OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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SIGNOS Y OBRAS |
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"LA OTRA EUROPA", POR LUC DURTAIN1
De su viaje a Mosc�, Luc Durtain y Georges Duhamel han dado al p�blico una versi�n en que la mesura y la sagesse2 francesas se combinan estrictamente con una sinceridad y una honradez intelectuales rigurosas. Ni Luc Durtain ni Georges Duhamel son hombres de partido. No son tampoco revolucionarios. Pertenecen a esa l�nea de artistas y escritores apasionadamente preocupados por la defensa de la civilizaci�n que reconoce su m�s alto l�der en Romain Rolland. Sus nombres est�n inscritos en primer t�rmino en el escalaf�n de Europe. Pero ni siquiera en un "rollandismo" puro o r�gido cabe situarlos, no s�lo porque el "rollandismo" no existe como conducta de grupo �no es una actitud egregia y absolutamente personal� sino porque as� Durtain como Duhamel, sobre todo el primero, tienen una curiosidad y un eclecticismo de artistas y muestran un goce un poco sensual en la indagaci�n psicol�gica, en la "posesi�n del mundo" que no se avienen del todo con la manera un poco asc�tica del autor de Jean Christophe.3 Duhamel y Durtain se distinguen de casi la totalidad de los escritores que han visitado la Rusia sovi�tica, en que no han ido a Mosc� y Petrogrado4 a interrogar a los jefes del bolchevismo, ni a los contrarrevolucionarios de derecha e izquierda, ni a las cifras de la estad�stica �que desde fuera es posible obtener y comprobar� sino a interrogar directamente, con sus l�cidos sentidos, con su segura intuici�n de artistas, a la vida, a la calle, a las almas, a la multitud. �C�mo ha trascendido la revoluci�n a las cosas, a las costumbres? �Cu�l es su poder de elevaci�n moral e intelectual? De este g�nero son las preocupaciones que Durtain y Duhamel manifiestan en sus insospechables testimonios, tan distantes, tan diversos del "reportaje" truculento y vulgar con que nos obsequi� hace dos a�os el escandalismo de Henri B�raud. Luc Durtain, novelista y poeta �y m�dico como Duhamel� tiene finamente entrenadas sus facultades de captaci�n e interpretaci�n de todo lo que hay que descubrir en un fen�meno de estas dimensiones hist�ricas. Es uno de los escritores que, con m�s poderosa imaginaci�n, a la vez que con m�s agudo an�lisis, ha explicado algunos profundos aspectos de la vida de Norteam�rica. El �xito de L'Autre Europe5 sigue al �xito de Quarangtieme Etage6 y de Hollywood depass�e.7 Y esta experiencia resulta particularmente �til al objeto de Luc Durtain, porque le permite medir la exacta distancia que separa a estos dos polos de un mundo moderno �Nueva York y Mosc�, Estados Unidos y la U.R.S.S.� al mismo tiempo que el extra�o parecido parad�jicamente anexo a una radical oposici�n. Su conversaci�n con el director de una de las grandes empresas del Estado ruso, le sugiere esta afirmaci�n: �Hay m�s semejanza de la que se cree entre capitalismo y comunismo, que tienen la misma fecha y provienen del mismo a�o, iba a decir del mismo tonel. Estos hermanos siameses pueden aborrecerse: se encuentran ligados por el mil�simo como por una membrana. El mil�simo imparcial reina: el mil�simo, es decir, el tanto de t�cnicas, de ideas, de pasiones, el tanto de necesidades id�nticas que una misma �poca impone a los campos opuestos�. La comparaci�n o, al menos la confrontaci�n entre Estados Unidos y Rusia reaparece en varios otros instantes del viaje de Durtain. En el cap�tulo que resume sus impresiones, el paralelo se precisa. �Los dos pa�ses �observa Durtain� se encuentran compuestos de Estados casi independientes los unos de los otros, en teor�a, en�rgicamente soldados ante el extranjero por el inter�s y el orgullo. De una y otra parte, desd�n por el imperialismo militar: las fuerzas de conquista confiadas aqu� al d�lar, all� a las ideas. En el fondo, teocracia, en Boston como en Mosc��. Fiel a su m�todo de investigaci�n psicol�gica Durtain busca la prueba de estas semejanzas, dentro de la oposici�n, en el hombre de la calle. �Mirad �dice� los rostros en las calles de Chicago; ved despu�s los de Mosc�. Escuchad, aqu� y all�, hablar a los hombres. Buscad la cantidad de satisfacci�n real...�. Sin duda, Norteam�rica asegura a sus hombres un confort material mucho mayor. Pero Rusia, donde el Estado de nada se preocupa tanto como del bienestar f�sico, con medios m�s modestos mantiene a los suyos en un equilibrio moral de fundamentos m�s nobles y humanos. Para llegar a estas conclusiones. Luc Durtain se atiene a los datos obtenidos en sus propias pruebas, en sus propios sondajes. Sus notas sobre las calles de Mosc�, los tipos que circulan por ella, los mercados y los almacenes, el tr�nsito urbano, los bancos y las cooperativas, los restaurantes y los comestibles, la escuela, el libro y el teatro, las costumbres, la mujer y el ni�o, las fuerzas y los adversarios del r�gimen, constituyen un documento de gran valor informativo y art�stico que por s� solos convidan al m�s reacio, al m�s hostil, a la lectura del libro. Luc Durtain se ha acercado a la vida rusa con la m�s pura simpat�a humana; pero no sin cierta cautela de cirujano, no sin cierta iron�a parisiense, no sin cierta desconfianza semiburguesa, que ponen a su objetividad a cubierto de todas las fallas a que podr�a exponerse un esp�ritu propenso al entusiasmo y a la admiraci�n. Mosc� y su Fe se subtitula el libro. Porque la fuerza creadora, la virtud sobrenatural de esta nueva Europa, reside para Luc Durtain en su fe revolucionaria, en esa creencia y en esa esperanza, que dan tan extraordinario sentido hist�rico a los esfuerzos de la Rusia sovi�tica. Durtain quiere comportarse con la sagesse de aquel cortesano que el 14 de julio del asalto a la Bastilla, dec�a a Luis XVI: �No es una revuelta, Sire, es una revoluci�n�. Hoy tal vez, hay que decir, seg�n Durtain: �No es una revoluci�n, es una religi�n nueva�. Su diagn�stico acepta la decadencia del Occidente europeo. �Los protagonistas de otro tiempo, el genio latino, germ�nico, o anglosaj�n, retrocediendo a modo de comparsas hacia el fondo de la escena, en tanto que �viniendo de los lados opuestos de �sta, derecha e izquierda� actores inesperados, Mosc� y W�shington, avanzan a las candilejas: tal es la peripecia de los nuevos tiempos�. El conflicto implacable, el choque eliminatorio entre estos dos �rdenes no parece, por lo dem�s, indispensable a corto plazo. Comunismo y capitalismo pueden coexistir mucho tiempo como han coexistido y coexisten catolicismo y protestantismo. Porque para Luc Durtain la mejor analog�a, a este respecto, es siempre la que puede encontrarse en el paralelo de dos religiones.
NOTAS:
1
Publicado en Variedades: Lima,
8 de Diciembre de 1928.
2
Prudencia. Sabidur�a.
3
Juan Crist�bal, de Romain
Rolland.
4
Leningrado actual.
5
"La otra Europa".
6
"Cuadrag�simo piso". 7 "Hollywood superado".
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