OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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IDEOLOG�A Y POLITICA |
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POL�MICA FINITA[1]
Luis Alberto S�nchez, en un di�logo pol�mi�co que ha sostenido conmigo en "Mundial", -mis dos art�culos de esta pol�mica aparecen en otro lugar de este n�mero- pretende que "Amauta" no ha respondido a su programa ni a sus ideas porque yo, seg�n �l, he "dado cabi�da a art�culos de la m�s variada �ndole, a es�critores de los m�s encontrados matices, per�fectamente distantes de mi ideolog�a" y hasta he "hecho tribuna acad�mica de mi revista". El colega S�nchez no cita esos art�culos ni esos escritores, aunque probablemente no le habr�an faltado ganas de citarse �l mismo, disidente y heterodoxo por excelencia. Su aserci�n, tiene que parecerle apasionada y arbitraria hasta a los lectores m�s indiferentes a la cuesti�n en debate. Llamar acad�mica a "Amauta", que ha sido un�nimemente calificada en Am�rica y Espa�a co�mo una revista de "vanguardia", -y no preci�samente por el tono de su presentaci�n, porque el primer n�mero, agotado en pocos d�as, no ha circulado en el extranjero-, es una demas�a y un capricho verbales, tan subjetivos, tan exclusi�vos de S�nchez, que no vale la pena controver�tirlos. Esta revista, "acad�mica" seg�n S�nchez, tiene ya algunos millares de lectores, hecho que basta para desmentir su opini�n. La otra afirmaci�n, la de que "Amauta" no ha cumplido su programa, porque ha acogido escritores diversos, tampoco es m�s fundada. El p�blico a este respecto muestra tambi�n m�s instinto que el cr�tico. Desde el primer n�mero ha reconocido en "Amauta" una ideolog�a, un esp�ritu. Y no s�lo el p�blico. Comentaristas de otro campo, pero que pr�cticamente resultan m�s objetivos que S�nchez a este respecto, co�mo Jim�nez Borja, extreman el diagn�stico, acent�an la definici�n, hasta el punto de no ver en "Amauta" sino una tribuna de mi ideolog�a y mi esp�ritu. Otra vez, tengo que decirle, pues, a S�nchez que la confusi�n no est� en el objeto sino en el sujeto. "Amauta" ha publicado art�culos de �ndole diversa porque no es s�lo una revista de doctrina -social, econ�mica, pol�tica, etc.-- sino tambi�n una revista de arte y literatura. La filiaci�n o la posici�n doctrinal no nos preocupan, fundamentalmente, sino en el terreno doctrinal. En el terreno puramente art�stico, literario y cient�fico, aceptamos la colaboraci�n da artistas, literatos, t�cnicos, considerando s�lo su m�rito respectivo, si no tienen una posici�n militante en otro campo ideol�gico. Pero preferimos y distinguimos, por supuesto, la de los artistas y escritores que est�n integralmente en nuestra misma direcci�n. La presencia subsidiaria, o s�lo epis�dica, de un intelectual sin posici�n combatiente, en esta revista, no representa una prueba contra su esp�ritu, porque para afirmar y definir �ste existen pruebas mucho m�s numerosas y fehacientes. Podemos usarla, por ejemplo, como reactivo. "Amauta" tiene demasiada personalidad para inquietarse por la fortuita presencia de una idea o un sentimiento heterodoxos en sus p�ginas. Es una revista de definici�n ideol�gica, de concentraci�n izquierdista, que asimila o elimina, seguramente, sin da�o para su salud, cualquier elemento errante. Tiene el car�cter de un campo de gravitaci�n y polarizaci�n. Los que arriban, transitoriamente, a este campo, pueden escaparnos, pero sin restarnos sustancia ni energ�a. Los que damos a "Amauta" tonalidad, fisonom�a y orientaci�n, somos los que tenemos una filiaci�n y una fe, no quienes no las tienen y que admitimos, sin peligro para nuestra integridad y nuestra homogeneidad, como accidentales compa�eros de viaje. Somos los vanguardistas, los revolucionarios, los que tenemos una meta, los que sabemos a d�nde vamos. En el camino no nos alarma discutir con quienes no andan a�n definitivamente orientados. Estamos dispuestos to�dos los d�as a confrontar nuestros puntos de vis�ta con los afines o pr�ximos. Que "Amauta rechace todo lo contrario a su ideolog�a no significa que lo excluya sistem�ti�camente de sus p�ginas, imponiendo a sus cola�boradores, una ortodoxia rigurosa. Este princi�pio, que reafirmamos, nos obliga s�lo a denun�ciar y controvertir las ideas discrepantes peli�grosas. "Amauta", por otra parte, en cuanto concier�ne a los problemas peruanos, ha venido para inaugurar y organizar un debate; no para clau�surarlo. Es un comienzo y no un fin. Yo, perso�nalmente, traigo a este debate mis proposicio�nes. Trabajar�, por supuesto, porque prevalez�can; pero me conformar� con que influyan, -en la acci�n, en los hechos, pr�cticamente-, en la medida de su coincidencia con el sentimiento de mi generaci�n y con el ritmo de la historia. Esto es muy claro y muy simple; pero, por lo visto, hay que repetirlo aunque no sea sino para confutar los reparos, no siempre ben�vo�los, de quienes se imaginan que una revista de doctrina y pol�mica debe expurgar su material -que constituye los elementos de un debate- �debate de izquierda claro est�, -y no sus conclusiones- con un terror supersticioso e inqui�sitorial a toda idea m�s o menos al�gena. No; muestra ideolog�a, nuestro esp�ritu, tiene que aceptar precisamente un trabajo de contrastaci�n constante. Este es el �nico medio de con�centrar y polarizar fuerzas, y nosotros -no lo ocultamos- nos proponemos precisamente este, resultado. Tenemos confianza en nuestra obra, -no por lo iluminado o taumat�rgico o personal de su inspiraci�n- sino por su car�cter de interpretaci�n y coordinaci�n de un sentimiento colectivo y de un ideal hist�rico. Una obra finalmente, se juzga, por sus ele�mentos positivos, creadores, esenciales, afirmativos. Este es siempre el, juicio de la historia y de la opini�n. Pertenece al esp�ritu peque�o-burgu�s de los cr�ticos org�nicamente individua�listas, secesionistas y centr�fugos, el juicio, -muy criollo y lime�o tal vez-, de juzgar una obra por sus elementos pasivos, subsidiarios, formales o epis�dicos. NOTA: 1 Publicado en �Amauta� N� 7, p�gs. 6 y 23, Lima marzo de 1927.
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