OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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CARTAS DE ITALIA |
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ASPECTOS DEL PROBLEMA ADRIATICO1
La faz diplom�tica del problema de Fiume se ha modificado. Fiume acaba de declararse estado libre e independiente. Por consiguiente, ha sido eliminado uno de los puntos de discor�dia: la anexi�n de Fiume a Italia. Italia no ne�cesita ya reclamar la incorporaci�n de Fiume a su territorio. No le resta sino defender su de�recho a la autodecisi�n. La decisi�n de Fiume ha venido sin la inter�venci�n ni la sanci�n del gobierno italiano. El gobierno de Italia no ha querido decir al Gobier�no de Fiume si la aprobaba ni si la desaproba�ba. Lo ha dejado hacer libremente. Una comi�si�n del Consejo Gubernamental de Fiume, veni�da a Roma para o�r la opini�n de Giolitti, ha debido marcharse sin ser recibida por �ste. S�lo ha podido comunicarse con el Ministro de Relaciones Exteriores, quien le ha expresado que el gobierno no pod�a comprometer la libertad de su acci�n diplom�tica aconsejando o desaconse�jando la constituci�n de Fiume en estado aut�nomo. Pero esto no tiene sino un valor de necesi�dad oficial y formulista y de apariencia externa. La realidad es que, como no puede dejar de ser, el gobierno italiano respalda la actitud de Fiu�me. Y que la considera conveniente para la so�luci�n del problema Adri�tico. As� es, en efecto. Dada la intransigencia yu�goeslava, a cuyo mantenimiento no son extra�as influencias y sugestiones extranjeras, el go�bierno de Italia se ve sin otra v�a de soluci�n que la aplicaci�n del tratado de Londres. Que es lo que le piden los grupos nacionalistas. Mas la aplicaci�n del tratado de Londres tiene sus desventajas. En este tratado se asigna a Italia la Istria, la Dalmacia y diversas islas de im�portancia estrat�gica; pero no se le asigna Fiu�me. Los grupos nacionalistas creen que Italia puede aplicar el tratado de Londres, sin perjui�cio de anexarse Fiume. Y en esto se enga�an. Una soluci�n de esa naturaleza no s�lo no se-r�a reconocida por los Estados Unidos, que no aceptan siquiera la aplicaci�n del tratado de Lon�dres del cual no son signatarios. Tampoco ser�a reconocida por Inglaterra y Francia que se resisten a ir m�s all� del cumplimiento de la palabra empe�ada. Para conseguir la anexi�n de Fiume, el ga�binete anterior conven�a, por esto, en que Ita�lia renunciase a una parte de los derechos que le acuerda el pacto de Londres. El ideal de Nitti era el acuerdo directo con los yugoeslavos. Esta pol�tica le val�a el mote de Renunciatario en los apasionados comentarios de la prensa oposicio�nista. No, por supuesto, de la prensa oposicio�nista de la izquierda sino de la prensa oposicio�nista de la derecha. La extrema izquierda mi�raba m�s bien con simpat�a dicha tendencia po�l�tica de Nitti. El gabinete actual sigue una pol�tica exter�na an�loga a la del gabinete Nitti. Aunque en su composici�n han intervenido muchos de los ele�mentos guerr�filos que pocos a�os hace anate�matizaron a Giolitti, las orientaciones interna�cionales del nuevo gobierno no pueden tender a una pol�tica de nacionalismo y expansionismo, sino, por el contrario, a una pol�tica de pacifis�mo y desarme. Ante esta situaci�n, D'Annunzio se ha visto obligado a buscar una salida inmediata que salve su amor propio de poeta y de condotiero y que salve, al mismo tiempo, las finalidades de su aventura. Y la proclamaci�n de Fiume como estado independiente ha sido esta salida. Mediante ella, la vida de Fiume, que hab�a comenzado a ser insostenible, podr� regularizarse poco a poco. Fiume podr� recuperar su acti�vidad, su trabajo, su industria. Podr� aprovisio�narse normalmente. No ser� m�s necesario que los legionarios se apoderen, filibusteramente, en alta mar, de los cargamentos de comestibles indispensables para alimentar a la ciudad algunos d�as. D'Annunzio considera cumplido el objeto de su empresa; cumplido a medias, por lo menos. No obtiene la anexi�n de Fiume a Italia porque al gobierno italiano le falta, seg�n �l, la ener�g�a de efectuarla. Pero asegura la italianidad de la bella ciudad adri�tica. Conforme a sus decla�raciones, la independencia de Fiume es un medio para conseguir, tan luego como sea posible, su incorporaci�n definitiva en el territorio na�cional. A juicio de algunos conocedores de la vida de Fiume, las cosas no son como el poeta las ve. Para la italianidad de Fiume no es lo mis�mo la independencia que la anexi�n. La anexi�n habr�a garantizado el predominio absoluto del sentimiento italiano. La independencia no lo ga�rantizar�. Aunque se hallan en minor�a los ele�mentos eslavos, podr�n, dentro del estado aut�nomo, ejercitar mucha influencia por alejar a Fiume de la madre patria, por obstaculizar su agregaci�n a ella. La minor�a conquistar� en la administraci�n pol�tica y municipal de la ciudad algunos puestos, desde los cuales no podr� diri�gir sus destinos, pero desde los cuales ser� un elemento de resistencia a la italianidad fiumana. El poeta de "La Gioconda" no se inquieta de estas perspectivas. Contempla su obra con un gran optimismo y con una gran fe. Habla el mismo lenguaje �pico de sus pasadas arengas. Lo cual quiere decir que est� en caja. Porque al menos a los poetas les toca ser en todos los tiempos �aun en �stos que corren�, un poco quijotescos y un poco l�ricos. Una de las satisfacciones que muestra D'Annunzio es la de que su pol�tica defienda la italianidad de la Dalmacia. Por alcanzar la anexi�n de Fiume no tendr� ya que renunciar sus derechos a ese territorio. Podr� proceder a la aplicaci�n integral del tratado de Londres, sin embarazo, sin dificultad, sin tropiezo alguno. Y es �sta la impresi�n que parece dominar, en general, en Italia, acerca de la nueva situa�ci�n diplom�tica del problema Adri�tico. Que sacrificando su aspiraci�n sobre Fiume, Italia no tiene por qu� sacrificar ninguno de sus t�tu�los sobre el territorio d�lmata que el tratado de Londres le se�ala. Pero, poco a poco, este optimismo se desva�necer� un tanto. Se sabe que los aliados no creen compatible sin la autodecisi�n de Fiume la eje�cuci�n del tratado de Londres. Creen que si se reconoce a los habitantes de Fiume el derecho de la autodecisi�n debe ser reconocido tambi�n a los habitantes de Dalmacia. Consideran que el problema debe ser resuelto con una sola pauta. Y que esta pauta debe ser, o bien la ejecuci�n del tratado de Londres, o bien la autodecisi�n usada por Fiume. Y aun a la ejecuci�n del Tratado de Londres animan a Italia los aliados. Su concepto es que ese tratado representa un derecho para Italia; pero que no conviene que Italia haga uso de �l sin agotar los medios para llegar a un enten�dimiento cordial con los yugoeslavos. Estos son los t�rminos presentes del proble�ma.
NOTA: 1 Fechado en G�nova, 23 de agosto; publicado en El Tiem�po, Lima 11 de diciembre de 1920.
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