paz europea. Italia, bajo el r�gimen fascista, practica una pol�tica de expansi�n que no disimula demasiado sus fines ni sus medios. El imperialismo fascista, acaso por su juventud y, sobre todo, porque sus conquistas y su suerte pertenecen �ntegramente al futuro, es el que emplea un lenguaje m�s desembozado y expl�cito. Su pol�tica exterior tiene dos frentes: el mediterr�neo y el balc�nico. En los Balkanes, su pol�tica tropieza, en primer t�rmino, con la resistencia yugoeslava. 

El conflicto entre Italia y Yugoeslavia empez� en la conferencia de Versalles. Es el primero que ensombreci� la paz w�lsoniana. Italia no s�lo se sinti� defraudada por los aliados en sus ambiciones territoriales. Declar� violado y falseado el propio programa de Wilson. Sostuvo su derecho a F�ume y a Zara, asignados a Yugoeslavia en el nuevo mapa europeo. 

El golpe de mano de D'Annunzio permiti� a Italia, despu�s de una dif�cil serie de negociaciones, redimir a F�ume. Pero, en cambio, Yugoeslavia consigui� la ratificaci�n de su soberan�a en la Dalmacia reivindicada por el nacionalismo italiano en nombre del porcentaje de italianidad de su poblaci�n. Italia ha aceptado este hecho; pero uno de los objetivos �ntimos del imperialismo fascista es la posesi�n del territorio d�lmata. 

No es, sin embargo, este prop�sito rec�ndito lo que turba las relaciones entre Italia y Yugo�eslavia. Italia no sostiene oficialmente ninguna reivindicaci�n sobre la Dalmacia. Diplom�tica y formalmente, esta reivindicaci�n no existe. El motivo de la tensi�n es el choque de la pol�tica italiana y la pol�tica yugoeslava en Albania. Ita�lia y Yugoeslavia se disputan el predominio en este estado te�ricamente aut�nomo, pero sometido de facto a la influencia italiana, con pe�ligro evidente para Yugoeslavia que lucha por desalojar de �l a su amenazadora rival. Una y otra intrigan por colocar o mantener en el go�bierno de Albania al bando que les es adicto. Esta intervenci�n, por parte de Italia, adquiere proporciones excesivas. Yugoeslavia las denun�cia y pretende limitar la expansi�n italiana en Albania. 

La pol�tica italiana en los Balkanes mira al socavamiento de la influencia francesa en ese grupo de pa�ses. Francia, madrina de la Peque�a Entente, esperaba asegurarse mediante el en�feudamiento de este bloque a su pol�tica, el con�trol de los Balkanes. Italia, con el tratado �talo-rumano, se ha atra�do a Rumania. Bulgaria est� bajo un gobierno fascista que reconoce en Roma la metr�poli espiritual de la reacci�n. Grecia, por su posici�n respecto de Turqu�a, no tiene m�s remedio que entrar en una v�a de enten�dimiento y cooperaci�n con Italia, cuya pol�tica balk�nica, adem�s, aparece sostenida y financiada por Inglaterra que conserva su autoridad en Atenas. 

Los Balkanes representaron antes de 1914 un foco de asechanzas para la paz europea, por el conflicto constante entre Rusia y los Imperios Centrales, aliados de Turqu�a. La paz de 1918 no ha neutralizado esta zona peligrosa. Cada d�a los Balkanes recobran m�s claramente su anti�gua funci�n. Las protagonistas del conflicto han cambiado. El escenario no es exactamente el mismo. Pero el choque de las potencias se re nueva. 

La pol�tica fascista es, obligadamente, la que m�s inmediatamente agrava este problema. Mussolini extrae su m�xima fuerza de su programa de expansi�n. Ha prometido al pueblo italiano, que es empujado a la expansi�n por el desequilibrio entre su demograf�a y su econom�a, un imperio digno de la tradici�n romana. Esta promesa permite a Mussolini exigir de su pueblo un esfuerzo obediente y disciplinado para mejorar las condiciones financieras e industriales de Italia. La situaci�n europea �a pesar del tratado de Locarno y de la estabilizaci�n capitalista� alimenta la esperanza fascista. No se puede prever c�mo responder�a Europa a un s�bito golpe de mano de la Italia fascista. Mussolini, oportunista y maquiav�lico, acecha la ocasi�n de una audaz maniobra internacional. Si la espera resulta demasiado pesada e incierta, el mito fascista perder� su fuerza. 

Marcel Fourrier observa con justicia que Italia no puede alcanzar la expansi�n que ambiciona "sino tomando la v�a de un imperialismo agresivo". "De otra parte, el r�gimen fascista y el poder personal de Mussolini no pueden mantenerse sino en el caso de que se manifiesten capaces de asegurar al capitalismo italiano la misma prosperidad que el bonapartismo y el bismarckismo hab�an asegurado, el uno al capitalismo franc�s, despu�s de 1850, el otro al capitalismo alem�n, despu�s de 1871". 

La Paz de Locarno, tiene que parecerle al m�s beato e iluso dem�crata, demasiado fr�gil y aleatoria mientras Mussolini amenace a Europa con sus sue�os y sus gestos imperiales. El es en la historia europea contempor�nea un gran punto de interrogaci�n. 

Por esto, el contraste entre Italia y Yugoeslavia que, seg�n las �ltimas noticias cablegr�ficas, parece exacerbarse, presenta un marcado inter�s. Servia tiene un oscuro destino en la historia de la Europa burguesa. En su suelo prendi� en 1914 la chispa de la gran conflagraci�n. Ahora Servia se ha engrandecido. El reino servio ha sido reemplazado por el reino servio-croata-esloveno, como tambi�n se llama a Yugoeslavia. Y tal vez con esto su capacidad de fricci�n siniestra se ha acrecentado. Las fronteras que le acord� la paz aliada, limitan por uno de los lados, en que su presi�n es mayor, al imperialismo fascista. 

No es probable que el problema de Albania provoque, a corto plazo, el choque. Pero es evidente que constituye una de las causas de fricci�n que mantiene encendidos e irritados los flancos que ah� se tocan de Italia y Yugoeslavia.

   


NOTA: 

* Publicado en Variedades, Lima, 23 de Abril de 1927.