OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
|
FIGURAS Y ASPECTOS DE LA VIDA MUNDIAL II |
|
LA CRISIS ALEMANA*
La ca�da del gabinete presidido por Marx y simbolizado por Stresseman, plantea otra vez en Alemania la cuesti�n del parlamento y la dictadura. Este gabinete, constituido despu�s de un laborioso trabajo de conciliaci�n, era, como se sabe, un gabinete de minor�a, que deb�a apo�yarse alternativamente en los votos de la derecha nacionalista y de la izquierda socialista. Ape�nas le negaran su concurso, en una situaci�n cualquiera, nacionalistas y socialistas, este go�bierno quedaba en minor�a en el Reichstag. Es decir quedaba reducido a sus propias fuerzas. Tal situaci�n se ha presentado hace una semana. El experimento del gobierno de minor�a, �que se mantiene en el poder por un dif�cil equilibrio entre la derecha y la izquierda�, apa�rece en consecuencia cumplido. El nuevo gobier�no debe reposar en una mayor�a y por ende gra�vitar a izquierda o a derecha. La crisis que se desarrolla actualmente en Alemania, no es, pues, una crisis de gobierno sino de parlamento o, m�s precisamente a�n, de r�gimen. El ministerio Marx-Stresseman represent� una f�rmula transitoria, provisional, de la cual se ech� mano en vista de la imposibilidad de formar un gobierno de mayor�a. Ahora, los par�tidos gubernamentales. tienen que hacer un es-fuerzo vigoroso y decisivo para salir de la inte�rinidad. Pero las dificultades de un a�o atr�s subsis�ten �ntegramente. Ni los nacionalistas ni los so�cialistas, que son los dos partidos m�s fuertes del Reichstag, pueden entrar en una coalici�n sin darle su tonalidad respectiva. Y en aceptar una u otra tonalidad no est�n conformes los tres partidos de posici�n m�s o menos centris�ta de la combinaci�n Marx-Stresseman. Los de�m�cratas y los cat�licos se niegan a colaborar en un gobierno en el que prevalezcan los nacio�nalistas, que por su monarquismo asaz agresi�vo no caben en un ministerio republicano. Stres�seman y el partido popular, por su parte, se oponen a una coalici�n en que predominen los socialistas. Estos, en fin, repudian a Stresseman por sus vinculaciones con los magnates de la in�dustria, aunque en el terreno de la pol�tica in�ternacional est�n dispuestos �como lo prueban sus votos del �ltimo a�o en el Reichstag� a aprobar, o al menos a aceptar pasivamente, sus conclusiones pr�cticas. Este acuerdo entre Stresseman y .los socialis�tas frente a los problemas de la pol�tica interna�cional ha sido precisamente uno de los factores vitales del ministerio encabezado por Marx. Su pol�tica exterior, oportunista y conciliadora, que ha chocado vivamente al esp�ritu revanchista del partido Deustche national, ha obtenido en cam�bio el apoyo de los socialistas. Y se ha dado as� el caso paradojal de que los socialistas aprue�ben en este gobierno justamente la gesti�n in�ternacional de quien, en la pol�tica interior, les es tan diverso y opuesto y representa intereses tan antag�nicos. La actitud de los nacionalistas ante los pro�blemas exteriores constituye la dificultad m�xi�ma, el obst�culo casi insuperable en el camino de una concentraci�n burguesa. Su monarquis�mo �un poco atenuado y gastado ya� pod�a avenirse a compromisos discretos y sagaces del g�nero del que ha anulado pr�cticamente el monarquismo del Mariscal Hindenburg. Pero el esp�ritu revanchista de los "alemanes naciona�les", resulta en tan abierto contraste con la rea�lidad que, como ya hemos visto, Stresseman pr�ximo por su conservantismo a la derecha mo�n�rquica, se encuentra en el terreno internacio�nal m�s vecino temporalmente a los socialistas. Stresseman tiene en la pol�tica alemana la importancia que le confiere su calidad de perso�nero y fiduciario de la burgues�a. A �sta sus in�tereses de clase no le consienten por el momen�to aparecer revanchista y mon�rquica. M�s bien, le aconsejan manifestarse pac�fica y republica�na. El momento no es de los nacionalistas. La industria y la banca alemanas que lo saben bien, sostienen, por eso, a Stresseman, quien con in�teligente oportunismo, as� como se pleg� ayer al esp�ritu de Weimar �inspirador del estatuto de la Rep�blica alemana� se plega hoy al esp�ritu de Locarno�, inspirador del pacto de se�guridad de Europa�. Sin embargo, si la soluci�n de la crisis es una soluci�n de izquierdas la figura de Stresseman, demasiado comprometida con la derecha, puede verse eclipsada esta vez por la de Wirth, quien, por su republicanismo y democratismo, cuenta con la confianza de los socialistas. Si los factores en juego en la pol�tica alemana no permiten esta soluci�n, la crisis del r�gimen parlamentario entrar� en Alemania en una fase aguda y extrema. Pero esto no bastar� para que la prudente burgues�a alemana se de�cida por la dictadura. Entre otras cosas, porque esta f�rmula es de una simplicidad s�lo aparente. Las combinaciones parlamentarias cuya do�sificaci�n es cada d�a m�s dif�cil y compleja, resultan todav�a preferibles. El parlamento no ser� descartado y suplantado sino cuando la lucha entre las dos clases que se contienden el poder llegue a su per�odo final. Y en esta etapa de "estabilizaci�n capitalista", la burgues�a no tie�ne ning�n inter�s en apresurar y precipitar ese momento.
NOTA: * Publicado en Variedades, Lima, 25 de Diciembre de 1926.
|
|