OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

IDEOLOG�A Y POL�TICA

 

LA CENTRAL SINDICAL DEL
PROLETARIADO PERUANO
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El Comit� provisional de la Confederaci�n General de Trabajadores del Per� ha iniciado sus labores. Hasta la fecha, todas las organizaciones obreras de efectivos importantes y existencia real participan en este trabajo de constituci�n de una central obrera peruana. Hablamos, se entiende, de las organizaciones de car�cter sindical, las �nicas, adem�s, que representan gremios y masas. Los "amarillos", los mercenarios, servidores incondicionales de la burgues�a, no entran ni entrar�n jam�s para nada en nuestros c�lculos: no han representado nunca al proletariado industrial ni campesino, sino a fluctuantes agrupaciones de artesanos sin principios.

La formaci�n del Comit� provisional de la C.G.T.P. constituye el primer esfuerzo para establecer seriamente una central sindical unitaria que unifique y dirija todas las fuerzas proletarias del pa�s. La Federaci�n Obrera Regional Peruana, surgida de la agitaci�n de Mayo de 1919, no lleg� a funcionar como organismo nacional, ni intent� la obra de propaganda y organizaci�n que presupone una verdadera central. Por esto, reconociendo los limites dentro de los cuales se desenvolv�a en realidad la actividad de los sindicatos de la capital, se adopt� en el primer Congreso Obrero el acuerdo de constituir la Federaci�n Obrera Local. La l�gica tarea del segundo Congreso Obrero, debi� ser, en 1927, el debate y votaci�n de las resoluciones destinadas a dar vida a una central nacional. La cuesti�n figuraba en la orden del congreso y algo se avanz� en el sentido de considerarla y resolverla; pero el debate suscitado en torno de una cuesti�n err�neamente planteada -la orientaci�n doctrinal- y la represi�n de junio, malograron, como es sabido, el �xito de este segundo congreso.

La necesidad de constituir una central se ha dejado sentir m�s marcadamente en los dos altos transcurridos desde entonces. El acuerdo que el desarrollo de la acci�n clasista exig�a a principios de 1927 del segundo Congreso Obrero de Lima, se impone hoy m�s perentoria y apremiantemente que nunca. El movimiento obrero sale de su etapa aparco-sindical, aleccionado por la experiencia de sus luchas y derrotas, para entrar en una etapa en que un sentido clasista de la organizaci�n obrera prevalece sobre el antiguo sentido corporativo, aun no del todo vencido, y que imped�a al proletariado industrial de Lima y el Callao darse cuenta de que mientras no ligara sus reivindicaciones con las del proletariado de provincias -industrial, minero y campesino-, ayudando a �ste a organizarse, sobre la base del principio clasista, la m�s ardua y trascendental tarea estar�a �ntegramente por abordar.

No faltan militantes aferrados a la idea de que la organizaci�n de sindicatos en la Rep�blica debe preceder a la de una central nacional. Sin duda, todo militante debe trabajar; dentro de la industria a que pertenece, por aprovechar los elementos y oportunidades de agrupaci�n sindical. Pero la central tiene, precisamente, por objeto ayudar a los obreros, en todo lugar y en toda industria, a organizarse sindicalmente. M�s f�cil ser� avanzar en esta labor, a base de la solidaridad de los sindicatos existentes, que representan a masas considerables y conscientes, que sin un organismo ni un programa de concentraci�n. Esta es una verdad evidente e incontestable. El funcionamiento de una central, basada en el principio de lucha de clases y de �unidad proletaria�, eliminando el peligro de los debates mal llamados ideol�gicos, que tanto han dividido hasta hoy a la vanguardia proletaria, sirve adem�s para evitar desviaciones -moment�neas sin duda- como la que ha habido que deplorar �ltimamente en la directiva de la Federaci�n de Choferes, al contemplar la cuesti�n del servicio vial con un criterio completamente corporativo, al renunciar a su tradici�n de lucha contra el "amarillismo" y el "lacayismo" del Centro Uni�n de Choferes, etc.

Por fortuna, la comprobaci�n de la necesidad de que el proletariado peruano cuente con una central unitaria se abre paso cada d�a m�s en la conciencia de las masas. La actividad del comit� de la C.G.T.P. corresponde no s�lo a la determinaci�n del n�cleo que inici� la concentraci�n de la que eman� el comit� 1� de mayo y su manifiesto a la clase trabajadora, sino a una necesidad objetiva, a una exigencia evidente de la acci�n clasista.

Ha comenzado a recibir el comit� provisional de la C.G.T.P. adhesiones de los grupos obreros de provincias. A medida que se conozcan en toda la Rep�blica los objetivos de la central en organizaci�n, tiene que acentuarse esta corriente de solidaridad de las masas trabajadoras del pa�s con la fuerte vanguardia agrupada en la Confederaci�n.

Por cierto, ser�a prematuro pretender de esta central, que debe hacer frente a tareas urgentes de constituci�n, la atenci�n inmediata y eficiente de los conflictos que se producen en f�bricas o industrias. La Confederaci�n General de Trabajadores del Per� necesita existir formal y org�nicamente para cumplir su funci�n en todos sus aspectos.


 

NOTAS: 

1 Publicado en "Amauta", N� 21, junio de 1929, p�gs. 89 y 90, en la secci�n �Movimiento Sindical" de �Panorama M�vil".