OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

PERUANICEMOS AL PER�

 

POESIA Y VERDAD

 PRELUDIO DEL RENACIMIENTO DE JOSE MARIA EGUREN* 

El proceso literario del Per� nos ofre�ce un derecho que podemos ejercitar sin peligro de competencia: el del homenaje a Jos� Mar�a Eguren. Queremos ejercitarlo precisamente porque hasta ahora ning�n grupo, ninguna revista literaria lo ha reivindicado para s�. Ni Eguren busc� nunca con su arte el homenaje p�blico, ni Amauta ha sido empresaria de ninguno. Estos dos antecedentes garantizan la libertad y la jus�ticia con que juntamos en las p�ginas si�guientes los elogios que la nueva generaci�n dedica, con inobjetable sinceridad, al gran�de y querido poeta.

Muerto Gonz�lez Prada, Eguren es el �nico entre nuestros mayores a quien pode�mos testimoniar una admiraci�n sin reser�vas. En ning�n otro encontramos los mis�mos puros dotes de creador. Y como nin�guna consagraci�n acaparadora o interesada compromete la independencia de su arte, podemos rodearlo con orgullo, y con �nfasis.

Al don genial de la creaci�n, Eguren uni� siempre la pureza de una vida po�tica. No trafic� nunca con sus versos, ni reclam� para ellos laureles oficiales ni acad�micos. Es dif�cil en el Per� ser tan fiel a una vocaci�n y a un destino. Porque lo sabemos. Eguren nos parece m�s ejemplar y �nico.

Sin programa, sin ceremonia, sin rito, sin motivo, fuera de toda raz�n conmemorativa y cronol�gica, Amauta ha convidado a algunos de sus colaboradores literarios a participar en este ins�lito homenaje, para el que no hemos querido esperar, por no restarle modestia y repentinismo, los mensajes de adhesi�n de C�sar Vallejo. C�sar Falc�n, Alberto Hidalgo, Enrique Bustamante y Ballivi�n, Armando Baz�n, Blanca Luz Brum, Magda Portal y otros amigos ausentes, que habr�an sido de los primeros en acudir a nuestra cita.

Esto, en fin, no es un homenaje sino un reconocimiento, una salutaci�n. Si a Eguren le gustara el estruendo criollo, lo llamar�amos albazo. Porque, si de aqu� est� proscrita la pirotecnia, en su sentido municipal y jaranero, es con la alegr�a matinal del alba como la juventud prefiere acercarse a este decorador m�gico de la noche.

Despu�s de la larga y se�era vigilia, Eguren vela alerta todav�a, Tiene la sombra de una fatiga azul en los p�rpados; pero guarda intacta la lumbre de sus pupilas de cazador de im�genes. Nos ha dado quiz�, todos sus versos; pero nos reserva aun la sorpresa de su prosa, qu� ser� siempre poes�a. Poes�a y Verdad, como dec�a Goethe.

La evasi�n de la realidad lo ha conservado puro. Tiene entera la inocencia de poeta muy semejante en su caso a la del ni�o, pero que no debe ser entendida restrictivamente, sino como elemento est�tico y creativo. (Porque es riesgoso exagerar la idea de Eguren infante. A lo largo de su conversaci�n gentil, se hace siempre el descubrimiento de su malicia). Jorge Basadre termina su magn�fica versi�n de Eguren con la advertencia de que su elogio es tambi�n una eleg�a. Pero Eguren, f�sica y est�ticamente, est� en la madurez. Su poes�a empieza s�lo ahora a influir en las cosas. El Country Club decora sus campos de tenis con la retama, la p�lida flor del campo lime�o que Eguren am� el primero. Es todav�a poco; pero en todo lo que podemos exigir al gusto anglo-saj�n de la civilizaci�n del asfalto. Al borde de las pistas de autom�viles, la ni�a-flor de Eguren, la ginestra amarilla, es la primera victoria de su poes�a.

No: no nos sentimos delante de un ocaso. Si a Eguren se le hubiese acabado la juventud, podr�a haberla recobrado en nosotros. Queremos a toda costa incluirlo en nuestra esperanza, afirmando que no s�lo es pasado sino tambi�n futuro. Y que aqu� Amauta preludia algo que podr�amos llamar as�: Renacimiento de Jos� Mar�a Eguren.

 

 


NOTA:

* Publicado en Amauta, como introducci�n al n�mero de homenaje a Jos� Mar�a Eguren (N� 21, febrero-marzo de 1929, p�gs. 11 y 12).