OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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TEMAS DE NUESTRA AMERICA |
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LA LUCHA ELECCIONARIA EN MEXICO*
La situaci�n eleccionaria mexicana se presenta esta vez m�s compleja que hace un a�o cuando, pr�xima la terminaci�n del mandato del General Calles, se concentraron las fuerzas pol�ticas que sosten�an al gobierno alrededor de la candidatura del General Obreg�n, contra las candidaturas anti-reelecionistas de los generales Serrano y G�mez. Entonces, la formaci�n de un frente �nico obregonista aseguraba la victorias del bloque popular, defensor de los principios de la Revoluci�n, que hab�a gobernado desde la desaparici�n de Carranza. M�s bien, el bando anti-reeleccionista concurrir�a dividido a la votaci�n. La CROM (Confederaci�n Regional Obrera Mexicana), representada en el gobierno de Calles por su famoso l�der Luis Morones, Ministro de Industria, Comercio y Trabajo, apoyaba a Obreg�n, quien a su fuerza personal de caudillo sumaba la completa adhesi�n del haz de fuerzas populares, representativas del sentido, clasista y doctrinal de la Revoluci�n: La amenaza insurreccional de G�mez y Serrano, dram�ticamente liquidada con el fusilamiento de ambos candidatos, sirvi� para afirmar y reforzar la unidad revolucionaria. Las divisiones y querellas internas de este bloque eran ya inquietantes; pero la autoridad de Obreg�n consegu�a dominarlas temporalmente, siendo sin duda este factor el que hab�a aconsejado la designaci�n de un candidato contra el cual iba a invocarse los principios y or�genes anti-reeleccionistas de la Revoluci�n Mexicana. Asesinado Obreg�n, la ruptura sobrevino violentamente: Los elementos adversos a los laboristas aprovecharon la oportunidad para atacar a Morones, atribuy�ndole la responsabilidad del crimen. En momentos en que la excitaci�n p�blica hac�a sumamente peligrosa esta acusaci�n, estos elementos se lanzaron al asalto de las posiciones pol�ticas de la CROM, empleando, con extremo encarnizamiento, el arma que el azar pon�a a su alcance. El propio Presidente Calles, que hab�a tenido siempre a su lado a la CROM, dio la impresi�n de ceder a la ofensiva contra los laboristas. Morones tuvo que dejar. el Ministerio de Industria, Comercio y Trabajo, y hasta se anunci� su viaje al extranjero, deportado o fugitivo. De julio a hoy el cisma no ha cesado de ahondarse. Morones no se ha intimidado. Despu�s de un per�odo de prudente reserva, ha reaparecido en su puesto de combate, al frente de la CROM, en cuya IX convenci�n nacional, �ltimamente reunida, ha replicado agresivamente al ataque de sus adversarios. Parece ya imposible que se reconstituya el frente �nico que, con Obreg�n a la cabeza, gan� las elecciones de 1928. Los enemigos de la CROM tienen en sus manos el poder y lo emplean en cuanto pueden contra esta organizaci�n obrera. �Ser elemento de la CROM es ser candidato a presidio en las tres cuartas partes de la Rep�blica�, ha dicho Morones en un exaltado discurso en la convenci�n laborista, dirigi�ndose a Calles, a quien ha reconocido como el �nico amigo de la CROM en el per�odo dif�cil atravesado por los laboristas desde julio. La presencia y el discurso de Calles en la convenci�n de la CROM han venido a a�adir un elemento de complicaci�n en la lucha pol�tica. En momentos en que se hace fuego graneado contra Morones y los laboristas, Calles ha declarado en su asamblea que nada ni nadie puede romper sus lazos sentimentales y doctrinarios con la organizaci�n obrera. Aunque el discurso de Calles no haya sido muy expl�cito, tiene, sobre todo por la oportunidad en que ha sido pronunciado, el valor de un acto de solidaridad con los laboristas, muy importante si se tiene en cuenta el rol pol�tico que, por su actuaci�n y antecedentes, tocar� seguir al ex-Presidente. La designaci�n de candidatos a la presidencia por las convenciones nacionales no ha sido hecha todav�a. Pero ya empiezan las convenciones regionales o de partido a preparar esa designaci�n proclamando sus respectivos candidatos. La eliminaci�n final, en la medida en que sea posible, lo har�n las convenciones nacionales. Pero, mientras esta vez es posible que los anti-reeleccionistas se agrupen en torno de un candidato �nico, que tal vez sea Vasconcelos, la divisi�n del bloque obregonista de 1928 se muestra ya irremediable. La CROM ir� probablemente sola a la lucha, con Morones a la cabeza. El partido constituido por los obregonistas, y en general por los elementos contrarios a los laboristas, y que se declaran leg�timos continuadores y representantes de la Revoluci�n, arrojando sobre la CROM la tacha de reaccionaria, presentar� un candidato propio, acaso comprometido personalmente por esta pol�mica. Entre los candidatos de esta tendencia, con mayor proselitismo, uno de los m�s indicados hasta ahora es el general Aar�n S�enz, Gobernador del Estado de Nueva Le�n. Aar�n S�enz comenz� su carrera pol�tica en 1913, enrolado en el ej�rcito revolucionario en armase contra Victoriano Huerta. Desde entonces, actu� siempre al lado de Obreg�n, cuya campa�a eleccionaria dirigi� en 1928. Ministro de Calles, dej� su puesto en el gobierno federal para presidir la administraci�n de un Estado, cargo que conserva hasta hoy. Su confesi�n protestante puede ser considerada por muchos como un factor �til a las relaciones de M�xico con Estados Unidos. Porque en los �ltimos tiempos, la pol�tica mexicana ante los Estados Unidos ha acusado un retroceso que parece destinado a acentuarse, si la presi�n de los intereses capitalistas desarrollados dentro del r�gimen de Obreg�n y Calles en la que hay que buscar el secreto de la actual escisi�n, contin�a imponiendo la l�nea de conducta m�s concorde con sus necesidades. Vasconcelos se ha declarado pronto para ir a la lucha como candidato. Aunque auspiciado por el partido anti-reeleccionista, y probablemente apoyado por elementos conservadores que ven en su candidatura la promesa de un r�gimen de tolerancia religiosa, puede ganarse a una buena parte de los elementos disidentes o descontentos que la ruptura del frente obregonista de 1928 deja fuera de los dos bandos rivales. Por el hecho de depender de la concentraci�n de fuerzas heterog�neas, que en la anterior campa�a eleccionaria se manifestaran refractarias a la unidad, su candidatura, en caso de ser confirmada, no podr� representar un programa concreto, definido. Sus votantes tendr�an en cuenta s�lo las cualidades intelectuales y morales de Vasconcelos y se conformar�an con la posibilidad de que en el poder puedan ser aprovechadas con buen �xito. Vasconcelos pone su esperanza en la juventud. Piensa que mientras esta juventud adquiere madurez y capacidad para gobernar M�xico, el gobierno debe ser confiado a un hombre de la vieja guardia a quien el poder no haya corrompido y que preste garant�as de proseguir la l�nea de Madero. Sus f�rmulas pol�ticas, como se ve, no son muy expl�citas. Vasconcelos, en ellas, sigue siendo m�s metaf�sico que pol�tico y que revolucionario. La prosecuci�n de una pol�tica revolucionaria, que ya ven�a debilit�ndose por efecto de las contradicciones internas del bloque gobernante, aparece seriamente amenazada. La fuerza de la Revoluci�n residi� siempre en la alianza de agraristas y laboristas, esto es de. las masas obreras y campesinas. Las tendencias conservadoras, las fuerzas burguesas, han ganado una victoria al insidiar su solidaridad y fomentar su choque. De ah� quedas organizaciones revolucionarias de izquierda trabajan ahora por una asamblea nacional obrera y campesina, encaminada a crear un frente �nico proletario. Pero estos aspectos de la situaci�n mexicana, ser�n materia de otro art�culo. Por el momento no me he propuesto sino se�alar las condiciones generales en que se inicia la lucha eleccionaria.
NOTA:
* Publicado en Variedades: Lima, 5 de Enero de 1929.
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