OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL I |
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EL TERROR EN BULGARIA*
Bulgaria es en los Balkanes el principal foco de la Revoluci�n. Esto quiere decir, dentro de la l�gica de la historia contempor�nea, que, en los Balkanes, Bulgaria es tambi�n el principal centro de la Reacci�n. La lucha es ah� extrema entre estas dos ideas, entre estos dos movimien�tos. En Bulgaria la pol�tica no tiene sectores ni matices intermedios. Las palabras "compromi�so", "transacci�n", "reforma", que conservan to�dav�a en el Occidente una parte de su viejo pres�tigio. en Bulgaria carecen de sentido actual. Los partidos liberales y democr�ticos forman la base del r�gimen reaccionario de Zankov que repre�senta, pr�cticamente, la ant�tesis del liberalismo y la democracia. La dictadura de Zankov puede dar lecciones de ferocidad reaccionaria al m�s truculento y ultra�sta fascismo. La historia de los dos �ltimos a�os de pol�ti�ca b�lgara es la historia de dos a�os de violen�cia y de terror. Zankov y su coalici�n se apoderaron del poder en 1923 mediante un golpe de fuerza. El jefe del gobierno derrocado, Stambu�linsky, y muchos de sus partidarios, despu�s de una encarnizada persecuci�n, acabaron asesinados. Zankov y sus aliados inauguraron un r�gi�men marcial. El gobierno de Stambulinsky, leader de los campesinos, reposaba sobre una extensa base popular. La Uni�n Agraria, o sea el partido de Stambulinsky, era la primera de las fuerzas pol�ticas de Bulgaria. (La segunda, por su n�mero y su potencia, era el partido comunista, contra el cual estaba tambi�n dirigido el golpe de Zankov). Los partidos que desalojaron del gobierno a la Uni�n Agraria constitu�an una minor�a. Se apoyaban exclusivamente en la burgues�a y en la peque�a burgues�a urbanas, que en un pa�s agr�cola como Bulgaria, no pod�an dentro de un r�gimen constitucional y democr�tico prevalecer sobre la poblaci�n campesina. Por consiguiente, para mantenerse en el poder ten�an que recurrir a un m�todo desembozadamente dictatorial. Y en las masas, agitadas revolucionariamente por la guerra, la represi�n y la violencia gubernativas, esta pol�tica deb�a fatalmente alimentar y exasperar un estado de �nimo insurreccional. El r�gimen de Zankov encarnaba los intereses del capital industrial, comercial y financiero. Significaba una revancha y una victoria de la burgues�a urbana sobre las masas campesinas, movilizadas por las consecuencias pol�ticas y econ�micas de la guerra contra la tiran�a de la ciudad. Estas masas no pod�an renunciar a sus reivindicaciones. La derrota sufrida no bastaba para obligarlas a desarmar. Moment�neamente se presentaban decapitadas. La reacci�n hab�a asesinado a su leader. Pero el partido comunista, que reclutaba sus adeptos no s�lo en el proletariado urbano sino tambi�n entre los campesinos pobres, empezaba a darles un nuevo programa y un nuevo rumbo revolucionarios. El proselitismo proletario o semiproletario de la Uni�n Agraria empuj� a esta agrupaci�n al flanco del partido comunista. Se organiz� as� un vasto movimiento de masas. En las �ltimas elecciones, preparadas por Zankov a trav�s de una larga persecuci�n del comunismo y de los campesinos, los dos partidos de masas consiguieron, sin embargo, reafirmar electoralmente su fuerza popular. La Reacci�n no pudo fabricarse un Narodno Sobranie (parlamento) d�cil a su pol�tica. Los agrarios y los comunistas enviaron al Sobranie un numeroso grupo parlamentario. La lucha recomenz� m�s agria que nunca en el terreno extra-parlamentario. El gobierno sinti� la necesidad de una gran ofensiva fascista contra las masas, cada vez m�s saturadas de ideas revolucionarias. La represi�n policial no resultaba suficiente. Se organiz�, como en Barcelona, una banda terrorista. Varios organizadores comunistas cayeron asesinados. A los actos de terror de un bando respondieron los actos de terror del otro bando. El r�gimen de Zankov provoc� un estado de guerra civil. La legalidad qued� definitivamente suspendida. Lleg� un instante en que la reacci�n aniquil� totalmente al grupo parlamentario comunista. Los diputados comunistas, que no hab�an sido asesinados, se encontraban encarcelados o exiliados. En esta atm�sfera de violencia se incub� el atentado de la Catedral de Sof�a. Fue este atentado la explosi�n del rencor y del odio acumulados, en los focos m�s exaltados y extremistas, por los dos a�os de persecuci�n sanguinaria. El gobierno de Zankov, por supuesto, no quiso reconocerlo as�. Hizo responsables directos del terrible acto terrorista a los partidos agrarios y comunista. Encarcel� a varios millares de ciudadanos. Y, sin proceso ninguno, fusil� a los m�s se�alados por su actividad revolucionaria. Las bandas armadas de Zankov cazaban como a fieras en sus escondites a los agitadores comunistas y agrarios. El coronel Weedgwood, diputado brit�nico, que visit� Sof�a en los d�as de la represi�n, ha denunciado documentada y puntualmente a todas las conciencias honradas del mundo este per�odo de terror fascista. A sus denuncias, que han conmovido profundamente la conciencia europea, el gobierno de Bulgaria no ha podido oponer sino d�biles y capciosos desmentidos. Y, despu�s de un proceso sumar�simo, ha hecho ahorcar espectacularmente, co�mo en el m�s oscuro Medio Evo, en la plaza principal de Sof�a, a varios acusados comunistas. Estos m�todos, estas escenas, ser�an incom�prensibles en Europa Occidental. El clima hist�rico es diferente. Los hombres tienen otra sen�sibilidad y otra educaci�n. Pero en los Balka�nes estos m�todos y estas escenas se encuentran casi dentro de la tradici�n pol�tica. El Occiden�te sali� hace tiempo de la Edad Media. Los Balkanes, no. En este turbulento rinc�n de Europa el esp�ritu y las costumbres del Oriente han persistido enraizadas en una econom�a feudal. En el lenguaje de la democracia occidental el t�rmino "pol�tica balk�nica" ha sido equivalente del t�rmino "pol�tica sudamericana" en la �poca en que Sudam�rica no era conocida sino por su desorden y su caudillismo. La violencia sudame�ricana no tuvo nunca la misma ferocidad que la violencia balk�nica. Mas, en el fondo, tradujo las mismas cosas. En los Balkanes subsisten rezagos de feuda�lidad. La revoluci�n, como en Rusia, se propo�ne, en primer lugar, liquidar lo que resta ah� de pol�tica y de econom�a medioevales. Por eso en Bulgaria agrarios y comunistas se confunden en un mismo ej�rcito, mientras la burgues�a urbana asume, junto con la defensa de sus pro�pios intereses, la de los intereses de la aristocra�cia latifundista. Pero una pol�tica terrorista, por truculenta y extremada que sea, no puede resolver los pro�blemas b�lgaros. Tiene, por el contrario, que exasperarlos. El terror, en materia econ�mica, no es nunca una soluci�n.
NOTA:
* Publicado en Variedades, Lima, 25 de Julio de 1925.
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