OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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LA ESCENA CONTEMPORANEA |
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EL DEBATE DE LAS DEUDAS INTER-ALIADAS
Nadie puede asombrase de que, seis a�os despu�s de la suscripci�n del pacto de Versalles, las potencias aliadas no hayan podido a�n ponerse de acuerdo con Alemania respecto a la ejecuci�n de ese tratado. El mismo plazo no ha sido bastante para que las potencias aliadas se hayan puesto de acuerdo entre ellas. No ha sido bastante siquiera para que se hayan puesto de acuerdo consigo mismas. En ninguna de las potencias vencedoras se entienden las gentes sobre el mejor m�todo de liquidar las consecuencias de la guerra. Las divide, primero, la lucha de clases. Las sub-divide, luego, la lucha de los partidos. La clase gobernante, o sea la clase burguesa, no tiene un programa com�n. Cada l�der, cada grupo, se aferra a su propio punto de vista. El desacuerdo, en una palabra, se multiplica hasta el infinito. Nitti llama a esto "la tragedia de Europa". Los problemas pol�ticos se enlazan, en la retina del pol�tico italiano, con los problemas econ�micos. Y, en �ltimo an�lisis, la crisis econ�mica, pol�tica y moral se convierte en una crisis de la civilizaci�n europea. Keynes, menos, panor�mico, no ve casi en esta crisis sino "las consecuencias econ�micas de la paz", Entre los dos m�s ilustres y tenaces propugnadores de una pol�tica de reconstrucci�n, el acuerdo, por consiguiente no es completo. La diferencia de temperamento produce una diferencia de visi�n. Keynes reacciona, ante la crisis, como economista; Nitti reacciona, adem�s, como pol�tico. Y la opini�n misma de estos hombres no es hoy rigurosamente la de hace cinco o cuatro a�os. Las consecuencias econ�micas de la paz se han modificado ose han complicado definitivamente. El pensamiento de quienes pretenden arreglarlas; dentro de una perfecta coherencia, ha tenido, que modificarse o complicarse. No ha podido dejar de adaptarse a los nuevos hechos. Y a veces ha debido, en apariencia al menos, contradecirse. A prop�sito de las deudas inter-aliadas, uno de los m�s enredados problemas de la paz, Keynes ha sido acusado, recientemente, de una contradicci�n. En sus estudios sobre este problema Keynes hab�a arribado a la conclusi�n de que las deudas inter-aliadas deb�an ser condonadas. En un art�culo �ltimo, ha abandonado virtualmente esta conclusi�n. Como ciudadano brit�nico, como hombre pr�ctico; Keynes se encuentra frente a un hecho nuevo. Inglaterra ha reconocido su deuda a los Estados Unidos. M�s a�n, ha empezado a amortizarla. La cuesti�n de las deudas interaliadas ha quedado, por consiguiente, planteada en t�rminos distintos. Keynes no ha cambiado de opini�n acerca de las deudas inter-aliadas; pero s� ha cambiado de opini�n acerca de la posibilidad de anularlas. Keynes acepta totalmente la tesis del tesoro franc�s, de que las deudas �nteraliadas no son deudas comerciales sino deudas "pol�ticas". Su propia tesis es mucho m�s radical. Piensa Keynes que, en verdad, no se trata de deudas propiamente dichas. "Cada uno de los aliados �escribe� arroj� en el conflicto mundial todas sus energ�as. La guerra fue, como dicen los americanos, al ciento por ciento. Pero, sabiamente y justamente, cada uno de los aliados no emple� sus fuerzas del mismo modo. Por ejemplo el esfuerzo de Francia fue principalmente militar. Relativa�mente al n�mero de hombres que, en proporci�n a su poblaci�n, puso en el campo, y por, el he�cho de que parte de su territorio fue ocupado por el enemigo, Francia no contaba, despu�s del primer a�o de guerra, con suficientes fuerzas eco�n�micas para equipar su ej�rcito y alimentar su poblaci�n de suerte de poder seguir combatiendo. El esfuerzo militar ingl�s si bien important�simo, no fue tan grande como el franc�s; el esfuerzo naval brit�nico fue, en tanto, mayor que el fran�c�s; y el financiero fue tambi�n m�s vasto porque tuvimos, antes de la intervenci�n americana, que emplear toda nuestra riqueza y toda nuestra fuerza industrial en ayudar, equipar y alimentar a los aliados. El esfuerzo americano fue principalmente financiero". Keynes sostiene que a la causa com�n cada potencia aliada dio todo lo que pudo. Unos aportaron m�s hombres que vituallas; otros aportaron m�s dinero que hombres. El dinero, en suma, no era prestado por un aliado a otro. Era simplemente movilizado de un frente financiero a otro, en servicio de una campa�a com�n. �Por qu� entonces se hablaba oficialmen�te de cr�ditos o de pr�stamos y no de subsidios? Porque as� lo exig�a la necesidad de que los fondos fueran administrados con mesura. El tesoro ingl�s o el tesoro norteamericano no ten�an otro medio de controlar al tesoro franc�s o al tesoro italiano, y de evitar los despilfarros del capital interaliado. "Si cada uno de los funcionarios aliados �observa Keynes� hasta aqu�llos dotados de menor sentido de responsabilidad o de menor poder de imaginaci�n, hubiese sabido que gastaba dinero de otro pa�s, los incentivos a la econom�a habr�an sido menores de lo que fueron". Y �sta no es una interpretaci�n personal de Keynes de la conducta financiera de Inglaterra y de Norte Am�rica. Durante la guerra, Keynes ha sido un alto funcionario del tesoro brit�nico. En consecuencia, ha estado enterado de toda la trastienda de la pol�tica financiera de su pa�s. Pero Keynes, que reafirma de modo tan inequ�voco y expl�cito su convicci�n de que las deudas inter-aliadas no son tales deudas, no insiste ya en proponer su condonaci�n. "Mirando al pasado �explica� creo que habr�a sido un acto de alta pol�tica y de sabidur�a de parte de Inglaterra si, al d�a siguiente del armisticio, hubiese anunciado a los aliados que todas sus decidas que daban olvidadas desde ese d�a. Ahora no es viable tal l�nea de conducta. Los ingleses se han comprometido a pagar a Norte Am�rica medio mill�n de d�lares al d�a por sesenta a�os". Una soluci�n del problema no puede prescindir de este hecho. Mientras Inglaterra pague a los Estados Unidos, no renunciar� a ser pagada tambi�n por Francia e Italia. No se avendr� tampoco a que los Estados Unidos concedan a estas dos potencias un tratamiento de favor. �Qu� hacer entonces? Keynes cree que la base de un arreglo podr�a ser la siguiente: la aplicaci�n, al servicio de las deudas inter-aliadas, de una parte de la suma anual que Francia e Italia reciben de. Alemania, conforme al plan Dawes.1 Una tercera arte, por ejemplo, El debate de las deudas �nter-aliadas ha entrado as� en una nueva fase. Francia ha formulado, oficialmente, la distinci�n entre sus deudas comerciales y sus deudas pol�ticas. Esto quiere decir que el pago de las deudas comerciales ser� arreglado comercialmente, mientras que el pago de las deudas pol�ticas ser� arreglado pol�ticamente. El tema de las deudas inter-aliadas reemplaza al de las reparaciones. Francia, durante el gobierno del Bloque Nacional, no se ocup� casi sino de su acreencia contra Alemania. Liquidada en Londres, por el plan Dawes, la ilusi�n de que las reparaciones dar�an para todo, Francia se ve ahora obligada a ocuparse de su deuda a Inglaterra y a los Estados Unidos. Sus aliados le recuerdan cort�smente su cuenta. En Inglaterra y en los Estados Unidos prevalece, en el gobierno, un criterio firmemente ad�verso a la condonaci�n. El programa m�nimo de Francia, e Italia solicita una reducci�n de la deuda interaliada, proporcional a la reducci�n de la deuda alemana. Los propugnadores de la condonaci�n se sienten m�s o menos abandonados por Keynes, en esta campa�a. Y, por esto, reaccionan contra su �ltima actitud. �Keynes mantiene �ntegramente su concepto sobre las deudas interaliadas? S�, lo mantiene �ntegramente. �Por qu� entonces admite ahora la necesidad de, que esas deudas, que su argumentaci�n declara inexistentes, sean reconocidas? Keynes, responde que la cuesti�n ha sido modificada, de hecho, por los pagos de Inglaterra. Un hombre de estado ingl�s no puede obstinarse r�gidamente en un principio. Escapada la oportunidad de aplicar el principio, hay que resignarse a sacrificarlo en parte. Pero los contradictores de Keynes no creen que, efectivamente, la oportunidad de anular las deudas inter-aliadas haya pasado. La dial�ctica del economista brit�nico no los persuade a este respecto. Inglaterra ha comenzado a pagar su deuda a los Estados Unidos. Mas la pol�tica del tesoro brit�nico no puede comprometer la pol�tica del tesoro franc�s ni del tesoro italiano. El tesoro brit�nico paga no s�lo porque le es posible pagar sino, sobre todo, porque le conviene pagar. Empezando el servicio de su deuda, Inglaterra ha mejorado su cr�dito y ha saneado su moneda. La li�bra esterlina, cotizada antes a 3.80 en Nueva York, se cotiza ahora a 4.84. Inglaterra ha hecho una operaci�n ventajosa. Y la ha hecho por su propia cuenta, sin consultar a sus aliados. �C�mo puede oponerse a que sus aliados, por su propia cuenta tambi�n, repudien una deuda ficticia? La raz�n de que Inglaterra, obedeciendo a un inter�s distinto y concreto, no la ha repudiado es por lo menos insuficiente. La �nica raz�n v�lida es la de que Francia e Italia necesitan usar, su cr�dito en Inglaterra y los Estados Unidos y, por consiguiente, no pueden exigir de estas potencias mas le lo que se demuestran dispuestas a conceder. Francia e Italia no tienen bastante independencia financiera para prescindir de los servicios de la finanzas anglo-americanas. Les tocar�, por consiguiente, aceptar, m�s o menos atenuado y, disimulado, un plan Dawes que dejar� subsistentes las deudas interaliadas. O sea uno de los problemas de la paz que alimentan la crisis europea. NOTAS: 1 Charles Dawes, pol�tico y economista norteamericano, propuso un plan para el pago de las deudas alemanas de la Primera Guerra Mundial. |
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