OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

SIGNOS Y OBRAS

 

    

ANDRE GIDE Y LA "NOUVELLE REVUE FRANCAISE"1

 

No es posible hablar de la Nouvelle Revue Fran�aise2 sin hablar de Andr� Gide. La N.R.F. fue fundada por Gide y sus amigos hace 16 a�os. En breve plazo, bajo la �gida de Gide, se coloc� a la cabeza de las revistas de letras de Francia. Su tendencia y su estilo correspond�an plenamente al humor de la �poca. Pero en la actualidad Gide no dirige la N.R.F. Y esta revista, por otra parte, no contin�a acaparando la representaci�n de la modernidad y sus grandes nombres. Otras revistas, Europe, verbi gracia, muy moderna y muy europea, empiezan a reemplazarla en el favor del p�blico. La N.R.F., m�s que una gran revista es una gran casa editora. Es la Librer�a Gallimard. En la historia de la N.R.F. ha terminado el cap�tulo Andr� Gide. El protagonista del nuevo cap�tulo no es un literato sino un librero, Gast�n Gallimard. Sin embargo, Andr� Gide sigue siendo para todo el mundo el caudillo, el verbo y el �nima de la N.R.F.

Ni la revista ni las ediciones de Gast�n Gallimard pueden ser declaradas propiedad de una escuela o una capilla. Como dice Francois Mauriac, la N.R.F. ha hecho en cierta forma un trust de todos los valores franceses de hoy. Gallimard edita libros de escritores tan diversos como Paul Claudel y Marcel Prevost, Andr� Gide y Charles Louis Philippe, Georges Duhamel y Paul Morand. La N.R.F. es, presentemente, por su elenco de autores y de obras, la primera casa de ediciones de Francia. Y en la misma revista la disparidad y la pluralidad de credos y de g�neros es el secreto del �xito. En la Nouvelle Revue Francaise se juntan el dandismo de los decadentes y el misticismo de los revolucionarios. La N.R.F. aloja el nacionalismo de Montherlant, el tradicionalismo de Gheon, el cosmopolitismo de Mac Orlan y Valery Larbaud, el clasicismo de Paul Valery, el revolucionarismo de Jean Richard Bloch, el superrealismo de Delteil y de Eluard, etc. La N.R.F. edita, de otro lado, la Revue Juive,3 demasiado internacional para que se le dirija una acusaci�n espec�fica de gidismo. Sus primeros n�meros nos han descubierto algunos escritos in�ditos de Proust, pero tambi�n nos han descubierto escritos in�ditos de Henri Frank. (Revelar alg�n in�dito de Proust es, por otra parte, un n�mero obligado de toda nueva revista francesa).

Pero en la conciencia de sus cr�ticos y del p�blico nada de esto consigue separar a la N.R.F. de Andr� Gide. Aunque las ediciones de Gallimard son una consecuencia de la revista que les presta su nombre, cr�ticos y p�blico distinguen a �sta de aqu�llas. La editorial es una cosa, la revista es otra, por mucho que la editorial franquee preferentemente sus puertas a los escritores de la revista. Y en la Nouvelle Revue Francaise el gidismo, en diversas dosis, imprime a la revista su car�cter. La N.R.F. re�ne en sus p�ginas a muchos y muy diversos escritores. Mas los que dan el tono son Gide y sus disc�pulos. Jacques Rivi�re �muerto hace poco�, sucesor de Gide en la direcci�n de la revista, era un caso genuino de gidismo. Se puede decir que a trav�s de Rivi�re, Gide continu� dirigiendo la N.R.F. En la casa de la Nouvelle Revue Francaise se adora como a los dioses penates a Gide y a Proust, en quienes reconoce la cr�tica dos fen�menos solidarios y consangu�neos de la moderna literatura francesa.

Existe �al menos seg�n sus cr�ticos� un es�p�ritu N.R.F. vale decir un esp�ritu Andr� Gide. �Cu�les son sus caracter�sticas? El gordo Henri B�raud, autor de El Martirio del Obeso, lo califica de esnobismo hugonote. Otro escritor lo designa con el t�rmino m�s o menos equivalente de "calvinismo intelectual". Pero estas expresiones, si bien sugieren algo, no definen nada. M�s categ�ricos, m�s precisos son Roland Dorgel�s, novelista, Henri Massis, polemista, cat�licos ambos. Dorgel�s condena a Andr� Gide, no s�lo en nombre del esp�ritu cat�lico, �sino en nombre de su salud moral�. �Nosotros somos por lo menos t�nicos �explica; �l es por el veneno. El cree iluminar las almas. Qu� error. El las turba. No son las virtudes lo que le interesa; son las, taras. El mal tiene m�s atracci�n que el bien y por esto tantos j�venes van a Gide. Pero yo estoy tranquilo: lo dejar�n. Su moda pasar� como tantas otras�. Massis considera �el desorden de la joven literatura� como una consecuencia del subjetivismo filos�fico. Observa Massis que para los escritores de la N.R.F. no parecen existir sino realidades psicol�gicas. �El yo, he aqu� el �nico objeto, la sola realidad cognoscible. Estos escribanos son, ante todo, cr�ticos, no son creadores. En sus obras no hay acontecimientos, no hay personajes; no pasa nada. �Pueden aspirar estas obras a enriquecer nuestra humanidad? Pues es esto lo que hace una obra verdaderamente cl�sica. Pero hace falta una sociedad; y ahora bien, desde la revolu�ci�n rom�ntica, no existe en Francia un esp�ritu p�blico que contrapese el individualismo del artista; �ste se hunde m�s y m�s en la singulari�dad: el arte est� cada vez menos en contacto con el medio social�.

En estos t�rminos exponen su posici�n ante la N.R.F. los representantes de la tradici�n. En la pol�mica entre la N.R.F. y sus impugnadores se quiere ver el conflicto entre el clasicismo y el romanticismo. Maurras define la nueva poes�a francesa como �la cola de la cola del simbolismo�. Para los escritores de L'Action Francaise, en la pol�tica y en la literatura todos los males vienen de la Revoluci�n. Basta volver a la escuela cl�sica y a la tradici�n mon�rquica para que las letras recobren su equilibrio. Esta obsesi�n los empuja a la repudiaci�n integral y absoluta de m�s de un siglo de historia humana. O sea, al m�s radical y bizarro de todos los romanticismos. Pero, en su cr�tica del esp�ritu de la literatura de Gide, sientan a veces principios que, aunque parezca absurdo, pueden ser aceptados por una cr�tica revolucionaria. La literatura moderna sufre, realmente, una crisis de individualismo y subjetivismo. Gide es un signo de esta crisis. A este respecto, los revolucionarios no tienen dificultad para declararse de acuerdo con los tradicionalistas. El acuerdo se acaba violen�tamente cuando del diagn�stico se pasa al trata�miento. Los tradicionalistas creen que Santo Tom�s y la Iglesia pueden imponer a las almas inquietas y turbadas de los artistas su discipli�na. Los revolucionarios se sonr�en ante este anti�romanticismo rom�ntico. Piensan y sienten que s�lo de una nueva fe puede nacer una disciplina nueva. Mucho se ha escrito, en los �ltimos tiempos, en revistas y peri�dicos franceses contra Gide y la N.R.F. Henri B�raud ha contestado el derecho de Gide a clasificarse entre los mantenedores de la lengua francesa. Expurgando la obra de Gide, ha hallado el terrible B�raud algunas deficiencias gramaticales. Pero estos y otros ataques del mismo g�nero no tienen sino un valor anecd�tico. La obra de Gide no puede ser asesinada desde una encrucijada de la gram�tica y de la academia. Los juicios dignos de ser tomados en consideraci�n son los que parten de puntos de vista pol�ticos y filos�ficos.

Es absurdo y grosero empe�arse en demostrar que Gide escribe mal. O, por lo menos, que Gide no escribe bien. A despecho de cualquiera negligencia gramatical de una que otra de sus p�ginas, su obra es t�cnica y est�ticamente la de un maestro de la literatura francesa contempor�nea. Los reparos que pueden y deben hac�rsele son de otro orden. Una cr�tica penetrante tiene que clasificarla, por ejemplo, como una obra de influencia disolvente. Gide representa en Francia, espiritual e intelectualmente, una fuerza de disoluci�n y de anarqu�a. Un hombre de alma apasionada y de inteligencia constructiva no encuentra en sus libros nada que alimente su fe ni estimule su el�n. Gide enerva y afloja los nervios como un ba�o tibio. No sale nunca de un libro de Gide sino un poco de laxitud voluptuosa. El autor de L'Enfant Prodigue4 y La Pastoral contagia una especie de desgano elegante.

No es prematuro predecir el pr�ximo tramonto de su influencia. Dorgel�s tiene raz�n. La moda de Gide pasar� como tantas otras. En parte no es m�s que un reflejo del �xito de Proust y del apogeo de la novela psicol�gica. La N.R.F. si quiere sobrevivir al gidismo, no tendr� m�s remedio que renovarse. La muerte de Jacques Rivi�re facilita probablemente su evoluci�n. Una gran casa de ediciones est� obligada a ser un poco oportunista. Y ya hemos visto c�mo, en la actualidad, la N.R.F. m�s que una revista es una editorial. La primera editorial francesa.  

 


NOTAS:

 

1 Publicado en Variedades: Lima, 14 de Noviembre de 1925.

2 La Nueva Revista Francesa. (Trad. lit.).

3 Revista jud�a.

4 "El hijo pr�digo".