OBRAS COMPLETAS DE JOSE CARLOS MARIATEGUI |
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TEMAS DE NUESTRA AMERICA |
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LA BATALLA DE "MARTIN FIERRO" *
La rotunda negativa con que Mart�n Fierro ha respondido, bajo la firma de Rojas Paz, Molinari, Borges, Pereda Vald�s, Olivari, Ortelli y algunos otros de sus colaboradores, a una extempor�nea invitaci�n de. La Gaceta Literaria de Madrid, refresca mi simpat�a por este aguerrido grupo de escritores argentinos y su animado peri�dico. Hace tres a�os, Oliverio Girondo �tra�do a Lima por su af�n de andariego y en funci�n de embajador de la nueva generaci�n argentina� me hizo conocer los primeros n�meros del intr�pido quincenario que desde entonces leo sin m�s tregua que las dependientes de las distracciones del servicio postal. Mi sinceridad me obliga a declarar qu� Mart�n Fierro me parec�a en sus �ltimas jornadas menos osado y valiente que en aquellas que le ganaron mi cari�o. Le notaba un poco de aburgesamiento, a pesar del juvenil desplante que encontraba siempre en sus columnas pol�micas. (El esp�ritu burgu�s tiene muchos capciosos desdoblamientos). Mart�n Fierro, a mi juicio, ca�a en el frecuente equ�voco de tomar por se�ales de revoluci�n las que son, m�s bien, se�ales de decadencia. Por ejemplo, cuando a prop�sito de Beethoven, dijo: "debemos defender nuestra peque�ez contra los gigantes, si es preciso", adopt� la actitud conformista, esto es burguesa, de los que, obedeciendo a una necesidad espiritual del viejo orden pol�tico y econ�mico, repudian iconoclastas el pasado en nombre de un reverente acatamiento al presente. El ambicioso futurismo de otros d�as degenera as� en un engre�do presentismo, inclinado a toda suerte de indulgencias con los m�s mediocres frutos art�sticos si los identifica y cataloga como frutos de la estaci�n. La funci�n de Mart�n Fierro en la vida literaria y art�stica de la Argentina, y en general de Hispanoam�rica, ha sido sin duda una funci�n revolucionaria. Pero tender�a a devenir conservadora si la satisfacci�n de haber reemplazado a los valores y conceptos de ayer por los de hoy, produjesen una peligrosa y megal�mana superestimaci�n de �stos. Mart�n Fierro, por otra parte, ha reivindicado, contra el juicio europeizante y acad�mico de sus mayores, un valer del pasado. A este sana ra�z debe una buena parte de su vitalidad. Su director Evar M�ndez lo recuerda oportunamente en un ponderado balance de su obra publicado en la Exposici�n de la Actual Poes�a Argentina de P. J. Vignale y C�sar Tiempo (Editorial Minerva, Buenos Aires, 1927). �Mart�n Fierro �escribe Evar M�ndez� tiene por nombre el de un poema que es la m�s t�pica creaci�n del alma de nuestro pueblo. Sobre esa cl�sica base, ese s�lido fundamento �nada podr�a impedirlo�, edificamos cualquie�ra aspiraci�n con capacidad de toda altura�. El activo de Mart�n Fierro est� formado por todos los combates que ha librado obedeciendo a su tradici�n que es tradici�n de lucha. Y que por arrancar de "la m�s t�pica creaci�n" del alma popular argentina no puede avenirse con un concepto antisocial del arte y mucho menos con una perezosa abdicaci�n de la cultura ante las corrientes de moda. El pasivo est� compuesto, en parte, de las innumerables p�ginas dedicadas, verbigracia, a Valery Larbaud que, juzgado por estos reiterados testimonios. de admiraci�n, podr�a ocupar en la atenci�n del p�blico m�s sitio que Pirandello. Evar M�ndez est� en lo cierto cuando recapitulando la experiencia martinfierrista apunta lo siguiente: �la juventud aprendi� de nuevo a combatir; la crisis de opini�n y de cr�tica fue destruida; los escritores j�venes adquirieron el concepto de su entidad y respon�sabilidad�. Por todo esto me complace, en grado m�ximo, la cerrada protesta de los escritores de Mart�n Fierro contra la anacr�nica pretensi�n de La Gaceta Literaria de que se reconozca a Madrid como "meridiano intelectual de Hispanoam�rica". Esta actitud nos presenta vigilantes, despiertos y combativos frente a cualquiera tentativa de restauraci�n conservadora. Contra la tard�a reivin�dicaci�n espa�ola, debemos insurgir todos los escritores y artistas de la nueva generaci�n hispanoamericana. Borges tiene cabal raz�n al afirmar que Madrid no nos entiende. S�lo al precio de la ruptura con la Metr�poli, nuestra Am�rica ha empezado a descubrir su personalidad y a crear su destino. Esta emancipaci�n nos ha costado una larga fatiga. Nos ha permitido ya cumplir libremente un vasto experimento cosmopolita que nos ha ayudado a reivindicar y, revalorar lo m�s nuestro, lo aut�ctono. Nos proponemos realizar empresas m�s ambiciosas que la de enfeudamos nuevamente a Espa�a. La hora, de otro lado, no es propicia para que Madrid solicite su reconocimiento como metr�poli espiritual de Hispanoam�rica. Espa�a no ha salido todav�a completamente del Medioevo. Peor todav�a: por culpa de su dinast�a borb�nica se obstina en regresar a �l. Para nuestros pueblos en crecimiento no representa siquiera el fen�meno capitalista. Carece, por consiguiente, de t�tulos para reconquistamos espiritualmente. Lo que m�s vale de Espa�a �Don Miguel de Unamuno� est� fuera de Espa�a. Bajo la dictadura de Primo de Rivera es inconcebiblemente oportuno invitarnos a reconoce" la autoridad suprema de Madrid. El "meridiano intelectual de Hispanoam�rica" no puede estar a merced de una dictadura reaccionaria. En la ciudad que aspire a coordinarnos y dirigirnos intelectualmente necesitamos encontrar, si, no esp�ritu revolucionario, al menos tradici�n liberal, �Ignora la Gaceta Literaria que el General Primo de Rivera neg� libertad de palabra al profesor argentino Mario S�enz y que la negar� invariablemente a todo el que lleve a Espa�a la representaci�n del pensamiento de Am�rica? Nuestros pueblos careen a�n de la vinculaci�n necesaria para coincidir en una sola sede. Hispanoam�rica es todav�a una cosa inorg�nica. Pero el ideal de la nueva generaci�n es, precisamente, el de darle unidad. Por lo pronto hemos establecido ya entr� los que pensamos y sentimos parecidamente, una comunicaci�n fecunda. Sabemos que ninguna capital puede imponer artificialmente su hegemon�a a un Continente. Los campos de gravitaci�n del esp�ritu hispano�americano son, por fuerza, al norte M�xico, al sur Buenos Aires. M�xico est� f�sicamente un poco cerrado y distante. Buenos Aires, m�s conectada con los dem�s centros de Sudam�rica, re�ne m�s condiciones materiales de Metr�poli. Es ya un gran mercado literario. Un "meridiano intelectual", en gran parte, no es otra cosa. Mart�n Fierro, en todo caso, tiene mucha m�s "chance" de acertar que La Gaceta Literaria. NOTA: * Publicado en Variedades: Lima, 24 de Setiembre de 1927.
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