OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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LA ESCENA CONTEMPORANEA |
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HENRI BARBUSSE
El caso de Barbusse es uno de los que mejor nos instruyen sobre el drama de la inteligencia contempor�nea. Est� drama no puede ser bien comprendido sino por quienes lo han vivido un poco. Es un drama silencioso, sin espectadores y sin comentadores, como casi todos los grandes dramas de la vida. Su argumento, dicho en pocas y pobres palabras, es �ste: la Inteligencia demasiado enferma de ideas negativas, esc�pticas; di�solventes, nihilistas, no puede ya volver, arrepentida, a los mitos viejos y no puede todav�a acep�tar la verdad nueva. Barbusse ha sufrido todas sus dudas, todas sus vacilaciones. Pero su inquie�tud ha conseguido superarlas. En su alma se ha abierto paso una nueva intuici�n del mundo. Sus ojos, repentinamente iluminados, han visto aun resplandor en el abismo. Ese resplandor es la Revoluci�n. Hacia �l marcha Barbusse por la senda oscura y tempestuosa que a otros aterra. Los libros de Barbusse marcan las diversas es�taciones de la trayectoria de su esp�ritu. Los pri�meros libros de Barbusse, Pleureuses,1 versos, y Les Suppliants,2 novela, son dos estancias me�lanc�licas de su poes�a, son dos datos de su juven�tud. Su arte madura en L'Enfer3 y en Nous Au�tres,4 libros desolados, pesimistas, acerbos. La poes�a barbussiana llega al umbral de estos tiem�pos procelosos con una pesada carga de tristeza y desencanto. L'Enfer tiene un amargo acento de desesperanza. Pero el pesimismo de Barbusse no es cruel, no es corrosivo, como, por ejemplo, el de Andre�ev. Es un pesimismo piadoso, es un pe�simismo fecundo. Barbusse constata que la vida es dolorosa y tr�gica; pero no la maldice. Hay en su poes�a, a�n en sus m�s angustiosas peregrinaciones, un amor, una caridad infinitos. An�te la miseria y el dolor humano, su gesto est� siempre lleno de ternura y de piedad por el hom�bre. El hombre es d�bil, es peque�o, es miserable, es a veces grotesco. Y precisamente por esto no debe ser befado, no merece ser detractado. Esta era la, actitud espiritual de Barbusse cuan�do vino la guerra. Barbusse fue, uno de sus acto�res an�nimos, uno de sus soldados ignotos. Es�cribi� con la sangre de la gran tragedia una do�lorosa cr�nica de las trincheras: El Fuego. Le Feu, describe todo el horror, toda la brutalidad, todo el fango, de la guerra, de esa guerra que la locura de Marinetti llamaba "la �nica higiene del mundo". Pero, sobre todo, El Fuego es una protesta contra la matanza. La guerra hizo de Barbusse un rebelde. Barbusse sinti� el deber de trabajar por el advenimiento de una sociedad nueva. Comprendi� la ineptitud y la esterilidad de las actitudes negativas. Fund� entonces el gru�po Claridad, germen de una Internacional del Pensamiento. Clarte fue, en un principio, un ho�gar intelectual donde se mezclaban, con Henri Barbusse y Anatole France, muchos vagos pacifis�tas, muchos indefinidos rebeldes. La misma es�tructura espiritual ten�a la Asociaci�n Republica�na de Ex-combatientes, creada tambi�n por Bar�busse para reunir alrededor del ideal pacifista a todos los soldados, a todos los vencidos de la guerra. Barbusse y Clart� siguieron la idea pa�cifista y revolucionaria hasta sus �ltimas conse�cuencias. Se dieron, se entregaron cada vez m�s a la Revoluci�n. A este per�odo de la vida de Barbusse perte�necen La Lueur dans l'Abime5 y Le Couteau en�tre les Dents.6 El Cuchillo entre los Dientes es un llamamiento a los intelectuales. Barbusse recuer�da a los intelectuales el deber revolucionario de la Inteligencia. La funci�n de la Inteligencia es creadora. No debe, por ende, conformarse con la subsistencia de una forma social que su cr�tica ha atacado y corro�do tan en�rgicamente. El ej�r�cito innumerable de los humildes, de los pobres, de los miserables, se ha puesto resueltamente en marcha hacia la Utop�a que la Inteligencia, en sus horas generosas, fecundas y videntes, ha conce�birlo. Abandonar a los humildes, a los pobres, en su batalla contra la iniquidad es una deserci�n cobarde. El pretexto de la repugnancia a la po�l�tica es un pretexto femenino y pueril. La pol�tica es hoy la �nica grande actividad creadora. Es la realizaci�n de un inmenso ideal humano. La pol�tica se ennoblece, se dignifica, se eleva cuando es revolucionaria. Y la verdad de nues�tra �poca es la Revoluci�n. La revoluci�n que se�r� para los pobres no s�lo la conquista del pan, sino tambi�n la conquista de la belleza, del arte, del pensamiento y de todas las complacencias del esp�ritu. Barbusse no se dirige, naturalmente, a los in�telectuales degradados por una larga y mansa servidumbre. No se dirige a los juglares, a los bufones, a los cortesanos del poder y del dinero. No se dirige a la turba inepta y emasculada de los que se contentan, ramplonamente, con su oficio de artesanos de la palabra. Se dirige a los intelectuales y artistas libres, a los intelectuales y artistas j�venes. Se dirige a la Inteligencia y al Esp�ritu. NOTAS: 1 ver I.O. 2 ver I.O. 3 Traducido al castellano con el t�tulo "El Infierno". 4 Ver I. O. 5 "Un resplandor en el abismo". 6 "El cuchillo entre los dientes". |
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