OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
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LA RUPTURA ANGLO-RUSA*
No se puede decir en rigor que la ruptura de relaciones diplom�ticas entre Inglaterra y Rusia, interrumpa o amenace la paz entre el capitalismo brit�nico y el comunismo ruso, por la sencilla raz�n de que esa paz no ha existido nunca. El gobierno ingl�s y el gobierno bolchevique, entraron primero en negociaciones y despu�s en relaciones diplom�ticas, para hacerse mejor la guerra. El estado de guerra, activo o latente, visible u oculto, no ha cesado entre uno y otro gobierno desde el nacimiento del de los soviets. La lucha ha tenido en los nueve a�os transcurridos desde la revoluci�n de octubre, diversos grados de intensidad, distintas fases de desarrollo, pero en ning�n momento ha sido ni ha podido ser suspendida por una ni otra parte. No obstante el per�odo llamado de estabilizaci�n capitalista, ni el capitalismo ni el comunismo han desarmado. Inglaterra rompe con Rusia por razones de pol�tica inglesa. El gobierno conservador, forxado por la l�gica de la situaci�n, m�s que por la presi�n de sus extremistas, se encuentra en el caso de actuar una pol�tica resueltamente reaccionaria. El �xito de esta ofensiva, �que en el orden interno tiene su expresi�n en el bill contra la huelga y en el orden interno en la ruptura con Rusia�, es para los conservadores, m�s precisamente para el m�todo conservador, una cuesti�n de vida o muerte. La propaganda comunista no se ha hecho m�s amenazadora que antes en Europa. Por el contrario, en los pa�ses occidentales, como una consecuencia de las ilusiones, y tambi�n de las realidades, del per�odo de estabilizaci�n capitalista, esa propaganda ha perdido terreno. Pero, en cambio, la agitaci�n revolucionaria se ha tornado inquietante en Asia y Africa, donde ataca y socava las posiciones del Imperio Brit�nico. En especial, la revoluci�n china ha costado al imperio ingl�s �al "orgullo" y al "prestigio" ingleses� muy caras derrotas. Y de todo esto, el gobierno conservador de Baldwin necesita culpar a Rusia, para justificar integralmente su pol�tica agresiva frente a las revoluciones nacionales de Oriente y frente a la propia clase obrera inglesa. Lo que est� inmediatamente en peligro es el Imperio Brit�nico. El capitalismo occidental, puede subsistir, ciertamente, despu�s de que hayan desaparecido la hegemon�a y la potencia inglesas. Mas al gobierno de Inglaterra le toca sostener que esto no es posible y que la suerte del Imperio Brit�nico y de la sociedad capitalista son consustanciales y est�n mancomunadas. El hecho de que, verdaderamente, no lo sean, constituye el signo m�s evidente de que la Gran Breta�a ha perdido el primer puesto en la pol�tica mundial. El eje de la organizaci�n capitalista se ha desplazado de Inglaterra a los Estados Unidos. �En qu� instante se ha cumplido, precisamente, este desplazamiento? Tal vez no sea posible decirlo, del mismo modo que no es posible asir exactamente el instante en que concluye el d�a, sin que por esto sea posible dudar luego de la llegada de la noche. Antes, la Gran Breta�a al hacer una pol�tica brit�nica hac�a una pol�tica europea y occidental. Uno y otro hecho, uno y otro t�rmino se identificaban. Ahora, vemos claramente que esto no sucede ya. La Gran Breta�a ha dejado de representar los m�ximos intereses materiales y pol�ticos de la civilizaci�n capitalista. Econ�mica, y por ende pol�ticamente, Europa cae, cada d�a m�s, bajo la dependencia de los Estados Unidos. Y la Gran Breta�a no pue�de sustraerse a este destino. Es probable que la se�al del desplazamiento del eje capitalista de Inglaterra a Estados Unidos haya sido la sus�cripci�n del plan Dawes. Imponiendo a Europa este modo de arreglo de la deuda alemana, los Estados Unidos volvieron a asumir en la liqui�daci�n de la guerra la funci�n que les dio Wilson en las conferencias de la paz antes del fracaso pr�ctico de su programa de reorganizaci�n mundial. Rusia y Estados Unidos son hoy los dos polos de la historia del mundo. Por esto, al romper sus relaciones con Rusia, la Gran Breta�a ha ejecutado un acto de mucha menor trascendencia mundial que hace tres a�os al restablecerlas. Entonces el reconocimiento bri�t�nico, reforz� en el Occidente la posici�n del gobierno de los Soviets. Hoy la ruptura no la debilita, evidentemente, en la misma medida. Alemania necesita mantener su colaboraci�n co�mercial con Rusia., Italia, dentro del programa imperialista de Mussolini, tiene que seguir en sus asuntos internacionales, y sobre todo respec�to de Rusia, una l�nea italiana m�s bien que una l�nea brit�nica. Francia, bajo la direcci�n de un piloto tan reaccionario y peque�o-burgu�s como Poincar�, seguir� denunciando estridentemente la revoluci�n rusa como un crimen de lesa civili�zaci�n; pero frente a Rusia, como frente a la China, se guardar� de comprometer in�tilmente su posici�n en obsequio a Inglaterra. La actitud inglesa ha alcanzado su m�xima potencia cuando han hablado aprob�ndola, por boca de uno de sus embajadores, los Estados Unidos. Pero esta declaraci�n yanqui no pod�a faltar. Justamente porque los Estados Unidos son en la actualidad la sede del capitalismo, deben sostener a la Gran Breta�a contra Rusia. Claro que esta solidaridad se limita a los intere�ses generales de la civilizaci�n occidental o ca�pitalista, sin abrazar, m�nimamente, los intere�ses particulares del Imperio Brit�nico, en fre�cuente contraste con los del Imperio yanqui. Rusia ha pretendido en la Conferencia Econ�mica de Ginebra que los representantes de las naciones participantes en esa asamblea interna�cional, proclamasen como postulado fundamen�tal de la reconstrucci�n econ�mica de Europa, el reconocimiento categ�rico de que el sistema capitalista y el sistema socialista pueden coexis�tir. La conferencia se ha clausurado sin resolver este problema; pero tampoco ha podido des�cartarlo. Y sus conclusiones entra�an la confe�si�n t�cita de que muy poco es lo que se puede avanzar efectivamente en un trabajo de restau�raci�n europea sin resolver el problema planteado por Rusia. La ruptura anglo-rusa significa un paso atr�s en el camino de su soluci�n. Este hecho define el sentido y el alcance de la conducta inglesa mejor que ning�n otro. La presenta en oposici�n con intereses y necesidades de la eco�nom�a europea que los t�cnicos de ese continen�te, reunidos en Ginebra, han tenido que reco�nocer.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 4 de Junio de 1927.
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