OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
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LA CRISIS DE LA MONARQUIA EN RUMANIA*
La monarqu�a rumana, considerada como un sobreviviente de la tempestad b�lica, aparece desde entonces destinada a naufragar a corto plazo. Al fin de la guerra se salv� en una tabla. Una dinast�a Hohenzollern, acusada de maquia�v�licas conspiraciones contra la victoria aliada. no contaba naturalmente con muchas simpat�as en los pa�ses vencedores. Pero el olvido del programa wilsoniano en los concili�bulos de la paz, no en vano albergados por Versalles y Trianon, consinti� a la monarqu�a rumana acomo�darse en el nuevo orden europeo. Rumania sali� engrandecida de la guerra en la cual su monarqu�a jug� cazurramente a dos cartas. La revoluci�n rusa movi� a la democra�cia aliada a pactar con esta monarqu�a, no obs�tante su parentesco con la monarqu�a derribada en Alemania. A Rumania le fue asignada la Be�sarabia para agrandar su territorio y su pobla�ci�n a expensas de Rusia, malquistada con el Oc�cidente capitalista por su r�gimen proletario. La arbitrariedad de esta anexi�n es tan evi�dente, que casi nadie la discute en Europa. En la propia Rumania se reconoce que la de Besarabia ha sido una adquisici�n inesperada. "Pol�ticos rumanos patriotas como el Dr. Lupu �apunta Barbusse despu�s de una concienzuda encuesta� aunque pretenden que la poblaci�n de Besarabia es fundamentalmente moldava-rumana, estiman que en esta circunstancia los alia�dos han sobrepasado su derechos y que es ab�solutamente necesario obtener el asentimiento de Rusia para regularizar semejante situaci�n". Todos estos presentes territoriales, que han colocado bajo la soberan�a rumana a tres millo�nes de hombres de otras nacionalidades, han tenido por objeto crear una Rumania poderosa frente a la Rusia sovietista. La misma raz�n ha prorrogado y convalidado, despu�s de la guerra, a la decadente monarqu�a cuya suerte compromete ahora la enfermedad del Rey Fernando. Esta monarqu�a, rehabilitada por la paz despu�s de haber conocido con la guerra el peligro de la bancarrota, ha mostrado en los �ltimos a�os grandes ambiciones. Mediante el matrimo�nio de sus pr�ncipes y sus princesas, la casa real de Rumania se aprestaba a establecer la hegemo�n�a de su sangre en la Europa Oriental. Pero, desde la ca�da de la monarqu�a griega a la cual se encontraba doblemente enlazada, hasta el adulterio folletinesco y la abdicaci�n conven�cional del pr�ncipe heredero rumano, estos pla�nes han sufrido una serie de fracasos. Hoy, el porvenir de la monarqu�a rumana se presenta incierto. Contra una eventual reivindi�caci�n del pr�ncipe heredero, �con quien la rei�na Mar�a se ha reconciliado espectacularmente en Par�s�, est�n los dos partidos que se alter�nan en el gobierno de Rumania, el de Bratiano y el de Averesco. Esto, claro esta, no se�ala to�dav�a el fin de la monarqu�a rumana; pero de�nuncia su situaci�n respecto de los partidos re�presentativos de la burgues�a de Rumania, co�nectados con los gobiernos de las grandes poten�cias. Bratiano y Averesco, le imponen su tuto�r�a, disimulada con diplom�ticas protestas de lealismo. Si los gastos de la reina Mar�a en Estados Unidos los ha pagado, como se ha dicho, Henri Ford, con el prop�sito de ensayar un r�clame nuevo, nadie se sorprender� de que �sta sea la condici�n de la monarqu�a de Rumania. Una dinast�a, cuyos blasones pueden ponerse al servicio de un fabricante de Autom�viles y camiones, es como ninguna otra, una dinast�a puramente decorativa. Pero su disoluci�n a pesar de todo, no es a�n bastante para decidir su ca�da inmediata. La burgues�a rumana no est� en grado de licenciar su manido monarca. La rep�blica es, en estos tiempos, una aventura peligrosa. La pol�tica reaccionaria trae consigo un resurgimiento ficticio de los mitos y s�mbolos de la edad media. Se apoya en valores y principios tramontados. Por consiguiente, no puede permitirse el lujo de un golpe de Estado republicano. En Estados Unidos una reina o un rey no son �tiles sino para r�clame novedoso de una manufactura yanqui; pero en Rumania resultan eficaces todav�a para defender el viejo orden social.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 18 de Diciembre de 1926.
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