OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PER�

 

UN CONGRESO MAS PANAMERICANO QUE CIENTIFICO*

La idea de un congreso continental de todas las ciencias, me parece, ante todo, una idea demasiado presuntuosa y panamericana. La organizaci�n de un congreso de estas dimensiones es una empresa de la cual �nicamente los norteamericanos, armados de sus extraordinarios instrumentos de publicidad y de r�clame, pueden ser los managers. Los norteamericanos disponen, al menos, de los medios de usar en la organizaci�n de un congreso cient�fico continental la misma t�cnica que en la organizaci�n de un espect�culo de box en Madison Square Garden. Europa, discreta, sabia, no nos ofrece modelos para estos rascacielos de cart�n-piedra. Los congresos cient�ficos de Europa �congresos internacionales y no europeos� son congresos de una disciplina o de un grupo de disciplinas cient�ficas. No son estos congresos �mnibus que, vanidosamente, se proponen abarcar todos los �mbitos de la ciencia.

Estos congresos de mastod�ntica estatura y feble organismo constituyen un producto t�pico del rastacuerismo americano. Denuncian muy clara y n�tidamente nuestro esp�ritu y nuestra mentalidad de "nuevos ricos". Acusan su origen y su inspiraci�n yanquis en la tendencia a funcionar como un trust de todas las ciencias.

Pero, como no se trustifica la ciencia con la misma facilidad que el petr�leo, estos congresos tienen siempre magros resul�tados. Los del Tercer Congreso Cient�fico Pan-Americano han sido, naturalmente, m�s magros que de costumbre. La organizaci�n del congreso ha carecido en este pa�s, de modestos recursos, de los poderosos resortes de propaganda de que habr�a dispuesto en los Estados Unidos o en la Argentina. Ha sufrido, adem�s, todas las influencias m�rbidas de la pol�tica criolla. El Congreso, por estas y otras razones, no ha conseguido interesar sino a un n�mero de hombres de ciencia de Am�rica. El m�rito, la calidad y hasta el n�mero de los trabajos no han correspondido al volumen de la asamblea. No han correspondido siquiera al plan del comit� organizador. (Plan germinado y madu�rado, dicho sea de paso, en una universidad mediocre y p�vida, recomendaba a la deliberaci�n de la ciencia americana no pocos temas elementales e insignificantes)1. La verdadera �lite intelectual de Am�rica ha estado casi totalmente ausente del Congreso. No han concurrido a este congreso los mayores representantes del pensamiento iberoamericano. Tampoco han concurrido los mayores representantes de la ciencia y las universidades norteamericanas. El Tercer Congreso Cient�fico Pan-Americano ha tenido necesidad de anexarse dos profesores espa�oles, Jim�nez de As�a y Vicente Gay, para ornamentar un poco su tribuna.

No obstante esta an�cdota, el Congreso ha sido, naturalmente, m�s panamericano que cient�fico. El congreso ha funcionado bajo la inspiraci�n burocr�tica de la Oficina de la Uni�n Pan-Americana y de los ambiguos ideales del se�or Rowe. Basta una sumaria revisi�n de sus votos para adquirir esta convicci�n. Uno de esos votos acuerda la fundaci�n en Washington de una Universidad Americana puesta bajo los auspicios de la Uni�n Pan-Americana; otro propone la creaci�n de una Universidad Pan-Americana en Panam� y le nombra la misma hada madrina; otra pide a la taumat�rgica Uni�n, para todos los pa�ses, del continente, una ley modelo sobre el control de la leche. La misma tendencia late en una serie de mociones que declaran la necesidad de uniformar panamericanicamente en el continente colombino, todas las cosas, todos los procedimientos y todas las ideas. Seg�n las conclusiones del Congreso, todo aspira en Am�rica a ser uniformado: los sistemas de educaci�n, la ense�anza de la historia. las escuelas art�sticas, las unidades de medida, los reglamentos de farmacia, el comercio de drogas, la nomenclatura zool�gica y bot�nica, la protecci�n de los animales, etc. La unidad de Am�rica resulta definida, con inefable simplismo, como una mera cuesti�n de reglamentos, como un asunto de ordinaria administraci�n. La Am�rica indo-ibera es invitada formalmente a adoptar, en todo, el patr�n yanqui. La personalidad de cada naci�n, de cada grupo �tnico, debe disolverse en un internacionalismo burocr�tico y pan-americano administrado y tutelado por los Estados Unidos.

El balance del Congreso no puede ser m�s pobre. Descontados los votos de aplauso, las recomendaciones insulsas y otros frutos negligibles, la labor del Congreso aparece muy exigua. No han faltado, ni pod�an faltar, algunas v�lidas contribuciones individuales. No han faltado sin duda, secciones que han trabajado probamente. Pero estos resultados parciales no salvan el conjunto. El porcentaje de tesis y de debates ramplones es exorbitante. Algunas secciones no han funcionado sino ficticiamente. La secci�n de Econom�a Social, que se hab�a propuesto resolver algunos temas arduos, se ha contentado con una actividad y una colaboraci�n inverosimilmente raqu�ticas. Ning�n t�pico nuevo, ning�n t�pico fundamental, aparece en el elenco de los trabajos reunidos. La labor de la Secci�n de Educaci�n parece m�s voluminosa; pero tampoco ha enfocado sino unos pocos puntos de su programa. No abordando siquiera el debatido tema de la orientaci�n cl�sica o realista de la ense�anza, aunque su �nima conservadora y el af�n rastacuero de coquetear con cualquiera moda reaccionaria �reforma Berard o reforma Gentile� no le han permitido abstenerse de recomendar la restauraci�n del lat�n en la segunda ense�anza. La vuelta al lat�n, el "ritorno all'antico", ha sido uno de los ideales larvados, uno de los votos instintivos de la gente que en esta panamericana adunanza ha hecho sobre los t�picos de educaci�n un poco de academia y un poco de ret�rica. Por un curioso fen�meno de desorientaci�n y de ineptitud, un Congreso Cient�fico y Pan-Americano ha votado por el clasicismo en la ense�anza. En vez de aconsejarles a estos j�venes pa�ses, enfermos de ret�rica, una educaci�n t�cnica y realista, les ha aconsejado una educaci�n cl�sica. Y no ha sido �ste el �nico voto anecd�tico de la Secci�n de Educaci�n. He aqu� otro: "El Tercer Congreso Cient�fico Pan-Americano recomienda que a los cursos de Historia Literaria, se les reconozca como finalidad la formaci�n de un definido concepto est�tico literario". Voto t�pico de magister mediocre, cargado de pedanter�a, hinchado de dogmatismo. El Congreso no quiere que en los colegios y en las universidades americanas se estudie y explore diversos conceptos est�ticos, sino que se adopte uno uniforme, �nico, m�ximo, sobre medidas Que se le declare el concepto est�tico por antonomasia. La libertad art�stica asusta a la fauna tropical. La c�tedra pan-americana aspira a sistematizar y a mecanizar el arte. Am�rica necesita una norma uniforme de creaci�n est�tica m�s o menos del mismo modo que necesita una norma uniforme de control de la leche (Voto LXII del Congreso). Mientras en Europa el arte se dispersa en cien estilos, cien escuelas y cien conceptos, en Am�rica debe conformarse con un s�lo estilo, una sola escuela y un s�lo concepto. No se diga que deform�, an�tojadizamente, una conclusi�n aislada de la Secci�n de Educaci�n. Se trata de un conjunto org�nico, o articulado al menos, de vo�tos de la misma tendencia. Otro voto determina, por ejemplo, los materiales de los neo-estilos americanos y propugna la regla�mentaci�n de las construcciones urbanas dentro de esos neoestilos. El Congreso Cient�fico y Pan-Americano se imagina que un estilo art�stico es una cosa que se decreta y se impone por bando. Cree probablemente, que el arte griega, o el arte g�tico, o el arte rococ� surgieron en virtud de un reglamento. En otra conclusi�n, se habla del internacionalismo est�tico de la escuela americana. Pero, �cu�l es la escuela americana? �D�nde est� la escuela americana? �Es un producto indo-saj�n? �Es un pro�ducto indo-ibero? �O es un producto panamericano? Las escuetas f�rmulas, las enf�ticas recetas del Congreso Cient�fico no definen ni precisan nada. Puesto que la escuela americana no existe, tenemos que su�poner que el Congreso Cient�fico no intenta sino prever su existencia. El Congreso, aunque cient�fico, aunque pan-americano, no ignora, seguramente, que los artistas de Am�rica no han creado todav�a una escuela americana, ni que la heterogeneidad espiri�tual y f�sica de Am�rica se opone, por ahora, a que prospere un estilo continental.

Fijemos otra caracter�stica fison�mica del Tercer Congreso Cient�fico Pan-Americano. Este Congreso no ha producido casi sino recomendaciones. Pobre en especulaciones, pobre en hip�tesis, pobre en ideas, se ha permitido un lujo exorbitante de votos, de deseos y de augurios. Se ha complacido el recomendar, interminablemente, estudios, procedimientos, institutos, investigaciones. El elenco de estos votos es un documento fehaciente de la insipiencia de la ciencia americana. Todo est� por estudiar, todo est� por investigar en esta Jactanciosa Am�rica, cuya fauna tropical declara la inminente superaci�n de la vieja Europa.

Malgrado su afici�n pan-americana al alarde, el propio Congreso no ha podido abstenerse de confesar con modestia la juventud de la ciencia de Am�rica. En uno de los votos que m�s inconfundiblemente reflejan su mentalidad burocr�tica, el Congreso recomienda "que los gobiernos de todas las naciones del nuevo mundo estimulen la producci�n de estudios cient�ficos entre sus profesores universitarios, a fin de acrecentar el acervo de los conocimientos locales". El Congreso Cient�fico Pan-Americanos coloca, sin duda, en el misma rango, los medios de estimular la producci�n, cient�fica y los Medios de aumentar la producci�n de ostras.

En conclusi�n, se puede decir que la ciencia americana ha ganado bien poco con su Tercer Congreso. Todas las magras utilidades de la feria han sido para el pan-americanismo del Profesor Rowe.

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Mercurio Peruano N� 81-82, marzo-abril de 1925, pags. 136-440

1 Nota de la redacci�n de Mercurio Peruano.� Recordamos a nuestros lectores que las opiniones de los colaboradores de Mercurio Peruano son exclusivamente individuales. Sin embargo queremos en este caso dejar constancia de nuestra disconformidad con la apreciaci�n que de paso for�mula sobre nuestra Universidad el distinguido autor de este art�culo, y aclarar el echo de que la Universidad se ha abstenido de concurrir a esta Congreso por motivos que todos conocen.