OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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LA ESCENA CONTEMPORANEA |
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GEORGE GROSZ
George Grosz, reputado como uno de los mayores dibujantes de Alemania, desconcierta con su agresividad a los p�blicos europeos. Merece ser presentado como el autor de la m�s vehemente requisitoria que, en los �ltimos tiempos, se haya pronunciado contra la vieja Alemania. Grosz ha hecho el retrato m�s genial y m�s crudo de la burgues�a tudesca. Sus dibujos desnudan el alma de los junckers,1 los banqueros, los rentistas etc. De toda la adiposa y ventruda gente a la cual el pobrediablismo de otros artistas respeta y saluda servilmente como a una �lite. Grosz define, mejor que ning�n artista, mejor que ning�n literato, mejor que ning�n psiquiatra, los tipos en quienes se concreta la decadencia espiritual, la miseria ps�quica de una casta agotada y decr�pita. Es un psic�logo. Es un psicoanalista. La psicolog�a de sus personajes acusa constantemente una baja sensualidad. El l�piz de Grosz estudia todos los estados y todos los gestos de su lib�dine. Lib�dine de dinero y lib�dine carnal. En la atm�sfera de sus restaurants, de sus casinos, de sus cabarets, flota un relente de sensualidad exasperada. El repleto schieber,2 delante de la mesa donde ha cenado en la grata compa��a de una amiga ping�e, degusta su champa�a con un reg�eldo de digesti�n obscena. No es George Grosz, sin embargo, un caricaturista. Su arte no es bufo. Ante uno de sus dibujos, no es el caso de hablar de caricatura. George Grosz no deforma, c�micamente, la naturaleza. La interpreta, la desviste, con una terrible fuerza para poseer y revelar su �ntima verdad. Pertenece este artista a la categor�a de Goya. Es un Goya explosivo. Un Goya moderno. Un Goya revolucionario. En esta �poca se le podr�a clasificar te�ricamente dentro del superrealismo. Ren� Arcos, a prop�sito de esta clasificaci�n, escribe que para designar su tendencia la palabra realismo le parece ampliamente suficiente. "Si algunos han cre�do que este vocablo merec�a pasar al retiro �opina� es porque no ha encontrado todav�a servidores dignos de �l. Nadie pensar� siquiera sostener que los artistas y escritores de la �poca naturalista no se han contado entre los menos realistas. Todos casi se han detenido en la apariencia exterior de los seres y de las cosas. El realismo se encuentra a�n en sus comienzos. Me refiero al realismo interior, al intrarealismo, si esta palabra no asusta". Superrealista o realista, George Grosz es un artista del m�s alto rango. Su dibujo, de una simplicidad infantil, es, al mismo tiempo, de una fuerza de expresi�n que parece superar todas las posibilidades. Cuenta Grosz que la manera de los ni�os lo sedujo siempre. En este rasgo de su arte se reconoce y se identifica uno de los sentimientos que lo emparientan con el expresionismo y, en general, con las escuelas del arte ultra-moderno. Piensa Grosz que un impulso revolucionario mueve al verdadero artista. El verdadero artista trabaja sin preocuparse del gusto y del consenso de su �poca. Le importa poco estar de acuerdo con sus contempor�neos. Lo que le importa es estar de acuerdo consigo mismo. Obedece � su inspiraci�n individual. Produce para el porvenir. Deja su obra al fallo de las generaciones futuras. Sabe que la humanidad cambiar�. Se siente destinado a contribuir con su obra a este cambio. En sus primeros tiempos, Grosz se entreg�, como otros artistas nacidos bajo el mismo signo, a un esc�ptico y desesperado individualismo. Se encastill� en una enfermiza superestimaci�n del arte. Sufri� una crisis de aguda y ac�rrima misantrop�a. Los hombres, seg�n su pesimista filosof�a de entonces, se distingu�an en dos especies: malvados e imb�ciles. La guerra modific� totalmente su eg�latra y hura�a concepci�n de la vida y de la humanidad. "Muchos de mis camaradas �dice Grosz� acog�an bien mis dibujos, compart�an mis sentimientos. Esta constataci�n me produjo m�s placer que la recompensa de un amateur3 cualquiera de cuadros, que pod�a apreciar mi trabajo �nicamente bajo el punto de vista especulativo. En esa �poca yo empec� a dibujar no s�lo porque en esto encontraba una complacencia sino porque otros participaban de mi estado de esp�ritu. Comenc� a ver que exist�a un fin mejor que el de trabajar para s� o para los comerciantes de cuadros�. El caso Grosz, desde este punto de vista, se semeja al caso Barbusse. Como Barbusse, Grosz proced�a de una generaci�n esc�ptica, individualista y negativa. La guerra le ense�� un camino nuevo. La guerra le revel� que los hombres que repudian y condenan el presente no est�n solos. En las trincheras, Grosz descubri� a la humanidad. Antes no hab�a conocido sino a su sedicente elite; la costra muerta e inerme que flota sobre la superficie de las aguas inquietas y vivientes. "Hoy �declara Grosz� ya no odio a los hombres sin distinci�n; hoy, odio vuestras n alas instituciones y sus defensores. Y S tengo una esperanza es la de ver desaparecer estas instituciones y la clase que las protege. Mi trabajo est� al servicio de esta esperanza. Millones de hombres la comparten conmigo: millones de hombres que no son evidentemente amateurs de arte, ni mecenas, ni mercaderes de cuadros�. Este arte �del cual el p�blico elegante y la cr�tica burguesa no perciben y admiran sino los elementos formales y exteriores, el humorismo, la t�cnica, la agresividad, la penetraci�n� se alimenta de una emoci�n religiosa, de un sentimiento m�stico. La fuerza de expresi�n de Grosz nace de su fe, de su pathos. El escritor italiano Italo Tavolato constata, acertadamente, que la obra de Grosz se eleva a un dominio metaf�sico. "El burgu�s �dice� tal como lo entiende Grosz, equivale al pecador del mito cristiano, s�mbolo el uno y el otro de la imperfecci�n org�nica, personificaciones irresponsables de los defectos de la creaci�n, productos de una experiencia frustrada de la naturaleza. Y si, como lo quieren todas las religiones, el primero y el �nico deber del hombre es la perfecci�n, es decir el genio, el burgu�s es en este caso aquel que no ha tenido el �nimo de conquistar un rango superior en la humanidad, que no ha sabido adue�arse de algunas part�culas de la sustancia divina, que por el contrario se ha resignado y fosilizado a medio camino". Es esto lo que diferencia a George Grosz de otros artistas de las escuelas de vanguardia. Es esto lo que da profundidad a su realismo. La mayor parte de los expresionistas, de los futuristas, de los cubistas, de los superrealistas,4 etc., se debaten en una b�squeda exasperada y est�ril que los conduce a las m�s bizarras e in�tiles aventuras. Su alma est� vac�a; su vida est� desierta. Les falta un mito, un sentimiento, una m�stica, capaces de fecundar su obra y su inspiraci�n. Les preocupa el instrumento; no les preocupa el fin. Una vez hallado, el instrumento no les sirve sino para inventar una nueva escuela. Grosz es un poco super-realista, un poco dada�sta, un poco futurista. Pero a ninguna de estas escuelas �en ninguna de las cuales su genio se deja encasillar� le debe los ingredientes espirituales, los elementos superiores de su arte. NOTAS: 1 Terratenientes prusianos. 2 Bandeja. 3 Aficionado. 4 Ver los ensayos de Jos� Carlos Mari�tegui, del capitulo "T�picos de arte moderno" en El Artista y la �poca. |
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