OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

EL ALMA MATINAL

 

 

EL CASO PIRANDELLO1

 

Lo que m�s me persuade del genio de Pirandello es la coincidencia del esp�ritu y de las proposiciones de su arte con la actitud intelectual y sentimental del mundo contempor�neo. Pirandello es un comprimido del mundo que saluda y admira en �l a su primer dramaturgo. En la obra de Pirandello est�n todas las intuiciones, todas las angustias, todas las sombras, todos los resplandores, del "alma desencantada" de la civilizaci�n occidental. Y esto basta como prueba de su genialidad. El gran artista se caracteriza siempre por su aptitud espont�nea para reflejar un estado de �nimo y de conciencia de la humanidad.

Pirandello pertenece a un mundo que, �como se ha dicho a prop�sito de la actual literatura francesa� anda "en busca de su yo perdido". El escepticismo, el relativismo, el subjetivismo filos�fico de este mundo tienen, tal vez, en el arte de Pirandello su nota m�s exaspera- da y m�s pat�tica. En Pirandello se encuentran los elementos esenciales de la filosof�a y del arte de hoy. A tal punto que, incontestablemente, este escritor sexagenario y siciliano resulta, en verdad, mucho m�s moderno que el explosivo y futurista Marinetti y toda su escuela. Mientras el modernismo de Marinetti se contenta casi con descubrir, como motivos est�ticos, el autom�vil, el transatl�ntico y el aeroplano, el modernismo de Pirandello consiste en su facultad de registrar las m�s �ntimas corrientes y las m�s profundas vibraciones de su �poca.

Su relativismo emparenta el arte de Pirandello con la filosof�a de Vaihingher y la f�sica de Einstein. Su suprarrealismo �que en sus obras no es una teor�a, ni una tendencia, sino una inconsciente y magn�fica realizaci�n� lo coloca en el sector m�s nuevo de la literatura. Y as�, bajo otros diversos puntos de vista, su arte aparece naturalmente conectado con las m�s sustantivas expresiones del esp�ritu occidental contempor�neo.

Uno de los aspectos de Pirandello �que, sin duda, merece la atenci�n de los estudiosos de psicolog�a� es, por ejemplo, el fondo freudista de su arte. En cuentos escritos con anterioridad a la lectura de Freud, el genial autor de Ciascuno a suo modo se complac�a en extraer del oscuro juego de reacciones de la subconciencia, los m�viles y los impulsos de sus personajes. Las �ltimas obras de Pirandello �Ciascuno a suo modo verbi gratia� denuncian una influencia directa de Freud. Pero un freudismo intuitivo aparece en Pirandello en los cuentos que escribi� mucho antes de devenir un literato c�lebre.

Y ya que me refiero a sus cuentos, quiero subrayar sus m�ritos de cuentista. A Pirandello lo ha revelado al mundo su teatro. Pero, seg�n el juicio de muchos autorizados cr�ticos, es en sus cuentos donde Pirandello ha logrado sus m�s altas creaciones art�sticas. "M�s all� de las fronteras italianas �escribe Marziano Bernardi� el inter�s cada vez m�s vivo que suscita la obra de Pirandello, se dirige casi exclusivamente a su teatro. Yo desear�a conocer el n�mero de los que, entre los que en New York aplaudieron fren�ticamente este a�o Enrique IV y Seis Personajes en busca de autor, sab�an que nuestro dramaturgo tiene en su activo, adem�s de seis novelas y un volumen de cr�tica sobre el humorismo, alrededor de cuatrocientos cuentos escritos, y en parte publicados, desde 1890. Y es tal vez de entre estos cuentos que conviene buscar lo que hay de mejor en el arte de Pirandello".

No es de la misma opini�n Adriano Tilgher, eminente cr�tico italiano que, como el mismo Bernardi lo remarca, "considera el paso de Pirandello del cuento y de la novela a la obra teatral como un progreso, por el hecho de que el autor ha conseguido asir eh sus relaciones dram�ticas motivos que, antes, yac�an inertes en el conjunto de su obra art�stica". Mas, de toda suerte, lo evidente es que en las novelas y cuentos de Pirandello no s�lo se halla, �ntegramente, los m�s preciosos materiales de su teatro, sino que se identifica, admirablemente realizadas, las ideas ejes de sus comedias. Se podr�a decir que Pirandello ha realizado muchas veces en el cuento lo que, m�s tarde, s�lo ha intentado en el teatro.

La edici�n completa de los cuentos de Pirandello ha sido emprendida hace m�s o menos tres a�os por la casa editorial R. Bemporad de Florencia. La serie dar� veinticuatro tomos. (Pirandello la titula: Novelle per un anno). He le�do los cinco primeros. Y he sentido en ellos el mismo potente soplo, la misma honda inspiraci�n que en Vestire gli ignudi o Come prima, meglio de prima, dos de las m�ximas obras teatrales de Pirandello. Como escribe en el estudio que ya he mencionado Marziano Bernardi, "nadie sabe como Pirandello, con tan magn�fica limpidez, en diez l�neas hacer vivir a un hombre, en una p�gina hacernos vivir una vida, en un solo cuento grabarnos en el esp�ritu su personalidad de artista imposible de confundir con ninguna otra".

Ning�n cr�tico habr�a acertado, sin embargo, hace diez a�os a predecir el porvenir de �xito y de gloria que, a tan breve plazo, estaba reservado al novelista de El difunto Mat�as Pascal. En su hora, esta novela no pareci� absolutamente destinada a preludiar la carrera de un literato genial. Eran aun los tiempos de la hegemon�a del m�s chato naturalismo en la literatura europea y, por ende, tambi�n en la italiana. El argumento de la novela pirandelliana fue tachado de inveros�mil. Tacha que, justamente, ha dado a Pirandello, despu�s de largos a�os, la m�s gozosa de sus revanchas, la de publicar como ap�ndice en la �ltima edici�n de su novela una "advertencia sobre los escr�pulos de la fantas�a" al pie de la cual copia un suelto de cr�nica del Corriere della Sera que da cuenta de un hecho absolutamente id�ntico al que el gusto del p�blico, estragado por los manjares naturalistas, encontr� inveros�mil en El difunto Mat�as Pascal.

Pirandello, en este ap�ndice, se burla agudamente de los cr�ticos literarios que juzgando una novela, un cuento o una comedia, condenan �ste o aquel personaje, �sta o aquella representaci�n de hechos o de sentimientos, no en nombre del arte como ser�a justo, sino en nombre de una humanidad que parece que ellos conocieran a perfecci�n, como si realmente en abstracto existiese, fuera de la infinita variedad de hombres capaces de cometer todas las absurdidades que no tienen necesidad de parecer veros�miles porque son verdaderas". Para ensa�arse contra una cr�tica y un p�blico indigestados de literatura seudo-realista le sobra raz�n a este artista. El prejuicio por lo veros�mil ha sido, por mucho tiempo, lo que m�s lo ha da�ado en sus relaciones con el p�blico.

Hoy es ya otra cosa. El p�blico europeo ha perdido, poco a poco, el gusto del viejo naturalismo. Son todav�a muchos los que reaccionan contra el arte de Pirandello. Pero no ya por lo inveros�mil sino por lo inhumano o cerebral de sus personajes. Pirandello, como muy certeramente lo observa Homero M. Guglielmini, �en el sustancioso ensayo El teatro del disconformismo publicado en la revista Valoraciones de La Plata� contrar�a, adem�s, uno de los m�s arraigados h�bitos del p�blico: el de asistir en el teatro a un conflicto de caracteres y de tipos. "El arte del retrato, de la biograf�a, del tipo �escribe Guglielmini� ha sido sustituido ahora por un arte precisamente contrario, promovido por advenimiento de un sentido de la vida hasta hoy in�dito. El lado variable e irreversible de las cosas, el aspecto fluyente de la vida �lo transitorio y lo concret� cobran un relieve singular, bajo el cual queda inmersa aquella permanencia y perennidad gratas al pensar plat�nico". El teatro de Pirandello niega el car�cter. Niega su continuidad. Niega su coherencia. Pirandello, al rev�s de los dramaturgos pasados, nos presenta en sus piezas al no-car�cter.

Ya no se dice que sus personajes son inveros�miles; pero s� que son personajes de excepci�n, sin humanidad. �De excepci�n? Bueno. Pero sin humanidad, no. En todo caso, explicando este aspecto de Pirandello con una paradoja, se podr�a decir que sus personajes son de una inhumanidad muy humanos. Lo que sacude demasiado los nervios del espectador o del lector es lo exasperado, lo exacerbado de todas las cosas en Pirandello. Tampoco se acomoda la mentalidad del lector o del espectador al juego de Pirandello de oponer a la ficci�n de la realidad la realidad de la ficci�n.

Arte de una decadencia, arte de una disoluci�n; pero arte vigoroso y original el de Pirandello es, en el cuadro de la literatura contempor�nea, el que m�s debate merece. Es la traducci�n art�stica m�s fiel y m�s potente del drama del "alma desencantada".

 

 


NOTA:

1 Publicado en Variedades: (Lima, 7 de Marzo de 1926), bajo el ep�grafe de: "Algunos relieves de la obra de Pirandello".