OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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TEMAS DE NUESTRA AMERICA |
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PORTES GIL CONTRA LA CROM*
Ninguna duda es ya posible acerca de la tendencia reaccionaria de la pol�tica del Presidente Provisorio de M�xico. La ofensiva contra la C.R.O.M. (Confederaci�n Regional Obrera Mexicana), aunque disimule con un lenguaje demag�gico sus verdaderos M�viles, no se propone otra cosa que abatir o disminuir el poder pol�tico de las masas obreras. Objetivo inequ�vocamente contrarrevolucionario que ninguna ret�rica puede ocultar ni disfrazar. La responsabilidad e iniciativa de esta pol�tica no pertenecen a Portes. Gil, quien obedece, en su gesti�n, a factores superiores a su criterio personal. He aqu� otro hecho no menos cierto. Portes Gil no ha cambiado, por una s�bita inspiraci�n, la actitud del gobierno ante la CROM. Su nombramiento como Presidente Provisorio ha estado decidido por las fuerzas contrarias a la CROM, desarrolladas en el bloque gobernante en los �ltimos a�os. El proceso de incubaci�n de este gobierno empez� cuando los m�s animosos enemigos de la CROM lanzaron contra su l�der Morones la acusaci�n de ser el maquiav�lico instigador del asesinato del General Obreg�n. Desde ese instante, el frente popular que gobernaba M�xico, a nombre de los principios de la Revoluci�n, qued� definitivamente roto. La ascensi�n al poder de los llamados Obregonistas ten�a que conducir a la revoluci�n a la crisis a que hoy asistimos. Durante los gobiernos de Obreg�n y Calles, la estabilizaci�n del r�gimen revolucionario hab�a sido obtenida en virtud de un pacto t�cito entre la peque�a burgues�a insurgente y la orga�nizaci�n obrera y campesina para colaborar el un terreno estrictamente reformista. Pod�a seguirse usando contra los ataques reaccionarios, una fraseolog�a radical, destinada a mantener vivo el entusiasmo de las masas. Pero todo radicalismo deb�a, en realidad, ser sacrificado a una pol�tica normalizadora, reconstructiva. Las conquistas de la Revoluci�n no pod�an ser consolidadas sino a este precio. La CROM surgida y crecida bajo el caudillaje revolucionario �su acta bautismal es la de la Convenci�n Obrera de Saltillo en 1918� carec�a de capacidad y de ambici�n para dominar material e intelectualmente en el gobierno, tanto en la �poca de la primera elecci�n de Obreg�n como en la �poca de la elecci�n de Calles. En 1926, sus adherentes que, en el Congreso de Saltillo no hab�an su�mado sino 7,000, ascend�an s�lo a 5,000. Todo el proceso de desarrollo de la CROM, se ha cumplido bajo los gobiernos de Obreg�n y Calles, a los cuales sosten�a, a la vez que recib�a las garant�as indispensables para su trabajo de organizaci�n de las masas obreras y campesinas dentro de sus cuadros. En el momento de su m�xima movilizaci�n, la CROM calculaba sus efectivos en dos millones de afiliados. Su funci�n pol�tica �a pesar de su representaci�n en el gobierno� no estaba en relaci�n con su fuerza social. Pero no le habr�a sido posible constituir y acrecentar �sta, en tan poco tiempo; sin el concurso de una situaci�n excepcional, como la de M�xico y su gobierno despu�s de largos a�os de victoriosa agitaci�n revolucionaria. Bajo este r�gimen, no s�lo se hab�an desarrollado las fuerzas obreras, canalizadas en direcci�n reformista, sino tambi�n las fuerzas del capital y la burgues�a. Las energ�as m�s inexpertas de la reacci�n se hab�an consumido en el intento de atacar la Revoluci�n desde fuera. Las m�s sagaces operaban dentro de la Revoluci�n, en espera de que sonase la hora de una acci�n termidoriana.** El Estado Mexicano no era, ni en la teor�a ni en la pr�ctica, un Estado socialista. La Revoluci�n hab�a respetado los principios y las formas del capitalismo. Lo que este Estado ten�a de socialista consist�a en su base pol�tica obrera. Por moderada que fuese su pol�tica, la CROM como organizaci�n de clase, ten�a que acentuar d�a a d�a su programa de socializaci�n de la riqueza. Pero, al mismo tiempo que la clase obrera, se solidificaba dentro del r�gimen creado por la Revoluci�n, la clase capitalista. Y �sta tenia en su favor una mayor madurez pol�tica. Los elementos peque�o-burgueses, los caudillos militares de la Revoluci�n, colocados entre las dos influencias, ten�an que ceder regularmente a la influencia capitalista. As� se ha ido preparando el conflicto que ha hecho explosi�n: un poco precipitado, con el asesinato del Presidente electo General Obreg�n, el �nico caudillo que habr�a podido prolongar, despu�s de Calles, el compromiso entre las dos fuerzas rivales. La CROM entra en combate en condiciones y momentos desfavorables. Su estado mayor reformista �Morones y sus tenientes� no puede pasar de una pr�ctica pac�fica, legal, evolucionista, a la lucha contra el poder. Morones ha pronunciado, en la �ltima convenci�n de la CROM, discursos ardorosos y pol�micos; pero en ellos no ha llegado a la afirmaci�n del derecho y la voluntad de la clase obrera de tomar en sus manos el gobierno, apenas su situaci�n y fuerzas se lo consientan. Se ve bien claramente que Morones no renuncia a su oportunismo, y que conf�a m�s en la posibilidad de explotar las divisiones y rivalidades entre los caudillos que en la posibilidad de llevar a las masas obreras a una pol�tica netamente revolucionaria. El recurso de llevar a Calles a la convenci�n ha sido una maniobra de este g�nero de estrategia. Tiene, por esto, mucha trascendencia y significaci�n el esfuerzo que despliegan varias organizaciones obreras revolucionarias, independientes de la CROM, por establecer un frente �nico proletario, que comprenda todos los sectores activos, a trav�s de una asamblea nacional campesina. El grito de orden del Partido Comunista y de las agrupaciones obreras y campesinas que lo siguen es �ste: "�Viva la CROM! �Abajo su Comit� Central!". Todas las fuerzas obreras son llamadas en auxilio de la CROM, en su lucha contra la ofensiva reaccionaria. Se condena toda inclinaci�n intransigente a dar vida a una nueva central. Se comprende que la CROM constituye un punto de partida, que el proletariado no debe perder. La Revoluci�n afronta su m�s grave prueba. Y M�xico es hoy, m�s que nunca, el campo de una experiencia revolucionaria. La pol�tica de clases entra en ese pa�s en su etapa m�s interesante.
NOTAS:
* Publicado en Variedades: Lima. 19 de Enero de 1929. ** Revanchista: Robespierre fue derrocado por sus enemigos el 9 de Termidor.
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