OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PER�

 

LA HISTORIA ECONOMICA SOCIAL*

La contribuci�n de C�sar A. Ugarte al estudio de la econom�a peruana se resume y ordena, por el momento, en un libro que llega con evidente oportunidad. Por pri�mera vez en el Per�, para la interpretaci�n de la historia y los problemas nacionales, se explora y analiza de preferencia su estrato econ�mico; y por primera vez tambi�n, una generaci�n verdaderamente idealista, superando el romanticismo degenerado y ret�rico de sus mediocres antecesores, en vez de entretenerse en la requisitoria o la apolog�a de hombres y palabras, esclarece real�sticamente el juego complejo de las ac�ciones de que esos hombres y esas palabras no son sino el s�ntoma y el signo. Nunca como ahora se plante� el debate de los problemas nacionales en un terreno prevalentemente econ�mico.

El Bosquejo de Historia Econ�mica del Per� de Ugarte no tiene antecedentes en nuestra historiograf�a. Ugarte ha trabajado en un terreno apenas desbrozado todav�a. Las recopilaciones de documentos oficiales no constituyen sino un �ndice �incompleto por otra parte� de la historia de las finanzas del Estado. La. dispersi�n y el desorden de los datos disponibles estorban, adem�s, toda tentativa de explicaci�n met�dica y org�nica de nuestra econom�a. Estas circunstancias enaltecen y avaloran el esfuerzo de Ugarte que, con tan honrado concepto de su responsabilidad, dicta el curso de historia econ�mica y financiera del Per� en la Facultad de Ciencias Pol�ticas.

Por ahora Ugarte no nos da sino un bosquejo, un esquema de la historia econ�mica nacional que, en lo tocante a las finanzas del Estado, se detiene en la administraci�n de Pi�rola. Pero de su probada capacidad de estudioso y de investigador debemos esperar con confianza una obra cabal. Ugarte nos anuncia ya un estudio de la historia financiera de los �ltimos cinco a�os. Su "Bosquejo" representa �nicamente una etapa vencida de su labor.

En este libro encontramos, como es l�gico, todas las caracter�sticas de su temperamento y su personalidad intelectual: mesura en el juicio, prudencia en las proposiciones, relativismo en el criterio. Mi sinceridad me obliga a declarar que �stas son cualidades que constato con aprecio pero sin entusiasmo. Pienso que Ugarte extrema sus virtudes, casi hasta el punto de esterilizarlas. Su preocupaci�n de equilibrio, de discreci�n, de cautela, resultan en �l, a la postre, una preocupaci�n desmesurada, excesiva. El exceso de prudencia aparece tan peligroso como todos los otros excesos que cuidadosamente esquiva o evita. Se podr�a decir que el exceso de Ugarte es su extremo af�n de medida.

De este af�n se resiente, en mi opini�n, el "Bosquejo". La exposici�n es casi siempre justa y exacta: pero las conclusiones son con frecuencia d�biles y difusas. El empe�o de abarcar, objetiva y panor�micamente todas las fases de un fen�meno, conduce a veces a Ugarte a reproducir parcialmente alguno de sus principales aspectos, a medir de soslayo alguna de sus dimensiones. Ugarte, por ejemplo, concretamente no define los rasgos sustantivos de la econom�a de la Rep�blica. No denuncia categ�ricamente la subsistencia de su subestructura feudal.

Muestra una apresi�n exagerada respecto al materialismo hist�rico, atribuy�ndole una interpretaci�n unilateral de la historia. Mi marxismo, en esta materia, tendr�a que hacerle algunos reproches. Pero prefiero aguardar la ocasi�n en que Ugarte nos precise y aclare mejor sus reservas. No es posible deducir su alcance de una breve restricci�n te�rica de su concepto sobre la influencia del factor econ�mico.

En la gradaci�n que Ugarte establece para los factores de un fen�meno, su prudente tendencia a mantenerse dentro de un estricto eclecticismo, tiene a veces el efecto de relegar el factor fundamental o, por lo menos, de suponerle equivalencia con fac�tores secundarios y a�n extra�os. Ugarte escribe, verbigracia, que "el clima debilitante de la Costa, que favoreci� la molicie de los espa�oles y criollos, alej� al indio". Bien sabemos que lo .que alej� al indio de la costa, decidiendo la importaci�n de esclavos negros, no fue precisamente el clima sino el m�todo de colonizaci�n de los espa�oles, que en tres siglos diezm� a la raza aut�ctona. No hace falta atribuir a la Naturaleza lo que debe atribuirse exclusivamente al r�gimen econ�mico y pol�tico de los colonizadores. La poblaci�n ind�gena de la costa, antes de la Conquista, fue bastante numerosa para permitir el trabajo de una extensi�n de tierra mucho mayor que la cultivada despu�s, bajo la colonia y bajo la Rep�blica. Los vestigios de canales de irrigaci�n lo demuestran plenamente en varios puntos de la costa.

De igual modo, cuando examina las causas de la insipiencia de la industria fa�bril en el Per�, Ugarte olvida una que, sin embargo, tiene especial valor como dato del car�cter colonial de nuestra econom�a, la falta del inter�s del capital extranjero en fomentar esta clase de trabajo. Las grandes firmas, importadoras y exportadoras, controlan y dominan nuestra econom�a. Y, mientras en su inter�s est� evidentemente la explotaci�n del pa�s, como fuente de materias primas, no est� en cambio la implantaci�n en �l de industrias manufactureras. M�s ventajoso les es continuar como intermediarias de sus importaciones. Hechas estas salvedades, no es posible dejar de reconocer que el Bosquejo. de Historia Econ�mica de Ugarte ofrece a los estudiosos; a la vez que un buen esquema de la evoluci�n de nuestra econom�a, un conjunto de observaciones inteligentes y sagaces. Tiene Ugarte, en su libro, certeros juicios. Rectifica, con ponderaci�n, pero con firmeza, algunos conceptos que podr�amos llamar de circulaci�n forzosa, que hasta ahora enturbian el criterio hist�rico de nuestras gentes. Apunta que con Pi�rola, en 1895, tuvimos "un presidente netamente conservador, lleno de prudencia, de respeto a las instituciones tradicionales y a la ley"; y que "sus principios no eran m�s que vagas afirmaciones y elementales nociones tocantes a la administraci�n p�blica que cualquier partido habr�a suscrito". Agrega que en la declaraci�n de principios del partido dem�crata "no hay conceptos precisos ni penetran�tes observaciones sobre los problemas econ�micos del pa�s" y que "olvida tres grandes problemas sociales: el problema ind�ge�na, el problema agrario y el problema obrero". Me parece que no se necesita m�s para descalificarlo completamente.

No pondr� punto final a estas r�pidas l�neas sobre el libro de Ugarte sin confe�sar que quisiera que su trabajo intelectual no se limitase al ejercicio de sus excep�cionales aptitudes cr�ticas. La caracter�sti�ca y la debilidad de la �poca que declina han sido, evidentemente, el criticismo y el escepticismo en que se hab�a remansado su pensamiento. Por fortuna, Ugarte, cuya in�teligencia y cultura son tan estimadas, es�t� demasiado cerca de los sentimientos y los ideales de nuestra generaci�n para que su pasi�n pueda serle indiferente. Su libro no nos ofrece sino los frutos de su serena y laboriosa estaci�n de catedr�tico. Pero no disminuye mi certidumbre de que lo veremos pronto en una posici�n m�s activa y militante.

 

 


 

NOTA:

 

* Publicado en Mundial, Lima, 10 de diciembre de 1926.