OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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PERUANICEMOS AL PER� |
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EL HECHO
ECONOMICO EN LA Los ensayos de interpretaci�n, de la historia de la Rep�blica que duermen en los anaqueles de nuestras bibliotecas coinciden, generalmente, en su desd�n o su ignorancia de la trama econ�mica de toda pol�tica. Acusan en nuestra gente una obstinada inclinaci�n, a no explicarse la historia peruana sino rom�ntica o novelescamente. En cada episodio, en cada acto, las miradas buscan el protagonista. No se esfuerzan por percibir, los intereses o las pasiones que el personaje representa. Mediocres caciques, ramplones gerentes de la pol�tica criolla son tomados como forjadores y animadores de una realidad de la cual han sido modestos y opacos instrumentos. La pereza mental del criollo se habit�a f�cilmente a prescindir del argumento de la historia peruana se contenta con el conocimiento de sus drama�tis personae. El estudio de los fen�menos de la histo�ria peruana se resiente de falta de realismo. Bela�nde, con excesivo optimismo cree que el pensamiento nacional ha sido, durante un largo periodo, se�aladamente positivista. Llama positivista a la generaci�n universitaria que precedi� a la suya. Pero se ve obli�gado a rectificar en gran parte su juicio re�conociendo que esa generaci�n universita�ria adopt� del positivismo lo m�s endeble y gaseoso �la ideolog�a�; no lo m�s s�lido �el m�todo�. No hemos tenido siquiera una generaci�n positivista. Adoptar una ideolog�a no es manejar sus m�s superfluos lugares comunes. En una corriente, en una escuela filos�fica, hay que distinguir el idea�rio del faseario. Por consiguiente, aun un criterio mera�mente especulativo debe complacerse del creciente favor de que goza en la nueva ge�neraci�n el materialismo hist�rico. Esta di�recci�n ideol�gica ser�a fecunda aunque no sirviera sino para que la mentalidad perua�na se adaptara a la percepci�n y a la com�prensi�n del hecho econ�mico. Nada resulta m�s evidente que la im�posibilidad de entender, sin el auxilio de la Econom�a, los fen�menos que dominan el proceso de formaci�n de la naci�n peruana. La econom�a no explica, probablemente, la totalidad de un fen�meno y de sus conse�cuencias. Pero explica sus ra�ces. Esto es cla�ro, por lo menos, en la �poca que vivimos. �poca que si por alguna l�gica aparece regida es, sin duda, por la l�gica de la Econom�a. La conquista destruy� en el Pera una forma econ�mica y social que nac�an espon�t�neamente de la tierra y la gente perua�nas. Y que se nutr�an completamente de un sentimiento ind�gena de la vida. Empez�, durante el coloniaje, el complejo trabajo de creaci�n de una nueva econom�a y de una nueva sociedad. Espa�a, demasiado absolutista, demasiado r�gida y medieval, no pudo conseguir que este proceso se cumpliera bajo su dominio. La monarqu�a espa�ola pretend�a tener en sus manos todas las llaves de la naciente econom�a colonial. El desarrollo de las j�venes fuerzas econ�micas de la colonia reclamaba la ruptura de este v�nculo. Esta fue la ra�z primaria de la revoluci�n de la independencia. Las ideas de la revoluci�n francesa y de la constituci�n norteamericana encontraron un clima favorable a su difusi�n en Sud-Am�rica, a causa de que en Sud-Am�rica exist�a ya, aunque fuese embrionariamente, una burgues�a que, a causa de sus necesidades e intereses econ�micos, pod�a y deb�a contagiarse del humor revolucionario de la burgues�a europea. La independencia de Hispano Am�rica no se habr�a realizado, ciertamente, si no hubiese contado con una generaci�n heroica, sensible a la emoci�n de su �poca, con capacidad y voluntad para actuar en estos pueblos una verdadera revoluci�n. La independencia, bajo este aspecto, se presenta como una empresa rom�ntica. Pero esto no contradice la tesis de la trama econ�mica de la revoluci�n de la independencia. Los conductores, los caudillos, los ide�logos de esta revoluci�n no fueron anteriores ni superiores a las premisas y razones econ�micas de este acontecimiento. El hecho intelectual y sentimental no fue anterior al hecho econ�mico1. El hecho econ�mico encierra, igualmente, la clave d� todas las otras fases de la historia de la rep�blica, En los primeros tiempos de la independencia, la lucha de facciones y jefes militares aparece, por ejemplo, como una consecuencia de la falta de una burgues�a org�nica. En el Per� la Revoluci�n hallaba, menos definidos, m�s retrasados que en otros pueblos hispanoamericanos, los elementos de un orden liberal y burgu�s. Para que este orden funcionase m�s o menos embrionariamente ten�a que constituirse una clase capitalista vigorosa. Mientras esta clase se organizaba, el poder estaba a merced de los caudillos militares2. Estos caudillos, herederos de la ret�rica de la revoluci�n de la independencia, se apoyaban a veces temporalmente en las reivindicaciones de las masas, desprovistas de toda ideolog�a, para conquistar o conservar el poder contra el sentimiento conservador y reaccionario de los descendientes y sucesores de los encomenderos espa�oles. Castilla, verbigracia, el m�s interesante y representativo de estos jefes militares, agit� con eficacia la bandera de la abolici�n del impuesto a los ind�genas y de la esclavitud de los negros. Aunque, naturalmente, una vez en el poder, necesito dosificar su programa a una situaci�n pol�tica dominada por los intereses de la casta conservadora, a la que indemniz� con el dinero fiscal el da�o que le causaba la emancipaci�n de los esclavos. El gobierno de Castilla, marc� adem�s, la etapa de solidificaci�n de una clase capitalista. Las concesiones del Estado y los beneficios del guano y del salitre crearon un capitalismo y una burgues�a. Y esta clase, que se organiz� luego en el civilismo, se movi� muy pronto a la conquista total del poder3. La guerra con Chile interrumpi� su predominio. Restableci� durante alg�n tiempo las condiciones y las circunstancias de los primeros a�os de la rep�blica. Pero la evoluci�n econ�mica de nuestra postguerra le franque� poco a poco, nuevamente el camino. La guerra con Chile tuvo tambi�n una ra�z econ�mica. La plutocracia chilena, que codiciaba las utilidades de los negociantes y del fisco peruanos, se preparaba para una conquista y un despojo. Un incidente, de orden econ�mico, id�nticamente; le proporcion� el pretexto de la agresi�n. No es posible comprender la realidad peruana sin buscar y sin mirar el hecho econ�mico. La nueva generaci�n no lo sabe, tal vez, de un modo muy exacto. Pero lo siente de un modo muy en�rgico. Se da cuenta de que el problema fundamental del Per�, que es el del indio y de la tierra, es ante todo un problema de la econom�a peruana. La actual econom�a, la actual sociedad peruana tienen el pecado original de la conquista. El pecado de haber nacido y haberse formado sin el indio y contra el indio.
NOTA:
* Publicado en Mundial. Lima 14 de agosto de 1925. 1, 2 y 3 Estos fragmentos son citados en 7 Ensayos de Interpretaci�n de la Realidad Peruana, "Esquema de la Evoluci�n Econ�mica", volumen 2, de la primera serie Popular (N. de los E.).
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