OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

LA ESCENA CONTEMPORANEA

 

  

TROTSKY1

 

 

Trotsky no es s�lo un protagonista sino tambi�n un fil�sofo, un historiador y un cr�tico de la Revoluci�n. Ning�n l�der de la Revoluci�n puede carecer, naturalmente, de una visi�n panor�mica y certera de sus ra�ces y de su g�nesis. Lenin, verbigracia, se distingui� por una singular fa�cultad para percibir y entender la direcci�n de la historia contempor�nea y el sentido de sus acon�tecimientos. Pero los penetrantes estudios de Le�nin no abarcaron sino las cuestiones pol�ticas y econ�micas. Trotsky, en cambio, se ha interesado adem�s por las consecuencias de la Revoluci�n en la filosof�a y en el arte.

Polemiza Trotsky con los escritores y artistas que anuncian el advenimiento de un arte nuevo, la aparici�n de un arte proletario. �Posee ya la Revoluci�n un arte propio? Trotsky mueve la cabeza. "La cultura �escribe� no es la primera fase de un bienestar: es un resultado final". El proletariado gasta actualmente sus energ�as en la lucha por abatir a la burgues�a y en el trabajo de resolver sus problemas econ�micos, pol�ticos, educacionales. El orden nuevo es todav�a demasiado embrionario e incipiente. Se encuentra en un per�odo de formaci�n. Un arte del proletaria�do no puede aparecer a�n. Trotsky define el de�sarrollo del arte como el m�s alto testimonio de la vitalidad y del valor de una �poca. El arte del proletariado no ser� aqu�l que describa los episodios de la lucha revolucionaria; ser�, m�s bien, aqu�l que describa la vida emanada de la revoluci�n, de sus creaciones y de sus frutos. No es, pues, el caso de hablar de un arte nuevo. El arte, como el nuevo orden social, atraviesa un per�odo de tanteos y de ensayos. "La revoluci�n encontrar� en el arte su imagen cuando cese de ser para el artista un cataclismo extra�o a �l". El arte nuevo ser� producido por hombres de una nueva especie. El conflicto entre la realidad moribunda y la realidad naciente durar� largos a�os. Estos a�os ser�n de combate y de malestar. S�lo despu�s que estos a�os transcurran, cuando la nueva organizaci�n humana est� cimentada y asegurada, existir�n las condiciones necesarias para el desenvolvimiento de un arte del proletariado. �Cu�les ser�n los rasgos esenciales de este arte futuro? Trotsky formula algunas previsiones. El arte futuro ser�, a su juicio, "inconciliable con el pesimismo, con el escepticismo y con todas las otras formas de postraci�n intelectual. Estar� lleno de fe creadora, lleno de una fe sin l�mites en el porvenir". No es �sta, ciertamente, una tesis arbitraria. La desesperanza, el nihilismo, la morbosidad que en diversas dosis contiene la literatura contempor�nea son se�ales caracter�sticas de una sociedad fatigada, agotada, decadente. La juventud es optimista, afirmativa, jocunda; la vejez es esc�ptica, negativa y rega�ona. La filosof�a y el arte de una sociedad joven tendr�n, por consiguiente, un acento distinto de la filosof�a y del arte de una sociedad senil.

El pensamiento de Trotsky se interna, por estos caminos, en otras conjeturas y en otras interpretaciones. Los esfuerzos de la cultura y de 1a inteligencia burguesas est�n dirigidos principalmente al progreso de la t�cnica y del mecanismo de la producci�n. La ciencia es aplicada, sobre todo, a la creaci�n de un maquinismo cada d�a m�s perfecto. Los intereses de la clase dominante son adversos a la racionalizaci�n de la producci�n; y son adversos, por ende, a la racionalizaci�n de las costumbres. Las preocupaciones de la humanidad resultan, sobre todo, utilitarias. El ideal de nuestra �poca es la ganancia y el ahorro. La acumulaci�n de riquezas aparece como la mayor finalidad de la vida humana. Y bien. El orden nuevo, el orden revolucionario, racionalizar� y humanizar� las costumbres. Resolver� los problemas que, a causa; de su estructura y de su funci�n, el orden burgu�s es impotente para solucionar. Consentir�. la liberaci�n de la mujer de la servidumbre dom�stica, asegurar� la educaci�n social de los ni�os, libertar� al matrimonio de las preocupaciones econ�micas. El socialismo, tan motejado y acusado de materialista, resulta, en suma, desde este punto de vista, una reivindicaci�n, un renacimiento de valores espirituales y morales, oprimidos por la organizaci�n y los m�todos capitalistas. Si en la �poca capitalista prevalecieron ambiciones e intereses materiales, la �poca proletaria, sus modalidades y sus instituciones se inspirar�n en intereses e ideales �ticos.

La dial�ctica de Trotsky nos conduce a una previsi�n optimista del porvenir del Occidente y de la Humanidad. Spengler anuncia la decadencia total de Occidente. El socialismo, seg�n su teor�a, no es sino una etapa de la trayectoria de una civilizaci�n. Trotsky constata �nicamente la crisis de la cultura burguesa, el tramont� de la sociedad capitalista. Esta cultura, esta sociedad, envejecidas, hastiadas, desaparecen; una nueva cultura, una nueva sociedad emergen de su entra�a. La ascensi�n de una nueva clase dominante, mucho m�s extensa en sus ra�ces, m�s vital en su contenido que la anterior, renovar� y alimentar� las energ�as mentales y morales de la humanidad. El progreso de la humanidad aparecer� entonces dividido en las siguientes etapas principales: antig�edad (r�gimen esclavista); edad media (r�gimen de servidumbre); capitalismo (r�gimen del salario); socialismo (r�gimen de igualdad social).Los veinte, los treinta, los cincuenta a�os que durar� la revoluci�n proletaria, dice Trotsky, marcar�n una �poca de transici�n.

�El hombre que tan sutil y tan hondamente teoriza, es el mismo que arengaba y revistaba al ej�rcito rojo Algunas personas no conocen tal vez, sino al Trotsky de traza marcial de tantos retratos y tantas caricaturas. Al Trotsky del tren blindado, al Trotsky Ministro de Guerra y General�simo, al Trotsky que amenaza a Europa, con una invasi�n napole�nica. Y este Trotsky en verdad no existe. Es casi �nicamente una invenci�n de la prensa. El Trotsky real, el Trotsky verdadero es aqu�l que nos revelan sus escritos. Un libro da siempre de un hombre una imagen m�s exacta y m�s ver�dica que un uniforme Un general�simo, sobre todo, no puede filosofar tan humana y tan humanitariamente. �Os imagin�is a Foch, a Ludendorf a Douglas Haig en la actitud mental de Trotsky?.

La ficci�n del Trotsky marcial, del Trotsky napole�nico, procede de un solo aspecto del rol del c�lebre revolucionario en la Rusia de los Soviets: el comando del ej�rcito rojo. Trotsky, como es notorio, ocup� primeramente el Comisariato de Negocios extranjeros. Pero el sesgo final de las negociaciones de Brest Litowsk2 lo oblig� a abandonar ese ministerio. Trotsky quiso que Rusia opusiera al militarismo alem�n una actitud tolstoyana: que rechazase la paz que se le impon�a y que se cruzase de brazos, indefensa, ante el adversario. Lenin, con mayor sentido pol�tico, prefiri� la capitulaci�n. Trasladado al Comisariato de Guerra, Trotsky recibi� el encargo de organizar el ej�rcito rojo. En esta obra mostr� Trotsky su capacidad de organizador y de realizador. El ej�rcito ruso estaba disuelto. La ca�da del zarismo, el proceso de la revoluci�n, la liquidaci�n de la guerra, produjeron su aniquilamiento. Los Soviets carec�an de elementos para reconstituirlo. Apenas si quedaban, dispersos, algunos materiales b�licos. Los jefes y oficiales monarquistas, a causa de su evidente humor reaccionario, no pod�an ser utilizados. Moment�neamente, Trotsky trat� de servirse del auxilio t�cnico de las misiones militares aliadas, explotando el inter�s de la Entente de recuperar la ayuda de Rusia contra Alemania. Mas las misiones aliadas deseaban, ante todo, la ca�da de los bolcheviques. Si fing�an pactar con ellos era para socavarlos mejor. En las misiones aliadas Trotsky no encontr� sino un colaborador leal: el capit�n Jacques Sadoul,3 miembro de la embajada francesa, que acab� adhiri�ndose a la Revoluci�n, seducido por su ideario y por sus hombres. Los Soviets, finalmente, tuvieron que echar de Rusia a los diplom�ticos y militares de la Entente. Y, dominando todas las dificultades, Trotsky lleg� a crear un poderoso ej�rcito que defendi� victoriosamente a la Revoluci�n de los ataques de todos sus enemigos externos e internos. El n�cleo inicial de este ej�rcito fueron doscientos mil voluntarios de la vanguardia y de la juventud comunista. Pero, en el per�odo de mayor riesgo para los Soviets, Trotsky comand� un ej�rcito de m�s de cinco millones de soldados.

Y, como su �x-general�simo, el ej�rcito rojo es un caso nuevo en la historia militar del mundo. Es un ej�rcito que siente su papel de ej�rcito revolucionario y que no olvida que su fin es la defensa de la revoluci�n. De su �nimo est� excluido, por ende, todo sentimiento espec�fica y marcialmente imperialista. Su disciplina, su organizaci�n y su estructura son revolucionarias. Acaso, mientras el general�simo escrib�a un art�culo sobre Romain Rolland, los soldados evocaban a Tolstoy o le�an a Kropotkin.


NOTAS:

1 Publicado en Variedades, Lima, 19 de abril de 1924. V�anse los ensayos que aparecen en Figuras y Aspectos de la Vida Mundial.

2 Lugar de las negociaciones de paz entre Rusia bolchevique y Alemania kaiseriana y donde se firm� la paz entre ambos pa�ses, con ocasi�n de la Primera Guerra Mundial.

3 Ver el art�culo de J. C. Mari�tegui, sobre el caso de Jacqu�s Sadoul.