OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI

IDEOLOG�A Y POLITICA

 

MANIFIESTO DE LA
"CONFEDERACI�N GENERAL DE TRABAJADORES DEL PER�"
A LA CLASE TRABAJADORA DEL PA�S
[1]

 

La creaci�n de la Central del Proletariado Peruano, cierra toda serie de intentos de la clase trabajadora por dar vida a una Federaci�n Unitaria de los gremios obreros. En 1913, surge la "Federaci�n Mar�tima y Terrestre", con sede en el Callao, y un subcomit�, en Lima, que despu�s de librar diferentes luchas desaparece en el a�o de 1915. En 1918, con ocasi�n de la lucha por la jornada de las ocho horas, se cre� el Comit� "Pro Ocho Horas�, que llev� el movimiento hasta su culminaci�n. Al a�o siguiente, se cre� el Comit� "Pro Abaratamiento de las Subsistencias'', naciendo de este Comit�, la "Federaci�n  Regional Peruana", que convoc� el Primer Congreso Obrero en 1921. En 1922 esta Federaci�n, se transform� en "Federaci�n Obrera Local de Lima", organizaci�n que, aunque por el nombre parec�a destinada �nicamente a los obreros de Lima, se preocup� de los problemas de los obreros de provincias, conociendo y planteando reclamaciones a favor de los obreros de Huacho, campesinos de Ica, cuando la masacre de Parcona, lo mismo que cuando las masacres de ind�genas de Huancan� y La Mar. La herencia anarco-sindical, que prevalec�a en ella, rest� eficacia a sus actividades, origin�ndose serios conflictos por la supremac�a "ideol�gica", que culminaron en el Congreso Obrero local de 1926. Este Congreso; pese a la desorientaci�n de los congresales que emplearon tres semanas en discusiones sobre la "orientaci�n ideol�gica", aprob� una moci�n que trataba de la transformaci�n de la Local, en "Uni�n Sindical Peruana" ( Esta resoluci�n que al hacerse efectiva hubiera producido un gran avance del movimiento sindical, no pudo llevarse a la pr�ctica, tanto por el poco apoyo que le prestaron las organizaciones en disoluci�n como por la represi�n del mes de junio, que termin� con el Congreso y Federaci�n Local. Mientras, en Lima, se trataba de dar vida, a una Central Sindical, los obreros de provincias trabajaban en el mismo sentido, cre�ndose en Ica la "Federaci�n de Campesinos; en Puno la "Federaci�n Regional del Sur", y en Trujillo, el "Sindicato Regional del Trabajo". Pero es solo el Comit� Pro Primero de Mayo, de este a�o, el que sienta las bases para da constituci�n de la Central del Proletariado Peruano. El manifiesto que lanz� (reproducido en "LABOR" N� 8) con esta ocasi�n, fue un llamamiento al proletariado para la creaci�n de su Central. El nacimiento de nuestra Central no es pues obra de la casualidad, sino de todo un proceso que ha seguido el Proletariado Peruano, en su esfuerzo de reivindicaci�n. Las asambleas populares del d�a 30 de abril y 1� de mayo, efectuadas en el local de los compa�eros choferes de Lima, aprobaron las conclusiones siguientes para la creaci�n de nuestra Central. 1.-Luchar por la creaci�n de un frente �nico sindical sin distinci�n de tendencias en una Central �nica del Proletariado. 2.-Luchar por la creaci�n y sostenimiento de la Prensa Proletaria. 3.-Luchar por la libertad de asociaci�n, de reuni�n, de prensa, de tribuna. 4.- Defender y hacer respetar las leyes que se refieren al trabajador, hoy groseramente violadas por la reacci�n capitalista. Para aplicar estas conclusiones, las asambleas autorizaron con su voto un�nime al Comit� Pro  1� de Mayo a que siguiera los trabajos de organizaci�n con el nombre de Comit� "Pro Confederaci�n General de Trabajadores del Per��. Este Comit� ensanch� su radio de acci�n al Callao, y el d�a 17, de mayo, se efectuaba la sesi�n en que qued� constituido el Comit� Provisional de la "Confederaci�n Gene�ral de Trabajadores del Per�", integrado por de�legados de las Federaciones de Choferes, Textil, Yanaconas, y Unificaci�n de Obreros Cerveceros, por Lima; Federaci�n de Obreros Ferroviarios de Chosica, Federaci�n de Tripulantes del Ca�botaje, Sociedad de Estibadores, y Sindicato de Trabajadores en Madera, por el Callao. Nacida as� nuestra Confederaci�n, y contando con la adhesi�n de la Sociedad Mar�tima Confederada, Unificaci�n de Cerveceros Callao, Sociedad de Alba�iles, Gremio de Fideleros y Molineros, So�ciedad del Ferrocarril Ingl�s, Industriales del Mercado del Callao, y Federaci�n de Panaderos del Per�, m�s algunas del Centro y Norte, nos dirigimos a los obreros y campesinos del pa�s, para que respondiendo al llamado hist�rico de vuestra clase, procedan a crear la organizaci�n sindical, tanto en la f�brica, empresa, minas, puertos, como en las haciendas, valles y comu�nidades.

Hasta el presente se ha hablado siempre de organizaci�n pero en un sentido general, sin que los trabajadores hayan podido darse cuenta del tipo de organizaci�n de clase que reclama la defensa de sus intereses. La "Confederaci�n Ge�neral de Trabajadores del Per�", aborda este problema delineando a grandes rasgos la forma de organizaci�n, por la cual luchar� incesantemente. La situaci�n general del pa�s, con su in�cipiente desarrollo industrial en las ciudades, ca�r�cter feudal del latifundismo en la costa y en a sierra, ha impedido hasta el presente el desen�volvimiento clasista del proletariado. El artesa�nado ha recurrido a sus sociedades mutuales, viendo en ellas el �nico tipo de asociaci�n obre�ra. Pero hoy que se operan grandes concentra�ciones de masas proletarias, en las minas, puer�tos, f�bricas, ingenios, plantaciones, etc., este tipo de organizaci�n, que ha correspondido a la etapa del artesanado, decae dando paso al sistema sindical. �Cu�les son las ventajas de la organizaci�n sindical? La organizaci�n sindical en primer t�rmino tiene la ventaja de que permite la agrupaci�n de todos los obreros que trabajan en una misma empresa, o industria, en un solo organismo sin distinci�n de raza, edad, sexo, o creencias, para la lucha por su mejoramiento econ�mico, para la defensa de sus intereses de clase. En segundo lugar, destierra el burocratismo establecido por el sistema mutual, que entrega todo el maquinismo director en manos del presidente, que en muchos casos no es ni obrero. En tercer lugar adiestra al obrero a manejar sus intereses por si mismo educando y desarrollando su esp�ritu de clase, desterrando al intermediario que casi siempre resulta un pol�tico oportunista. Y en cuarto lugar siendo una organizaci�n de defensa econ�mica, resuelve todos los problemas econ�micos de los trabajadores, con la formaci�n, bajo su supervigilancia, de cajas mutuales, cooperativas, etc., que no son m�s que secciones del sindicato, como lo es la secci�n de deportes obreros, de cultura, de solidaridad, art�stica, biblioteca, etc. Estas son las ventajas fundamentales de la organizaci�n sindical (sin que sean todas). Por eso, la Confederaci�n lanza esta palabra de orden, frente al problema de la organizaci�n: la constituci�n de sindicatos de trabajadores, de empresa, f�brica, minas, mar�timos, agr�colas, e ind�genas. La palabra sindicato no enuncia una f�rmula cerrada. Bien sabemos que hay sitios donde no se puede establecer sindicatos, ya por falta de f�brica, empresas, etc., o porque el solo anuncio de la palabra sindicato, siembra la alarma por los prejuicios y rezagos del ambiente. En ese caso hay que establecer unificaciones de oficio varios, asociaciones, o sociedades, que respondan a un sentido de ciase, es decir organizaciones creadas, sostenidas, y dirigidas por obreros, sin la intervenci�n de pol�ticos o patrones, ni a�n a t�tulo de presidentes o socios honorarios. El obrero debe de bastarse en la representaci�n y defensa de sus intereses sin necesidad de recurrir a compromisos que a la postre lo tienen que agobiar.

La organizaci�n sindical nace pues como una fuerza propia del proletariado que tiene que afrontar y resolver m�ltiples problemas de clase, entre los que se delinean los que tratamos enseguida. 

Problemas del proletariado industrial. Racionalizaci�n

El avance del capital financiero no encuentra mejor cauce por donde prosperar, que la explotaci�n incesante de la clase trabajadora. El sistema actual de la racionalizaci�n de la industria, nos demuestra c�mo organiza la burgues�a su sistema de explotaci�n. Esta explotaci�n la encontramos en las grandes compa��as, (mencionaremos entre otras la "Fred T. Ley y Compa��a"), las cuales para su mejor "desenvolvimiento" hacen tabla rasa de los derechos que asisten a los trabajadores, con el sistema empleado de destajos y "contratistas". Estos intermediarios para sacar su jornal que peligra ante la competencia "profesional" reciben a trabajadores, que se someten por un salario �nfimo a trabajar 9 y 10 horas diarias. El sistema implantado por la Fredetik Snare Comp, y en las obras portuarias del Callao, al pagar a los trabajadores a tanto la hora, (los peones ganan 25 centavos la hora, sin distinci�n de domingos o d�as feriados), los obliga a trabajar 10 y 12 horas diarias para llevar a su hogar un jornal que les sirve para no morirse de hambre. El sistema, en fin, de las grandes Compa��as Ferrocarrileras que pagan por kilometraje, de las empresas mineras con sus sistemas de contratas creando capataces, etc. de las  f�bricas textiles, de maderas, empresas el�ctricas, etc.; con su sistema de piezas y destajos, son otros tantos m�todos implantados por la racionalizaci�n de la industria. Los trabajadores, ante la carencia de trabajo unos, y ante la perspectiva de un centavo m�s otros, no reflexionar� en el peligro de someterse a estos m�todos y, cuando lo palpan, como se encuentran desorganizados no tienen qui�n los defienda y ampare. La secci�n del trabajo del Ministerio de Fomento, conoce ya un sinn�mero de reclamos de esta �ndole, reclamos que no pueden ser todos desde que los que reclaman son s�lo los m�s "audaces". Ante este problema no cabe pues sino la organizaci�n de las masas explotadas en s�lidos sindicatos. A la vez que constatamos el r�gimen de explotaci�n en que se debate el obrero de la ciudad, tenemos que hacer constar la forma inhumana como es tratado y pagado el marino nacional, sin una reglamentaci�n de salarios, sin medidas que lo defiendan de la voracidad del armador. El marino mercante nacional sufre una serie de privaciones y vej�menes: el trato soez de que hacen gala los capitanes y pilotos de buques, el salario irrisorio que perciben (fluct�a de 25 a 50 soles al mes), las ningunas garant�as de seguridad de algunos buques, hacen no ya odiosa sino imposible la vida a estos compa�eros. Los marinos encontrar�n amparo �nicamente en su organizaci�n, en la organizaci�n nacional a base de los comit�s de buques y de puertos.

Problema de la juventud

Hasta el presente el problema de la juventud obrera no ha sido planteado entre nosotros, a�n m�s, muchos no le dan importancia, pero si nos detenemos a estudiarlo veremos de manera concluyente que no puede quedar relegado y que la organizaci�n de la juventud nos dar� una fuerza m�s activa para nuestras luchas. Consideremos a los j�venes aprendices que trabajan en los talleres, f�bricas, etc., y veremos c�mo son explotados por el "patr�n" desde el momento de su ingreso. Primeramente veremos en los talleres, que por carecer de las nociones propias del �ofici� tienen que desempe�ar comisiones dom�sticas y otras tantas, a�n en casa del "patr�n" que no tienen nada que hacer con el oficio que van a aprender. La jornada de labor para los aprendices en el mejor de los casos es de 10 horas, pero hay talleres donde trabajan hasta las 10 y 11 de la noche; es decir que se trabaja 14 horas diarias. El jornal inicial, si se prescinde de los que trabajan sin recibir nada, es de 80 centavos, o 1 sol, jornal, que no varia hasta que a juicio del patr�n el aprendiz ya es oficial; su jornal entonces sube hasta dos soles, vale decir que cuando un joven llega a oficial puede reemplazar al operario y competir con �l en la ejecuci�n de los trabajos, en una proporci�n de 50 � 60 por ciento Generalmente los oficiales sirven de reemplazo para que los vean que ya saben trabajar y de esta manera los jefes de talleres disponen de un personal que reemplazando a los trabajadores calificados de �operarios� no lleguen a ganar sino el 40 � 50 por ciento del salario de �stos. Si nos encontramos con estos cuadros en los talleres en que, por la forma de trabaj� que realizan, se encuentran muchas veces a la vista del p�blico, pensemos c�mo pueden ser tratados los  j�venes en las "f�bricas" peque�os boliches, en el campo donde el arrendatario o due�os de huertas tienen a su servicio, por cada trabajador adulto, dos o tres "cholitos" que trabajan igual que los "cholos" grandes, pero que tienen la ventaja de comer menos y ganar menos tambi�n. En las minas, y empresas encontramos a los j�venes tanto o peor explotados que en los talleres o huertas. Pero donde la explotaci�n de la juventud llega al colmo, es indudablemente en la propia casa del burgu�s. Ah� lo encontramos desempe�ando las funciones de mandadero, ama seca, cocinera, lavandera, en fin todas las funciones propias de los "sirvientes trabajando desde las seis de la ma�ana hasta las diez u once de la noche, hora en que terminan sus labores para ir a dormir en su "cama� (que mejor la tiene el can en la casa del burgu�s). La forma de "reclutamiento" de estos "cholitos" nos demuestra tambi�n el esp�ritu medieval de nuestra burgues�a: un latifundista o gamonal manda desde sus "dominios" a criaturas arrancadas a sus padres so pretexto de que las mandan a leer y escribir a casa de sus familiares; compadres, o amigos, de la ciudad, donde los hallamos descalzos, semi  desnudos, y con las con�sabidas "costuras" en la cabeza, se�ales todas del buen "trato" que les dan. El salario que ga�na esta masa juvenil son los zapatos y ropa vie�ja, del "ni�o" y cinco o diez centavos, como propina a la semana. Los trabajadores conscien�tes, vale decir sindicados, tienen que afrontar de lleno este problema, el problema de la juven�tud, que es el problema de todos los explotados. Su tratamiento, su enfocamiento dentro de las luchas reivindicacionistas, debe de ser una ta�rea asumida con toda la atenci�n que merece, instituyendo dentro de cada sindicato la secci�n juvenil donde disfruten los j�venes de los mis�mos derechos que los trabajadores adultos; integradas por los m�s j�venes y m�s entusiastas compa�eros; estas secciones ser�n las que tra�tar�n y resolver�n los problemas propios de la juventud obrera.

Problema de la mujer

Si las masas juveniles son tan cruelmente explotadas, las mujeres proletarias sufren igual o peor explotaci�n. Hasta hace muy poco la mu�jer proletaria tenia circunscripta su labor a las actividades dom�sticas en el hogar. Con el avan�ce del industrialismo entra a competir con el obrero en la f�brica, taller, empresa, etc., des�terrando el prejuicio que la encerraba a hacer vi�da conventual. Si la mujer avanza en la v�a de su emancipaci�n en un terreno democr�tico-bur�gu�s, en cambio este hecho suministra al capita�lista mano de obra barata a la par que un se�rio competidor al trabajador masculino. As� las vemos en las f�bricas textiles, galleter�as, lavan�der�as, f�bricas de envases y cajas de cart�n, jabones, etc., en que desempe�ando las mismas funciones que el obrero, desde el manejo de la m�quina hasta la m�s m�nima ocupaci�n, gana siempre de 40 a 60 por ciento menos que el var�n. Al mismo tiempo que la mujer se adies�tra para desempe�ar funciones en la industria, penetra tambi�n a las actividades de oficinas, casas comerciales, etc., compitiendo siempre con el hombre y con gran provecho de las empresas industriales que obtienen una baja apreciable de los salarios y aumento inmediato de sus ganancias. En la agricultura y las minas encontramos a la mujer proletaria en franca competencia con el trabajador, y donde quiera que investiguemos encontramos a grandes masas de mujeres explotadas prestando sus servicios en toda clase de actividades. Toda la defensa de la mujer que trabaja est� reducida a la Ley 2851, que por su reglamentaci�n deficiente por cierto, pese al esp�ritu del legislador, en la pr�ctica no llena sus fines, y por lo tanto no impide la explotaci�n de que es v�ctima la obrera. En el proceso de nuestras luchas sociales el proletariado ha tenido que plantear reivindicaciones precisas en su defensa; los sindicatos textiles, que son los que hasta hoy m�s se han preocupado de este problema, aunque deficientemente, en m�s de una ocasi�n han ido a la huelga con el objeto de hacer cumplir disposiciones que, estando enmarcadas en la Ley, los gerentes se han negado a cumplir. Tenemos capitalistas, (como el "amigo" del obrero, se�or Tiz�n y Bueno), que no han trepidado en considerar como "delito� el hecho que una trabajadora haya dado indicios de que iba a ser madre, "delito" que ha determinado su despedida violenta para eludirlas disposiciones de la Ley. En las galleter�as la explotaci�n de la mujer es inicua. Fe de esta aserci�n pueden darla los compa�eros textiles y choferes, de Lima, que en gesto solidario sostuvieron la reclamaci�n planteada por el personal de la Compa��a A. Field, en 1926. El gran incremento de las peque�as lavander�as, cuyos propietarios, nacionales; asi�ticos, o europeos, no vacilan en ajustar m�s el anillo opresor de sus obreras exige mayor atenci�n y ayuda a estas compa�eras. (En 1926. formaron en Lima, su Federaci�n de. Lavanderas, entidad que desapareci� por la poca cooperaci�n que le prestaran los compa�eros, y el rezago de prejuicios de muchas compa�eras). Las peque�as industrias, f�bricas de tapas de lata, envases, cajas de cart�n, jaboner�as, talleres de moda, productos qu�micos, (la misma Intendencia de Guerra, con su sistema de trabajo que da a coser las prendas de la tropa a domicilio, pagando precios irrisorios), etc., son centros de explotaci�n despiadada de la mujer. En las haciendas, "despajando", �garroteando", �apa�ando algod�n", etc., en las minas acarreando metales y dem�s faenas, la mujer es tratada poco menos que como bestia de carga. Todo este c�mulo de "calamidades" que pesa sobre la mujer explotada, no puede resolverse, sino es a base de la organizaci�n inmediata; de la misma manera que los sindicatos tienen que construir sus cuadros juveniles; deben de crear sus secciones femeninas, donde se educar�n nuestras futuras militantes.

Problema del proletariado agr�cola

Las condiciones de vida de las grandes masas de trabajadores agr�colas, exigen tambi�n una mejor atenci�n. En su tratamiento emp�rico se le ha confundido con el problema campesino, cosa que precisa distinguir para no caer en el mismo error. �Qui�nes forman el proletariado agr�cola? Las grandes masas de trabajadores, que rinden sus esfuerzos, en haciendas, huertas, ch�caras, plantaciones, etc., dependiendo de la autoridad del patr�n", ejercida por el ej�rcito de caporales, mayordomos, apuntadores y administradores, percibiendo un jornal por d�a o "tarea", viviendo en m�seras covachas, esos son los trabajadores agr�colas. Estos trabajadores que desde las 4 de la ma�ana tienen que levantarse para pasar "lista� que trabajan hasta que cae el Sol, en sus faenas de lamperos, ga�anes, regadores, sembradores, cortadores de ca�a, etc., unos al jornal y otros a "tarea" percibiendo jornales, desde 60 centavos las mujeres y j�venes, hasta 2.20 los adultos, no han disfrutado hasta el presente, salvo muy raras excepciones, (hacienda Santa Clara, Naranjal, Puente Piedra), de organizaciones que velen por sus inte�reses de clase; de ah� que para el trabajador agr�cola es lo mismo que si no existiera Leyes de ocho horas, de Accidentes del Trabajo, de la Mujer y El Ni�o, etc. Los asalariados agr�colas que trabajan en las haciendas, (verdaderos la�tifundios), explotados miserablemente, padecien�do (por falta de cumplimiento de las disposi�ciones Sanitarias) de enfermedades como el pa�ludismo, (que debe declararse como enfer�medad profesional), percibiendo jornales de hambre, no podr�n mitigar sus padecimientos, sino es por medio de su organizaci�n. No es po�sible en este manifiesto dar a conocer todas las arbitrariedades que padecen los trabajadores de nuestros valles y haciendas. Son tan agobiantes y tan penosas las condiciones de vida, que m�s de un periodista liberal, se ha hecho eco de ellas en las columnas de los peri�dicos de provin�cias, y en Lima en las informaciones de "El Mundo".

Precisa pues la formaci�n de los cuadros sin�dicales formados por trabajadores agr�colas, para dar vida a los Comit�s de Hacienda, a los "Sindicatos de Trabajadores Agr�colas". Problema campesino

El problema campesino guarda cierta simili�tud objetiva con el problema agr�cola, en relaci�n a las faenas que representa, a la vez se iden�tifica con el problema ind�gena, por ser un pro�blema de la tierra, por lo tanto su tratamiento requiere un cuidado especial. Existen en el pa�s diferentes tipos de campesinos, el "colono�o "compa�ero", que trabaja la tierra s�lo para partir con el "patr�n" sus productos o cosechas, el yanac�n, que toma las tierras en arriendo (cu�yo pago exige la mayor�a de los hacendados en quintales de algod�n) y el due�o de peque��as parcelas de tierra, herencia de sus antepasa�dos, etc. son diversos tipos de campesinos, pero que tienen problemas comunes que resolver. En nuestro medio hay organizaciones de campesi�nos como la que existe en Ica, la "Federaci�n de Campesinos de Ica", y en Lima, la "Federaci�n General de Yanaconas�; adem�s a lo largo de la costa existen peque�as sociedades de regantes. Pero la gran masa de campesinos se encuentra desorganizada, los problemas que tiene que resolver son m�ltiples, pero los m�s saltantes, los m�s inmediatos son: baja de arriendo de la tierra, libertad de sembrar la sementera que m�s les convenga, repartici�n equitativa del agua de regadlo, atajo al despojo de tierra, hacer valer el derecho de pagar el arrendamiento en moneda nacional, etc.; para el enfocamiento y resoluci�n de estos problemas precisa la organizaci�n campesina de la educaci�n de las masas en su rol de clase, y su concentraci�n en ligas campesinas, en comunidades campesinas, que tiendan a la creaci�n de la �Federaci�n Nacional de Ligas Campesinas".

Problema ind�gena

Si el problema agr�cola y campesino requiere una gran atenci�n, el problema ind�gena no puede quedar a la zaga. Al ahondar este problema veremos el enlazamiento que tiene con el problema agr�cola, campesino y minero, era. De ah� que al tratar este problema desde el punto de vista sindical, tiene que hacerse a base de la organizaci�n, de la educaci�n clasista, El problema ind�gena est� ligado al problema de la tierra, y en su soluci�n no podr� avanzarse si no es a base de la organizaci�n de las masas ind�genas. El indio en nuestras serran�as trabaja de 6 a 7 meses al a�o, tiempo que por lo general dura la siembra y cosecha de sus productos. En los meses restantes, se dedica a trabajar, en los latifundios serranos y minas, unos, y otros en las haciendas de la costa, haci�ndose de inmediato trabajador agr�cola. Esta forma de emigraci�n temporal concurre a exigir que se le preste toda la atenci�n necesaria desde el punto de vista sindical. Los sindicatos, del proletariado agr�cola, y de los mineros, tendr�n una carga pesada en las tareas impuestas por la afluencia temporal de estas masas ind�genas, y su educaci�n por el sindicato ser� tanto m�s pesada tambi�n cuanto menos sea su sentido de clase. Precisa, pues, una gran labor en las comunidades y ayllus, etc., donde deben de establecerse bibliotecas, comisiones de ense�anza que luchen contra el analfabetismo, (el analfabetismo se puede decir que es una lacra social de la raza ind�gena), secciones de deportes, etc. que estando a cargo d� compa�eros preparados, desarrollen una ense�anza activa que tienda a capacitarlos en su rol de clase, explic�ndoles su condici�n de explotados, sus derechos y los medios de reivindicarlos. De esta manera el indio ser� un militante del movimiento sindical, esto es soldado que luche por la liberaci�n social de su clase. El objetivo de las comunidades ser� pues, la capacitaci�n de sus componentes, y la federaci�n de todas las comunidades en un solo frente de defensa com�n.

Inmigraci�n

La afluencia cada d�a mayor de trabajadores inmigrantes exige que tampoco se deje de lado este problema en la organizaci�n sindical. Las organizaciones sindicales no pueden estar imbuidas de falsos prejuicios nacionalistas porque estos prejuicios favorecen �ntegramente al capitalismo, que siempre encontrar� elementos d�ciles entre los compa�eros inmigrantes para enfrenarlos a los trabajadores "nativos" haci�ndolos desempe�ar labores de crumiros y rompe, huelgas. Puesto que nos agrupamos bajo principios que nos dicen "trabajadores del mundo, un�os" debemos de proceder a dar cabida en nuestros sindicatos a todos los trabajadores, asi�ticos, europeos, americanos, o africanos, que reconociendo su condici�n de explotados, ven en el sindicato su organismo de representaci�n y defensa; precisa que los sindicatos destaquen comisiones de militantes que, confundi�ndose con los trabajadores "extranjeros", estudien sus condiciones de vida y sus necesidades, para plantearlas en los sindicatos, los cuales defender�n con todo inter�s las reivindicaciones de estos compa�eros, englob�ndolas en los pliegos de reclamos que presenten a las empresas. De esta manera conquistaremos a las masas de trabajadores inmigrantes, a la par que conseguiremos m�s de un militante consciente para nuestra organizaci�n.

Leyes sociales

El trabajador peruano hasta el presente no est� a�n amparado por leyes sociales eficaces El decreto dado en 1919, sobre jornada de ocho horas, la ley de accidentes de trabajo, y la ley de protecci�n a la mujer y el ni�o, apenas si son conatos de esta legislaci�n, El decreto de las ocho horas que fue arrancado, por la fuerza solidaria del proletariado de la capital en 1919, hasta el presente s�lo ha sido cumplido en determinados sectores, en una que otra f�brica donde la fueras de la organizaci�n de los trabajadores ha impedido su violaci�n, pero despu�s, comenzando por las peque�as fabriquitas que existen en Lima, como las de envases, cajas de cart�n, zapatos, jabones, lavander�as, talleres de moda, sucursales de panader�as, etc., y llegando a las m�s grandes empresas, todas hacen tabla rasa de sus disposiciones. Con el proceso de la racionalizaci�n de la industria, esta burla se hace m�s descarada. Las Empresas El�ctricas Asociadas, en sus trabajos han adoptado �ltimamente el sistema de contratas (que no emplean ellas solas pues como ya hemos visto lo emplean otras compa��as) y a tal efecto han establecido una escala de precios sobre sus distintos trabajos que ha sido presentada a los obreros m�s calificado o m�s antiguos, con el dilema de su aceptaci�n o despedida inmediata de las labores. El obrero que acepta esta tarifa de hecho se vuelve contratista, perdiendo su antig�edad, a la vez que los pocos beneficios que la legislaci�n le acuerda. El memorial �ltimamente presentado por los obreros ferroviarios, tambi�n demuestra palmariamente el no-cumplimiento por las empresas ferrocarrileras de la jornada de ocho horas. La forma de pago de alguna, f�bricas y empresas (Sahguinetti Dasso, Frederick Snare Comp.), a tanto la hora es otra forma de burla por parte del capital. Pero si esto constatamos en Lima y Callao, pensemos ahora c�mo se cumplir� la jornada de ocho horas en las haciendas, minas, y dem�s industrias y empresas establecidas en el territorio nacional. La Ley de Accidentes del Trabajo no es menos violada que la de las ocho horas. En las obras portuarias del Callao; en los buques de la marina mercante nacional, en las haciendas, en las minas, en las empresas petroleras, en fin en todas las peque�as f�bricas que existen fuera de la capital, no s�lo no se cumple sino que se persigue con encarnizamiento a todo aquel que trate de darla a conocer a los trabajadores. La revisi�n y perfeccionamiento de esta Ley, es algo que interesa a toda la clase trabajadora. Una Ley dada en una �poca en que las exigencias de la vida no eran las de hoy, es claro que no pod�a establecer en forma equitativa, la escala de indemnizaci�n necesaria. Por ejemplo, de acuerdo con la ley el obrero recibe como indemnizaci�n en caso de accidente, el 33 por ciento de su salario. Ahora, si consideramos la escala de salarios actuales, cuyo t�rmino medio podemos establecerlo en tres soles, veremos que el obrero recibe como indemnizaci�n, 99 centavos diarios, (el salario de los peones fluct�a desde 60 centavos en la sierra, 110 en las haciendas, hasta 2 y 2.50 en la capital, y de los obreros calificados de 3 a 6 soles diarios) cantidad que no puede satisfacer el prosupuesto de un hogar, bastante elevado con el encarecimiento de las subsistencias. Adem�s la Ley establece como m�ximo de salario, para atenerse a ella, el de 100 soles mensuales, es decir, 4 soles diarios, de manera que en el mejor de los casos el obrero recibe de acuerdo con la ley, 132, cantidad que es necesario remarcar hasta qu� punto resulta insuficiente para el sostenimiento de un hogar. El obrero no cuenta hasta hoy con ninguna disposici�n que lo ampare, en caso de enfermedad, muerte (natural), vejez, despedida, etc. la daci�n de una Ley de Seguros Sociales, que contemple todos estos casos, estableciendo en la constituci�n de los fondos la contribuci�n en partes iguales del Capitalista y el Estado, es algo que reclama y exige el obrero al hablar de las Leyes Sociales, la Ley de protecci�n a la mujer y al ni�o, tampoco se puede decir que satisface las necesidades de la mujer proletaria, ni menos que se respete en sus t�rminos vigentes. Ya hemos visto cuando se trata de este problema, la forma como la mujer sufre y c�mo es tratada en la f�brica, taller, empresas, campos, etc. El cumplimiento de �sta como de cualquier otra. Ley, no puede quedar subordinado a la acci�n individual de los obreros, precisa disposiciones terminantes, a la vez que la entrega del control a la organizaci�n obrera como �nica forma de hacer efectivos los derechos legales. Por lo dem�s la "Confederaci�n General de Trabajadores, del Per�", no es la �nica que adopta este punto de vista sobre las leyes de nuestra legislaci�n social; coincide con los que han sostenido campa�as period�sticas, criticando y dando a conocer las deficiencias e incumplimiento de las mismas.

Conclusiones

Estudiados someramente los problemas fundamentales de nuestra organizaci�n conviene referirse a la cuesti�n de la legalidad de la organizaci�n que preconizamos y promovemos. Las condiciones de explotaci�n y r�gimen semi esclavista en las nueve d�cimas partes del Per�, hacen que los trabajadores al organizarse piensen en esta cuesti�n. Nuestra burgues�a siempre ha visto en la organizaci�n obrera el "fantasma" que ha de poner coto a su r�gimen de explotaci�n, y ha creado en tomo de ella arbitrarias leyendas. El Gobierno del Per�, como firmante del tratado de Versalles, ha reconocido el derecho a la organizaci�n sindical de los trabajadores. A�n m�s, tiene establecido en el Ministerio de Fomento, una secci�n a cargo del reconocimiento de las instituciones. La "Confederaci�n General de Trabajadores del Per�" sostiene el principio de que el sindicato para existir legal y jur�dicamente, no necesita sino el acuerdo de sus asociados (pero esto no obsta para que pida su reconocimiento oficial a fin de ampararse en la legalidad). La Confederaci�n reivindica para la organizaci�n obrera en todas las industrias y labores, el derecho a la existencia legal, y a la debida personer�a jur�dica, para la representaci�n y defensa de los intereses proletarios. Los problemas de la masa trabajadora, por lo dem�s no pueden resolverse ni siquiera conocerse si no es por medio de la organizaci�n, de un organismo que exprese sus necesidades, que estudie las deficiencias de nuestro r�gimen social, que exponga y sostenga las reclamaciones de todos los trabajadores del Per�. El problema de la creaci�n de la Central del proletariado peruano, a m�s de su justificaci�n hist�rica, tiene el de la representaci�n genuina de la clase explotada de nuestro pa�s. Ella no nace por un capricho del azar, nace a trav�s de la experiencia adquirida en las luchas pasadas y como una necesidad org�nica de la masa explotada del Per�. La representaci�n del obrero nacional hasta el presente ha sido escamoteada por falsas agrupaciones "representativas" que, como la Confederaci�n Uni�n Universal de Artesanos, y Asambleas de Sociedades Unidas, (formadas por sociedades de dudosa existencia unas, y otras carentes del esp�ritu de clase que anima a las organizaciones de masa, por lo mismo que sus actividades se concretan a las mutuales sin preocuparse de la defensa econ�mica porque ese no es su rol) se han atribuido tal representaci�n sin el consenso de los que ellas creen representar. La representaci�n del obrero nacional corresponde a una Central, formada de abajo para arriba, es decir por organismos nacidos en las f�bricas, talleres, ramas, empresas mar�timas y terrestres, por los trabajadores agr�colas y campesinos, por les grandes masas de indios explotados. Una Central que cuente con estos elementos, que albergue en su seno a los sindicatos obreros del pa�s, ser� la �nica que tendr� derecho a hablar en nombre de los trabajadores del Per�. La "Confederaci�n General de Trabajadores del Per�" cumpliendo con su funci�n de tal, precisa las reivindicaciones inmediatas por las cuales luchar� apoyada por las masas de proletarios, en defensa de sus intereses: 

a) Respeto y cumplimiento de la jornada de ocho horas, para el trabajador de la ciudad, el campo y las minas.

b) Jornada de 40 horas semanales para las mujeres y menores de 18 a�os.

e) Amplio derecho de organizaci�n obrera.

d) Libertad de imprenta, de prensa, de reuni�n y de tribuna obrera.

e) Prohibici�n del empleo gratuito del trabajo de los aprendices.

f) Igual derecho al trabajo, igual tratamiento y salario para todos los obreros, adultos y j�venes, sin distinci�n de nacionalidad, raza o color, en todas las industrias y empresas; y

g) La "Confederaci�n General de Trabajadores del Per�", expuestos el proceso de su creaci�n, y las reivindicaciones por las cuales luchar�, recomienda a todos las trabajadores, a los representantes de organizaciones obreras, que en el d�a se pongan en contacto con esta Central comunicando sus direcciones, explicando sus problemas por resolver, a la vez que acordando su adhesi�n. Recomienda tambi�n la discusi�n y voto del proyecto de Reglamento (publicado en "LABOR" N� 9).

La direcci�n provisional de la Central es (calle de Cotabambas N� 389, Lima), Casilla de correo N�  2076,  Lima 

�VIVA LA ORGANIZACION DE LOS TRABAJADORES DE LA CIUDAD Y DEL CAMPO!

�VIVA EL DERECHO DE ORGANIZACION, DE TRIBUNA, DE PRENSA, DE REUNION!

�VIVA LA UNION EFECTIVA DE LOS TRABAJADORES DEL PER�!

�VIVA LA "CONFEDERACION GENERAL DE TRABAJADORES DEL PER�"!.

El Comit� Ejecutivo

 


NOTA:

1 Reproducido de Apuntes para una Interpretaci�n Marxista de Historia Social del Per� de Ricardo Mart�nez de la Torre T. III (�La Confederaci�n General de Trabajadores del Per��), p�gs. 70 a 81. Este documento, en cuya inspiraci�n y redacci�n particip� principalmente J.C.M. fue preparado con el concurso del n�cleo organizador de la C.G.T.P., con Avelino Navarro entre los m�s activos. Est� escrito en un lenguaje directo, con capacidad de comunicaci�n a todo los niveles y de f�cil acceso para las masas de trabajadores. Nota de los Editores.